Por Armando Maya Castro
Hoy es el
Día de los Santos Inocentes, festividad católica cuyos orígenes se remontan a
principios del siglo IV. Se trata de una celebración que rememora a los niños asesinados
por Herodes el Grande, un rey sanguinario y terriblemente celoso contra
cualquiera que quisiera reemplazarlo como monarca de los judíos.
El
relato bíblico sobre este suceso nos dice que “cuando Jesús nació en Belén de
Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella
hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle (Mateo 2.1-2).
Las
palabras de los magos fueron de turbación para los habitantes de Jerusalén y para
Herodes, quien se preocupó y convocó a los principales sacerdotes y escribas
del pueblo, preguntándoles dónde había de nacer el Cristo. Los escribas le respondieron
que en Belén de Judea, apoyándose en lo escrito por el profeta Miqueas.
Tras escuchar
a los escribas, Herodes llamó secretamente a los magos e indagó de ellos
diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella. Luego, envío a éstos a Belén, diciéndoles: “Id
allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo
saber, para que yo también vaya y le adore” (Mateo 7:8).
Los
magos, guiados por la estrella que habían visto en el oriente, arribaron al
pesebre de Belén, donde se hallaba el niño recién nacido. Impulsados por su
reconocimiento lo adoraron y le hicieron entrega de sus presentes: oro,
incienso y mirra.
El
Altísimo, que conocía las perversas intenciones de Herodes, les avisó que no
volviesen a Herodes, sino que regresaran a su tierra por otro camino. Tras la
partida de los magos, “un ángel apareció en sueños a José y dijo: levántate y
toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te
diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo” (Mateo
2:12-13).
Después
de estos acontecimientos sobrevino la tragedia, que no fue una inocentada del
rey, sino algo real, cruel y doloroso. Herodes, que quería acabar la historia
de Jesús a las pocas semanas de haber comenzado, se enojó mucho al sentirse
burlado por lo magos y tomó la decisión de “matar a todos los niños menores de
dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que
había inquirido de los magos”.
Son
estos niños asesinados, justamente, a los que el catolicismo llama “santos
inocentes”. Que quede claro: no es un calificativo que les haya asignado la Biblia,
sino la Legenda Aurea, una
compilación de relatos hagiográficos reunida por el dominico Santiago de la
Vorágine, arzobispo de Génova, a mediados del siglo XIII. El relato de la Leyenda
Dorada –como también se le conoce– "comienza comentando el nombre de
Inocentes, y dice que son inocentes por tres motivos: inocentes por su vida,
inocentes en sus padecimientos e inocentes por la victoria alcanzada".
Antes
de referirme a la forma en que actualmente se celebra este día, quisiera
señalar que la Biblia es clara al relatar el orden de los acontecimientos:
primero fue la llegada de los magos al pesebre de Belén, luego la matanza de
los niños por mandato de Herodes. Sin embargo la Iglesia católica, invirtiendo
el orden de los acontecimientos, celebra primero (hoy) la matanza de Herodes y
luego la adoración de los magos en el pesebre (6 de enero).
Respecto
a la forma en que los católicos celebran actualmente este día, el libro Precisiones conceptuales y algunas opiniones
de un filósofo inspiradas en noticias destacadas y en la vida cotidiana,
escrito por Luis E. García, nos lo explica al definir el término inocentada: “La palabra inocente alude
tanto al infante que aún carece de malicia como al adulto cándido y fácil de
engañar. Según cuentan, una extraña asociación de estos dos sentidos de la
misma palabra, unido a la "fiesta de los locos" que se realizaba
entre navidad y año nuevo durante la Edad Media, condujo a que la conmemoración
religiosa del 28 de diciembre de la matanza de niños inocentes ordenada por
Herodes con el fin de evitar ser destronado por el anunciado Mesías, se
convirtiera en el día de los 'adultos inocentes'”.
Al
abundar en el tema, Luis E. García explica: “Durante esta fecha [28 de
diciembre] se buscan víctimas del ingenio ajeno mediante bromas llamadas
inocentadas, y los noticieros de televisión lo aprovechan para divulgar
situaciones jocosas, divertidas y ridículas sucedidas durante el año e
impropias para las programaciones regulares".
Así es
que este día conviene tener bastante cuidado con los titulares de la prensa y
demás medios de comunicación, así como con las palabras que brotan de los labios
de nuestros semejantes. Este día no podemos creer en todo lo que nos digan, no
sea que por nuestra credulidad tengamos que escuchar la clásica frase:
“inocente palomita que te dejaste engañar”.
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