miércoles, 16 de enero de 2019

LA IGLESIA CATÓLICA EN LA HISTORIA

LA IGLESIA CATÓLICA EN LA HISTORIA

Por Armando Maya Castro

La historia que el papa Francisco invita a estudiar consigna que fueron los pontífices romanos y los dirigentes del catolicismo los que promovieron las sangrientas cruzadas, buscando detener las conquistas de los musulmanes 




El pasado 12 de enero, el papa Francisco concedió una audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano a los participantes en el XVIII congreso de la Asociación Italiana de Profesores de Historia de la Iglesia, el cual se desarrolló en Roma del 10 al 11 del presente mes.

Personalmente me sorprendió mucho el llamado del jefe supremo de la Iglesia católica, quien invitó a los congresistas a estudiar la historia del catolicismo para caminar hacia el futuro. Aquí sus palabras al respecto: “la historia, estudiada con pasión, puede y debe enseñar mucho de nuestro ‘hoy’, tan disgregado y sediento de verdad, de paz y de justicia. Basta que, por medio de la historia, aprendamos a reflexionar con sabiduría y valentía sobre los efectos dramáticos y malignos de la guerra, de tantas guerras que han entorpecido el camino del hombre en esta tierra”.

El argentino Jorge Mario Bergoglio añadió ante los expertos e intelectuales que participaron en el citado congreso: “Italia, en particular la Iglesia en Italia, es muy rica en testimonios del pasado. Esta riqueza no debe ser únicamente un tesoro custodiado celosamente, sino que debe ayudarnos a caminar en el presente hacia el futuro” (El Comercio, 12/01/2019).

¿Tiene el papa conciencia de los riesgos de su invitación? Lo pregunto porque la historia del catolicismo exhibe una trayectoria larga de esta religión, en la que los estudiosos se encontrarán innumerables episodios negativos, sobre todo en el desarrollo de la Edad Media, un periodo en el que la Iglesia católica fundó la Inquisición para aniquilar a los cátaros y reducir a los valdenses, grupos religiosos que la Iglesia medieval consideraba herejes y dignos de desaparecer.

 Los cátaros, que vivieron en la Edada Media una vida apacible en la región del Languedoc, fueron brutalmente perseguidos cuando la Iglesia católica los calificó como herejes y dignos de desaparecer. (Imagen tomada del blog Vivir en el Tiempo). 
Los cátaros fueron los que más alarma y hostilidad inspiraron en los jerarcas del catolicismo, quienes determinaron la creación de la Inquisición y sus vergonzantes instrumentos de tortura. Hablamos de un movimiento que conquistó la simpatía popular debido a la congruencia entre lo que predicaban y lo que hacían. Las gentes les llamaban cátaros (del griego katharos, que significa "puro”), “perfectos”, “buenos hombres” y “albigenses”, esto último porque el catarismo era especialmente numeroso en el pueblo de Albi.

Karl Jaspers, citado por Heinrich Fries en Teología Fundamental (Herder, 1987), describe de la siguiente forma el proceder del catolicismo en ese periodo y en los siglos posteriores: “Política, persecución, inquisición y violencia se convierten en instrumentos de la fe, que la Iglesia ha manejado en la historia con una praxis que la degrada y deshonra y que estaba pensada hasta en sus mínimos detalles”.  

No se trata de imputaciones falsas ni del propósito de denigrar la imagen de la Iglesia católica, sino de hechos que han sido consignados por la historia, y que han sido reconocidos por varios pontífices romanos, entre ellos el papa Juan Pablo II, un hombre que, buscando recuperar la precaria credibilidad de los fieles católicos, pidió perdón por los pecados de la Iglesia católica en el pasado. 

Este reconocimiento tuvo lugar en el aeropuerto de la ciudad del Cairo (Egipto), el 24 de febrero del año 2000. En ese lugar, el papa dijo: “Hacer el mal, promover la violencia y el enfrentamiento en nombre de la religión es una terrible contradicción y una gran ofensa a Dios”.  Más adelante, el polaco Karol Wojtyla reprobó tácitamente a la mayoría de los papas, a quienes evidenció como ofensores de Dios, pues él sabía, como lo saben Benedicto XVI y el papa Francisco, que sus antecesores en el papado promovieron la violencia y el enfrentamiento en nombre de la religión.

La historia que el papa Francisco invita a estudiar consigna que fueron los pontífices romanos y los dirigentes del catolicismo los que promovieron las sangrientas cruzadas, buscando detener las conquistas de los musulmanes. La primera cruzada comenzó gracias al sermón del papa Urbano II, quien en el Concilio de Clermont-ferrand conminó a los católicos para que se sumaran a la cruzada, diciéndoles: “Dios lo quiere”. Mi pregunta siempre ha sido esta: ¿De qué Dios hablaba Urbano II? No podía estar hablando del Dios de amor predicado por Jesucristo y sus apóstoles, pues él no es Dios de odios, sino de amor, de paz y de misericordia.

Lo cierto es que en el marco de las cruzadas se combatió no sólo a los musulmanes que tenían en su poder los llamados lugares santos, sino también a los judíos, a quienes la doctrina antisemita del catolicismo dio el calificativo de deicidas, es decir, asesinos de Dios. No hay que olvidar que fue el teólogo católico Juan Crisóstomo quien inventó la noción de culpabilidad que responsabiliza a la nación judía de la muerte de Jesús.

En el desarrollo de la primera cruzada, las comunidades judías establecidas en diversos países de Europa fueron atacadas por los cruzados católicos con violencia irracional. (Imagen tomada de 100% Historia).
Afortunadamente, el Concilio Vaticano II resolvió que dejara de responsabilizarse a los judíos por la muerte del Señor Jesucristo, y que no se empleara más el término deicida, generador de un clima hostil y de grave intolerancia religiosa. Esta resolución llegó demasiado tarde, después de siglos de crímenes, atropellos y violencia irracional en contra de los judíos.

Publicado en el diario El Mexicano, el 15 de enero de 2019.