jueves, 28 de marzo de 2013

EL YUNQUE Y LA EDUCACIÓN RELIGIOSA



 Por Armando Maya Castro
 
La bancada panista presentó una iniciativa de reforma del artículo 2° de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla. El blanquiazul responde así a los intereses del clero, olvidando que su compromiso es con Puebla y los poblanos

“La reacción nunca duerme”; decía Benito Juárez al observar la lealtad del clero católico al Vaticano, y su falta de compromiso con México y los mexicanos. Hoy como ayer, la jerarquía católica busca privilegios; quiere que se le permita impartir religión católica en las escuelas públicas, pasando por encima de la laicidad del Estado mexicano.

La bancada del Partido Acción Nacional en el Estado de Puebla fue la primera en presentar una iniciativa de decreto por el que se reforma el artículo 2° de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla. El diputado Juan Carlos Espina von Roehrich presentó dicha iniciativa, generando inmediatas y justificadas reacciones de los grupos defensores del Estado laico y de la educación que en el marco del mismo se imparte.

Observe usted lo que dice textualmente la iniciativa de reforma panista: “el Estado respetará la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Los autores de esta iniciativa, que tienen la obligación de realizar acciones que fortalezcan el Estado laico, olvidan intencionalmente que en México los padres de familia tienen absoluta libertad para educar religiosamente a sus hijos. Pueden hacerlo en sus hogares o en los templos destinados al culto, pero no en las escuelas públicas, por respeto a los niños y niñas que profesan distintos credos.  

Pocos ignoran que Espina von Roehrich es miembro del Yunque, “una organización secreta de inspiración católica que recluta jóvenes para doctrinarlos y adiestrarlos en el combate físico e ideológico, con el fin de avanzar políticamente en la conquista del poder público...". Lo anterior lo sostiene Álvaro Delgado en el libro “El Yunque, La ultraderecha en el poder”, obra que contiene información del Archivo General de la Nación, con datos que el autor extrajo de “libros, revistas y periódicos que se han ocupado del tema a través de los años”.

Anteriormente lo dije y lo vuelo a repetir: Uno de los objetivos del Yunque es lograr que la Iglesia católica tome en sus manos la educación pública, en consonancia con los intereses de otras organizaciones de ultraderecha, que son partidarias de la reforma del artículo 24 constitucional. Álvaro Delgado señala que el Yunque “se mueve en ambientes católicos, sobre todo en escuelas particulares y secundarias oficiales en primera instancia, luego en preparatorias y escuelas superiores”. Esto deja en claro que las escuelas laicas constituyen un estorbo a la labor proselitista del Yunque, pero también entorpecen el proyecto católico de Nueva Evangelización que ha sido retomado por el papa Francisco.  

Durante el mandato de Vicente Fox Quesada como gobernador de Guanajuato, Fernando Rivera Barroso se desempeñó como secretario de Educación (1995-2000). Tras la llegada de Fox a la presidencia de la República, en el año 2000, Rivera Barroso se convirtió en asesor de Reyes Tamez Guerra, a la sazón titular de la Secretaría de Educación Pública, instancia que desde entonces “le ha dado apoyo a los grupos ultraconservadores que ejercen presión constante para que se elimine del artículo 3° la referencia a la educación laica, y pugnan, además, por fondos federales para las escuelas privadas y porque en los libros de texto gratuitos se elimine toda referencia a la educación sexual y se les integren criterios moralistas religiosos” (Jorge Franco, “Educación y tecnología: solución radical”, Siglo XXI, México, 2008, p. 175).

El lunes 12 de diciembre de 2005, Claudia Herrera Guzmán del diario La Jornada preguntó al yunquista Manuel Espino Barrientos si estaba a favor de las clases de religión en las escuelas públicas. Su respuesta fue: “Las escuelas públicas están bien así, pero tiene que respetarse la libertad religiosa, porque hay escuelas donde si un grupo de alumnos, el día de la Virgen de Guadalupe, quiere hacer una oración en el patio de la escuela, no puede”.

La reforma educativa como vía para lograr el control de la educación, es una de las aspiraciones de la jerarquía católica y de los grupos de extrema derecha. El Yunque –nos dice José Luis Alonso Vargas– “ataca la educación oficial, para tener la plena libertad de educación, pues el Estado no debe adjudicarse el derecho absoluto a la educación de los hijos”. En la opinión de los yunquistas, ese derecho le pertenece a la Iglesia católica, a la que han ayudado y seguirán ayudando cada vez que les sea posible.


@armayacastro 


Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Occidental, el jueves 28 de marzo de 2013





 
 

NO MÁS RACISMO



Por Armando Maya Castro
 
Lo único que hace inferior al hombre es su actitud racista


Simón Wiesenthal, autor de El Libro de la Memoria Judía, afirma que  “los judíos soportan lo que llamamos antisemitismo, desde hace más de dos mil años, desde que fueron echados o deportados del país que les pertenecía”. Tras este señalamiento, Wiesenthal, el más conocido cazador de nazis de la historia, sostiene: “Como lo muestra nuestro calendario, la persecución de los judíos fue siempre dirigida por los cristianos, primero por la Iglesia católica romana, luego por la Iglesia ortodoxa”.

Si queremos evitar que se repita la historia del holocausto nazi, comencemos por erradicar de las escuelas, de los estadios de fútbol y de nuestros centros de trabajo, toda manifestación de racismo, xenofobia y discriminación. Me refiero, evidentemente, a esos discursos y representaciones, sentimientos y prácticas que se articulan con el objeto de denigrar a determinada raza. 

El pueblo alemán, que para Adolfo Hitler es de raza aria, se consideraba infinitamente superior al judío. Este absurdo concepto dio origen al holocausto, es decir, a la persecución y asesinato sistemático de más de seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores. 

Esto es lo que pensaba Adolfo Hitler de la raza judía: Es indudable que los judíos son una raza pero no son humanos”. De acuerdo con el proyecto de este genocida, los israelitas debían ser borrados de la faz de la tierra para que no contaminaran a los demás hombres. En su locura, Hitler no sólo deshumanizaba a los israelitas, sino que los consideraba como entes inferiores, en su cuerpo, en su espíritu, en su conciencia religiosa y en su existencia toda. 

Desde el mes de enero de 1939, Hitler había planteado la eliminación de los judíos de Europa. Un año después, los nazis, acatando la voluntad suprema de Hitler, obligaron a miles de judíos establecidos en Polonia a abandonar sus hogares. Con lujo de crueldad, los trasladaban a los campos de trabajo, donde murieron alrededor de dos millones y medio de judíos. 

La orden de matar a los judíos varones que vivían en Europa, así como a los comunistas, asiáticos inferiores y gitanos, fue emitida en mayo de 1941. Ronald Gray, en su libro Hitler y los alemanes, señala que “una sola de las unidades creadas para este fin informó que a principios de 1942, 229,052 personas habían sido ya ejecutadas a tiros o en la cámara de gas”. Estas muertes, sostiene el citado autor, “fueron inspiradas por teorías de la pureza y la superioridad de la raza alemana”.

A los judíos que vivían en Alemania se les prohibía utilizar los transportes públicos y comprar libros o periódicos, “y les invalidaron sus cartillas de racionamiento”. El siguiente dato nos permite entender la magnitud del odio que sentían los nazis hacia los judíos: “de los 760 mil judíos que residían en la Gran Alemania a principios de 1941 sólo quedaron, a fines del mismo año, 250 mil…”.

En aquellos años grises para los judíos, no sólo el Führer de Alemania persiguió a esta raza. Lo hizo también Benito Mussolini, quien en septiembre de 1938, aprobó una legislación racial similar a la nazi. Esta normatividad, que ocasionó enorme sufrimiento a los 42 mil judíos que vivían en la Península Itálica, y a los 30 mil que radicaban en Libia, la colonia norteafricana de ese país, jamás alcanzó el grado de brutalidad que tuvo la legislación nazi. Aunque no fue tan sanguinario, ni cometió tantos crímenes como Hitler o Stalin, Mussolini fue un dictador brutal, y nada ni nadie puede absolverlo de sus crímenes. 

Alguien dirá que lo anterior es historia; es verdad, pero una historia que no debe olvidarse ni debe repetirse. Por ello, antes de terminar este artículo, me permito recordar a los racistas de hoy, que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Si queremos erradicar el racismo y la xenofobia, comencemos por aceptar los enunciados de esta Declaración,  donde se hallan enunciados los derechos y libertades que toda persona goza.


@armayacastro


Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Mexicano de Tijuana el miércoles 27 de marzo de 2013

NADIE POR ENCIMA DE LA LEY

Por Armando Maya Castro

Si los curas actúan como delincuentes, deben ser tratados como tales, con todo el rigor de la ley
 
No sé si sea cierta la afirmación de la organización católica Bishop Accountability (Rendición de Cuentas de Obispos), en el sentido de que “el papa Francisco se demoró en tomar medidas contra dos sacerdotes argentinos que fueron acusados y condenados de abuso sexual”. Lo que sí sé es que la pederastia clerical y la que es practicada por otras personas, ha ocasionado severos traumas sicológicos, frustración y muchísimo dolor en los niños que han sido víctimas de abuso sexual.

Actualmente, gracias a la cultura de la denuncia que la sociedad actual ha desarrollado en los medios de comunicación y en las redes sociales, es posible conocer no sólo el número de abusos sexuales en agravio de los niños, sino también las situaciones de encubrimiento e impunidad que rodean algunos de estos lamentables casos La cultura de la denuncia ha sido tan útil, que ayudado a disminuir considerablemente el atropello de los derechos de los niños, quienes gozan ahora de mayor protección que en el pasado.

La crisis que la pederastia clerical ha ocasionado al interior de la Iglesia católica no sólo es de credibilidad, sino también económica. Información vertida por diversos medios de comunicación en años anteriores demuestra que la pederastia ha ocasionado el desastre financiero de diversas diócesis de Estados Unidos. Ejemplo de ello son las diócesis de Boston y Los Ángeles, que intentaron comprar con dinero el silencio de las víctimas y de los familiares de éstas, además de pagar sumas estratosféricas por concepto de indemnización. 

El daño fue tal magnitud, que muchos analistas han atribuido la renuncia de Joseph Ratzinger al papado a los escándalos de pederastia sacerdotal y al Vatileaks, caso, este último, en manos ya del papa Francisco. A pocos católicos convenció la postura de cero tolerancia que el Vaticano implementó en los últimos años. La gente siguió dudando del clero católico, pese a saber que no todos los sacerdotes son pederastas.

Las ventajas que ofrece la denuncia deben ser debidamente aprovechadas. La sociedad actual no puede permitir que se siga atropellando impunemente la integridad física de los niños, tal como ocurrió en el pasado, cuando las víctimas inocentes, aparte del abuso sexual y psicológico, tenían que enfrentar con dolor y tristeza la incredulidad de sus padres, quienes daban mayor crédito a la versión de los curas pedófilos que a la de sus propios hijos.

Los padres de familia de hoy deben de enseñar a sus hijos que el abuso sexual, independientemente de quien lo perpetre, está terminantemente prohibido por nuestras leyes. Deben enseñarles que los códigos penales establecen sanciones para los pederastas, más allá de su condición social o investidura religiosa. En México, desde hace mucho tiempo, se acabaron los fueros eclesiásticos. Nuestro presidente ha sido claro al señalar que nadie, absolutamente nadie, puede estar por encima de la ley.

Los católicos exigen reformas, y que la jerarquía romana aplique a los curas pederastas algo más que normas administrativas y disciplinarias. No quieren sanciones como la que se aplicó a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, cuyo correctivo se limitó a retirarlo de la actividad sacerdotal. Las víctimas de Maciel siguen lamentando hasta el día de hoy la protección que este depredador sexual recibió de Benedicto XVI, de Norberto Rivera y de la derecha en el poder. La sociedad exige el fin del encubrimiento y de la impunidad, y que quienes cometan estos crímenes execrables –sean o no sacerdotes– respondan ante la sociedad y no se sustraigan de la acción de la justicia.

Todos sabemos que la ausencia del Estado de Derecho y el vacío de procuración y administración de justicia coadyuvan al ensanchamiento de la impunidad en detrimento del bienestar infantil. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que lo único que puede ponerle fin a estos abominables delitos es una justa y ejemplar aplicación de la ley.

@armayacastro


Artículo publicado en la edición impresa de El Mexicano de Tijuana el sábado 23 de marzo de 2013