Por Armando Maya Castro
Benito Juárez García, constructor del Estado laico |
El
21 de marzo de 1806 nació en Guelatao, Oaxaca una de las figuras políticas de
mayor relieve en la historia de nuestro país. Me refiero a Don Benito Juárez
García, gran prócer nacional e incansable reformador, quien trabajó arduamente por
el bien de nuestra nación, dedicando su inteligencia y gran parte de sus
esfuerzos a trazar los cauces para la definición y constitución del Estado
mexicano.
Este
día, muchos de nuestros gobernantes y funcionarios públicos recordarán la vida
y obra de Juárez, así como su importante legado. Se nos dirá una vez más que mucho
de lo que México es actualmente se lo debemos a Juárez, un hombre que,
impulsado por su amor a México, promulgó las Leyes de Reforma, expropió los
bienes eclesiásticos, separó la Iglesia y el Estado, exclaustró monjes y
frailes, concedió el registro civil a las actas de nacimiento, matrimonio y
defunción, secularizó los cementerios y las fiestas públicas y promulgó la
libertad de cultos.
Coincido
con los autores que señalan a Juárez como el constructor del Estado laico, régimen
jurídico que garantiza la libertad de conciencia, combate la intolerancia y
discriminación religiosa, brinda un trato igualitario a las asociaciones
religiosas, garantiza el ejercicio y disfrute de nuestros derechos y libertades
fundamentales, conduciéndose con neutralidad ante las creencias religiosas y respetando
la separación entre los ámbitos político y religioso. El Estado laico, tal como
Juárez lo concibió, asegura un espacio para el ejercicio de las libertades de
pensamiento y creencia, valores fundamentales de las personas libres.
Benito
Juárez enfrentó con éxito la reacción católica y conservadora, la cual abrió el
camino a la invasión francesa, que intentó construir un imperio propio en
Latinoamérica. En ese tiempo, la figura de Juárez se agigantó por su
perseverancia en defensa de la patria y su inquebrantable fe en el triunfo.
Esta virtud, y su honda labor cívica le valieron el título de Benemérito de las
Américas.
Este
extraordinario mexicano perteneció a la generación más brillante del XIX. Fue un
político completo, tal como lo demuestra el currículum que nos proporciona la
historiadora Patricia Galeana: “Recorrió los tres niveles de gobierno y se
desempeñó en los tres poderes. En el judicial fue juez, magistrado y presidente
de la Suprema Corte de Justicia. En el legislativo, diputado local y federal, y
en el ejecutivo: regidor del Ayuntamiento, gobernador de su estado en cuatro
ocasiones, ministro de justicia, negocios eclesiásticos e instrucción pública,
y de gobernación; y presidente de la República de 1858 hasta su muerte en
1872”.
A Juárez
le correspondió promulgar la Ley de Libertad de Cultos, el 4 de diciembre de
1860. Este documento jurídico fue "la culminación de una serie de decretos
juaristas que rompieron el control político, económico e ideológico de la
Iglesia católica". La libertad de cultos hizo posible que en nuestro territorio
se establecieran otras confesiones religiosas. Al respecto, Jean-Pierre Bastián
señala: "entre 1867 y 1872, unas 50 congregaciones religiosas no católicas
se fundaron en la capital y en poblados de las cercanías, así como en el vecino
Estado de México, en la región de Zacatecas, al norte; en el puerto de
Veracruz, al oriente; e incluso cerca de la frontera con Estados Unidos, en la
ciudad de Monterrey y sus aledaños".
Hoy,
que los mexicanos conmemoramos el 207 aniversario del natalicio de uno de los
personajes más importantes de nuestra historia, la ocasión es más que apropiada
para reflexionar en lo que estamos haciendo en defensa del legado juarista,
mientras observamos el proceder de algunos políticos que atropellan impune e
insistentemente el Estado laico, cediendo a las exigencias del clero en materia
de educación y participación política. En este aniversario conviene tener presente
que uno de los temas prioritarios en la agenda de la jerarquía católica es
lograr plena “libertad religiosa” en México, lo que conlleva cambios
constitucionales que garanticen la educación católica en les escuelas públicas.
Quienes apreciamos las libertades que hasta ahora disfrutamos, tenemos el deber
de preservar vigente el legado juarista, haciendo lo que sea necesario para
evitar que los enemigos del mismo lo echen al olvido.
@armayacastro
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