jueves, 21 de marzo de 2013

EL JUARISTA, UN LEGADO DIGNO DE SER PRESERVADO



Por Armando Maya Castro

Benito Juárez García, constructor del Estado laico
 
El 21 de marzo de 1806 nació en Guelatao, Oaxaca una de las figuras políticas de mayor relieve en la historia de nuestro país. Me refiero a Don Benito Juárez García, gran prócer nacional e incansable reformador, quien trabajó arduamente por el bien de nuestra nación, dedicando su inteligencia y gran parte de sus esfuerzos a trazar los cauces para la definición y constitución del Estado mexicano.

Este día, muchos de nuestros gobernantes y funcionarios públicos recordarán la vida y obra de Juárez, así como su importante legado. Se nos dirá una vez más que mucho de lo que México es actualmente se lo debemos a Juárez, un hombre que, impulsado por su amor a México, promulgó las Leyes de Reforma, expropió los bienes eclesiásticos, separó la Iglesia y el Estado, exclaustró monjes y frailes, concedió el registro civil a las actas de nacimiento, matrimonio y defunción, secularizó los cementerios y las fiestas públicas y promulgó la libertad de cultos.  

Coincido con los autores que señalan a Juárez como el constructor del Estado laico, régimen jurídico que garantiza la libertad de conciencia, combate la intolerancia y discriminación religiosa, brinda un trato igualitario a las asociaciones religiosas, garantiza el ejercicio y disfrute de nuestros derechos y libertades fundamentales, conduciéndose con neutralidad ante las creencias religiosas y respetando la separación entre los ámbitos político y religioso. El Estado laico, tal como Juárez lo concibió, asegura un espacio para el ejercicio de las libertades de pensamiento y creencia, valores fundamentales de las personas libres. 

Benito Juárez enfrentó con éxito la reacción católica y conservadora, la cual abrió el camino a la invasión francesa, que intentó construir un imperio propio en Latinoamérica. En ese tiempo, la figura de Juárez se agigantó por su perseverancia en defensa de la patria y su inquebrantable fe en el triunfo. Esta virtud, y su honda labor cívica le valieron el título de Benemérito de las Américas. 

Este extraordinario mexicano perteneció a la generación más brillante del XIX. Fue un político completo, tal como lo demuestra el currículum que nos proporciona la historiadora Patricia Galeana: “Recorrió los tres niveles de gobierno y se desempeñó en los tres poderes. En el judicial fue juez, magistrado y presidente de la Suprema Corte de Justicia. En el legislativo, diputado local y federal, y en el ejecutivo: regidor del Ayuntamiento, gobernador de su estado en cuatro ocasiones, ministro de justicia, negocios eclesiásticos e instrucción pública, y de gobernación; y presidente de la República de 1858 hasta su muerte en 1872”. 

A Juárez le correspondió promulgar la Ley de Libertad de Cultos, el 4 de diciembre de 1860. Este documento jurídico fue "la culminación de una serie de decretos juaristas que rompieron el control político, económico e ideológico de la Iglesia católica". La libertad de cultos hizo posible que en nuestro territorio se establecieran otras confesiones religiosas. Al respecto, Jean-Pierre Bastián señala: "entre 1867 y 1872, unas 50 congregaciones religiosas no católicas se fundaron en la capital y en poblados de las cercanías, así como en el vecino Estado de México, en la región de Zacatecas, al norte; en el puerto de Veracruz, al oriente; e incluso cerca de la frontera con Estados Unidos, en la ciudad de Monterrey y sus aledaños".

Hoy, que los mexicanos conmemoramos el 207 aniversario del natalicio de uno de los personajes más importantes de nuestra historia, la ocasión es más que apropiada para reflexionar en lo que estamos haciendo en defensa del legado juarista, mientras observamos el proceder de algunos políticos que atropellan impune e insistentemente el Estado laico, cediendo a las exigencias del clero en materia de educación y participación política. En este aniversario conviene tener presente que uno de los temas prioritarios en la agenda de la jerarquía católica es lograr plena “libertad religiosa” en México, lo que conlleva cambios constitucionales que garanticen la educación católica en les escuelas públicas. Quienes apreciamos las libertades que hasta ahora disfrutamos, tenemos el deber de preservar vigente el legado juarista, haciendo lo que sea necesario para evitar que los enemigos del mismo lo echen al olvido. 

@armayacastro

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