jueves, 1 de diciembre de 2016

¿Y LA CERO TOLERANCIA HACIA LOS CURAS PEDERASTAS?

Por Armando Maya Castro
Mucho se ha hablado de las medidas que Jorge Mario Bergoglio ha implementado para erradicar la pederastia clerical; sin embargo, los casos de abuso sexual perpetrados por curas católicos siguen apareciendo en todas partes, hasta en Argentina, la tierra natal del papa Francisco

Enérgica ha sido la condena de la sociedad argentina ante los inconfesables casos de pederastia perpetrados por curas católicos en el Instituto Antonio Próvolo, ubicado en la ciudad de Luján de Cuyo (Mendoza). Esta institución educativa, subsidiada por el Estado Provincial, y dedicada a proporcionar aprendizaje a los niños con discapacidad auditiva y con trastornos del lenguaje, está en la mira de los medios nacionales e internacionales, cuyas investigaciones a partir de la denuncia han contribuido a que conozcamos más sobre estos lamentables hechos. 

Hasta este momento se sabe que fueron dos los sacerdotes que atacaron sexualmente a por lo menos doce niños sordomudos de la escuela en comento: Nicolás Corradi, de 82 años, y Horacio Corbacho, de 55. Sin embargo siguen abiertas las investigaciones y, con ello, la posibilidad de que aparezcan más victimarios, que pueden ser curas o personal de la escuela no perteneciente al estado religioso. 

Menciono esto último porque, aparte de los curas pederastas, ya están bajo arresto tres personas que realizaban “tareas administrativas y de limpieza en la institución”. Uno de ellos es José Luis Ojeda, un joven discapacitado que laboraba en el colegio. Las identidades de los otros dos no han sido reveladas, sólo se sabe que uno de ellos era monaguillo y tenía en el colegio un cargo administrativo.

Aparte de éstos, las víctimas han señalado a otros involucrados, entre ellos las monjas de la institución, quienes participaban de los abusos viendo cuando los pequeños eran obligados a tener sexo oral, publica La Jornada Online.

El fiscal Fabricio Sidoti, a cargo de la investigación, "cree que pueden ser muchas más las víctimas, cerca de 60, de acuerdo a los testimonios recabados", señala una nota publicada por Clarín. El tamaño del caso hizo que Alejandro Gullé, Procurador de la Corte de Mendoza, adelantara que “podría sumar otro fiscal para que complete el trabajo de Sidoti, puesto que a causa ya tiene un cuerpo de 250 fojas con declaraciones”.  

Sobre el número de víctimas, Guille dijo: “Estamos recibiendo una gran cantidad de denuncias, como cascada, estamos impresionados por la cantidad de gente que conocía este caso”. Y añadió: “La gente se está animando a dar su testimonio, la mayoría de los testimonios que estamos recibiendo son de chicos menores de edad y que datan de algunos años atrás”.

Lo más grave del caso es que la Iglesia católica sabía de los peligrosos antecedentes del italiano Corradi, quien “arribo a Argentina a mediados de la década de 1980, en un traslado ordenado por la Iglesia católica luego de que se lo vinculara a un caso de abusos sexuales en Verona”. Sobre su envío a Mendoza, Izquierda Diario señala que recibió esta ciudad como destino, “luego de sellar un claro pacto de silencio con la iglesia católica”. 

Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que no se trata de un asunto menor, sino de un caso indignante y altamente preocupante. Y lo digo no sólo porque estamos ante un lamentable caso de encubrimiento eclesial, sino porque estos abusos sexuales se producen en Argentina, la tierra del papa Francisco, quien prometió al inicio de su pontificado cero tolerancia hacia los curas pederastas. 

Los abusos registrados en el Instituto Antonio Próvolo nos permitirán ver si la Iglesia católica está a la altura de las exigencias de justicia y de no impunidad, o si Peter Saunders, miembro de la comisión del Vaticano contra la pederastia, tuvo razón al señalar –en febrero del presente año– que el papa Francisco “no ha hecho nada para terminar con los abusos a niños por parte del clero”. 

Twitter: @armayacastro

jueves, 24 de noviembre de 2016

EL ABORTO SIGUE SIENDO GRAVE

Por Armando Maya Castro
En la carta “Misericordia et miseria”, el papa Francisco otorga a los sacerdotes católicos de todo el mundo la facultad de perdonar, sin la autorización de un superior, el pecado del aborto, una práctica que la Iglesia católica ha condenado siempre

El pasado lunes, Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, presentó públicamente la carta del papa Francisco "Misericordia et miseria" (Misericordia y miseria), un documento que extiende a todos los curas la capacidad de perdonar indefinidamente, y sin la autorización de un superior, el pecado en el que incurren las mujeres que interrumpen su embarazo. 

“De ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto”, señala Francisco en dicho documento, el cual –afirman los expertos– puede provocar nuevas reacciones del ala conservadora vaticana, quien recientemente acusó al máximo líder de la Iglesia católica de herejía. 

La pregunta que surge al respecto es la siguiente: ¿Deja de ser el aborto un pecado grave dentro de la Iglesia católica? Jorge Mario Bergoglio asegura que el aborto sigue siendo grave “porque pone fin a una vida humana inocente”. Sin embargo, la autorización papal ha comenzado a ocasionar problemas: en Chile, organizaciones que promueven el aborto piden a los legisladores de ese país que "dejen de ser más papistas que el papa y aprueben ya la interrupción del embarazo por tres causales".

Lo que debe quedar claro es lo siguiente: la doctrina católica ha sido siempre contraria al aborto y opuesta a la práctica del mismo. Con base en ello, apoya decididamente a los activistas que realizan esfuerzos para impedir la aprobación de las leyes que buscan despenalizarlo.

Esta postura se basa en el argumento que sostiene que "la vida humana tiene inicio a partir de la fecundación, en el instante mismo en que un espermatozoide logra atravesar –fecundándolo– la membrana protectora del óvulo”. Por esta razón enseña que “la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción”. 

En los últimos dos siglos, diversos papas han emitido encíclicas que establecen la gravedad del aborto. Uno de ellos fue el Pío IX, quien en 1869 "se manifiesta en contra del aborto y lo castiga en cualquier momento del embarazo con la excomunión”. Conforme a la Apostolica Sedis del referido papa, “el aborto es un homicidio”, nos recuerda Gustavo Ortiz Millán en su libro La moralidad del aborto (Siglo XXI Editores, 2009), donde señala que el documento de Pío IX “constituye la primera declaración institucional de la Iglesia en contra del aborto".

Vinieron luego otras declaraciones papales en la misma dirección: Acta Apostolicae Sedis, de Pío XII en 1951; Gaudium et Spes, constitución pastoral del Concilio Vaticano II en 1965; Humanae Vitae, de Paulo VI en 1968; Evangelium vitae de Juan Pablo II en 1995. En esta última, el papa Juan Pablo II presenta la posición tradicional de la Iglesia católica en los siguientes términos: "Con la autoridad que Cristo ha conferido a Pedro y a sus sucesores, en comunión con los obispos –que múltiples veces han condenado el aborto y... han concordado unánimemente sobre esta doctrina–, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, constituye siempre un desorden moral grave, en tanto que es la eliminación deliberada de un ser inocente...".

El Vaticano, junto con Chile, El Salvador, Malta, Nicaragua y República Dominicana, son los seis países del mundo que “prohíben la interrupción del embarazo bajo cualquier circunstancia y tipifican penas de cárcel para toda mujer y persona que realice, intente realizar o facilite la realización de un aborto”. 

En la Ciudad de México –que no en todo el país– la interrupción voluntaria del embarazo está despenalizada desde 2007. Ese año, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó la despenalización del aborto inducido a petición de la mujer durante las primeras 12 semanas de embarazo, encontrando tenaz resistencia en algunos sectores religiosos, principalmente católicos. 

En ese tiempo, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señaló que “una obligación primaria del Estado consiste en velar y defender el derecho natural de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte”. 

El enfrentamiento fue de tal magnitud que la propia Secretaría de Gobernación inició un “procedimiento administrativo” contra el cardenal Norberto Rivera Carrera, así como en contra el vocero del arzobispado, Hugo Valdemar Romero, quienes fueron acusados de violar la ley en el debate sobre la despenalización del aborto.

Éste último reprobó también la norma oficial 046 de la Secretaría de Salud, que desde el pasado mes de marzo permite el aborto en todo el país, siempre y cuando el embarazo sea resultado de una violación, “sin importar la legislación estatal y sin la necesidad de que un juez lo autorice”. Valdemar Romero dijo entonces: “Un mal terrible es la violación de una persona, pero un mal mayor es asesinar al inocente que lleva en su vientre que nada tiene que ver”. 

Twitter: @armayacastro

martes, 22 de noviembre de 2016

PARTICIPACIÓN DE CLÉRIGOS EN GENOCIDIO RUANDÉS

 Por Armando Maya Castro
El sacerdote Athanase Seromba, uno de los tantos curas implicados en el genocidio de Ruanda, Fue condenado a 15 años por su participación en el genocidio. 

El 6 de abril de 1994, Juvenal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, presidentes de Ruanda y Burundi, respectivamente, perdieron la vida en un sospechoso accidente aéreo. El doble magnicidio originó una terrible oleada de violencia étnica en Ruanda, lo que llevó a Butros-Gali, en ese tiempo Secretario General de la ONU, a inculpar al ejército ruandés de genocidio contra la etnia tutsi.

Para el escritor y periodista José Steinsleger, el genocidio ruandés –que se perpetró ante la inoperancia de la comunidad internacional– es el “más sanguinario de la historia, en proporción a su duración: 800 mil asesinatos en 100 días”. 

Pero vayamos al inicio de la masacre, cuando la persecución obligó a los tutsis a buscar refugio en templos católicos. Esta desafortunada elección facilitó a los gendarmes e integrantes de la “interahamwe” (patrullas de la muerte del gobierno y el ejército),  la localización de los integrantes de la etnia perseguida, muchos de los cuales fueron ejecutados en recintos parroquiales.

Diversos miembros del alto clero fueron enjuiciados por su participación en el genocidio ruandés, entre ellos Agustín Misago, arzobispo de Gikongoro, quien fue arrestado el 14 de abril de 1999, luego de que el presidente Pasteur Bizimungu lo acusara de participar en el genocidio. 

Aparte de la anterior denuncia, African Rights acusó a Misago de haber cometido crímenes de lesa humanidad. Para el fiscal, la culpabilidad de Misago era evidente, por ello pidió contra el clérigo católico la pena de muerte. Los cargos que sobre él pesaban eran graves; se le responsabilizaba de haber negado refugio a los tutsis; de haber enviado a 30 escolares a la muerte;  de haber creado un campo de refugiados en Murambi; de colaborar en la masacre de la iglesia de Kibeho, y de haber comprado 100 machetes. 

Sobre este caso, El País Semanal publicó el 7 noviembre de 1999 el artículo de Isabel Hilton, titulado “Ruanda: el obispo de la muerte”. En dicho trabajo periodístico, la autora enumera los crímenes de Misago, aseverando que éste “se ha ganado cada centímetro del camino que le ha llevado hasta la puerta de los tribunales”. 

Lo extraño del caso es que, un año después de su detención, que tuvo lugar el 15 de junio del 2000, un veredicto del tribunal de Kigali lo absolvió de todas las acusaciones, principalmente por la presión que el Vaticano ejerció a lo largo del proceso, calificando como calumnioso el cargo de genocidio que pesaba sobre el prelado. 

El apoyo del Vaticano a Misago fue tanto que, en mayo del año 2000, estando el prelado todavía encarcelado, el papa Juan Pablo II le envió un telegrama en el que le expresaba, entre otras cosas, lo siguiente: “Deseando que se le restituya la libertad y pueda volver a ser guía amorosa de su comunidad diocesana, invoco al Señor resucitado la presencia consoladora de su Espíritu. Mientras de corazón le envío mi bendición apostólica”. Misago recibió también el apoyo de Fides, la agencia noticiosa del Vaticano, que publicó –antes del fallo del juez– una nota explicando las diez razones por las cuales el jerarca católico debía ser considerado inocente. En anteriores columnas he señalado lo que hoy repito: en el dictamen de absolución del magistrado, que se dio en septiembre del año 2000, la presión de la sede papal fue determinante. 

Las sospechas alcanzaron también a otros clérigos acusados de haber participado en el genocidio de Ruanda. Consolata Mu-kangango (sor Gertrudis) y Julienne Mukabutera (sor María Kizito) fueron acusadas de participar en la ejecución de 7 mil tutsis que buscaban refugio en el convento de Sovu. La participación de las “religiosas” consistió en llamar “a las milicias para que echaran del perímetro del convento a los tutsis. Les dieron gasolina a los milicianos para que quemaran a unos 500 tutsis que se habían refugiado en el estacionamiento del convento” (La Jornada, 9 de junio de 2001).

Por estos hechos, las dos monjas benedictinas fueron condenadas a 15 y 12 años de cárcel, respectivamente. La sanción, impuesta por un tribunal de Bélgica el 8 de junio de 2001, provocó la inmediata reacción de Joaquín Navarro Valls, en ese tiempo portavoz del Vaticano, quien hizo pública la inconformidad de Juan Pablo II en los siguientes términos: "El Santo Padre no puede expresar sino una cierta sorpresa al ver cómo la grave responsabilidad de tantas personas y grupos envueltos en este tremendo genocidio en el corazón de África, recae en sólo unas pocas personas". 

Hoy, a 22 años del genocidio ruandés,  una nota de la agencia noticiosa EFE publica que la iglesia de Ruanda ha pedido disculpas por "el papel que jugaron" algunos de sus clérigos en el genocidio. La súplica de perdón, que se plasmó en una resolución firmada este 21 de noviembre por nueve obispos que representan a todas las iglesias de Ruanda, no reconoce la participación institucional de la Iglesia católica, sino sólo la de algunos clérigos de dicha institución. Lo importante es que las investigaciones siguen, lo que nos permitirá conocer aún más sobre estos lamentables hechos. 

sábado, 29 de octubre de 2016

LUTERO: AYER UN HEREJE; HOY, CASI UN SANTO

Por Armando Maya Castro
El papa y la imagen de Martín Lutero

El papa Francisco ha sido invitado a Suecia por la Federación Luterana Mundial al homenaje en honor de Martín Lutero, autor de las 95 tesis que clavó el 31 de octubre de 1517 en las puertas de la templo del palacio de Wittenberg.

Iniciaba así la reforma protestante, un movimiento que pretendía, esencialmente, "una radical transformación en la Iglesia católica para liberarla de los vicios y corruptelas que padecía en razón de que la mayoría de los clérigos de alta jerarquía abusaban de sus prerrogativas y del enorme poder ideológico y económico acumulado por la Iglesia durante varios siglos", señala Gloria M. Delgado de Cantú.

En 1510, Lutero realizó un viaje a Roma a la que saludó con un "Salve, santa Roma", al contemplarla de lejos. En la cuna del catolicismo, el monje alemán presenció "tantos escándalos que a partir de aquel día formé la resolución de trabajar toda mi vida para arruinar el papado y reformar los abusos que habían sido introducidos en la religión por sacerdotes codiciosos o por pontífices infames", señaló tiempo después el propio Lutero (Mauricio de la Chàtre, Historia de los papas y los reyes, Tomo III, Barcelona, Clie, 1993, p. 256).

Ese afán de transformación, que hoy reconoce el argentino Jorge Mario Bergoglio, impulsó a Lutero a publicar, en 1517, sus famosas 95 tesis. La número 27 hacía referencia al mercantilismo de la Iglesia romana en los siguientes términos: "Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando".

La anterior tesis aludía al convenenciero discurso del monje Juan Tetzel, quien a la hora de vender las cartas de indulgencia en Wittenberg, decía: "¿Quién vacilará en adquirir por un cuarto de florín una de estas cartas que abren el paso a nuestra alma en las celestes beatitudes del paraíso? En el mismo instante en que el dinero cae en el cofre, el alma sale volando del purgatorio" (José Grau, Catolicismo romano: orígenes y desarrollo, Tomo I, Barcelona, Ediciones Evangélicas Europeas, 1987, p. 499).

El discurso de Tetzel y sus compañeros tenía el propósito de vender el mayor número de indulgencias, para cumplir la encomienda del papa León X, a quien le urgía el dinero para concluir la suntuosa Basílica de San Pedro, cuya primera piedra había sido colocada desde el pontificado de Julio II, en 1506. Por decreto papal se concedía indulgencia plenaria a las personas que ofrecieran a la Iglesia los donativos más generosos.

Tras la publicación de las tesis, el arzobispo de Maguncia hizo del conocimiento del papa el proceder de Lutero y lo grave de la situación, ya que eran muchísimos los partidarios del monje alemán. Esto fue lo que dijo el Papa minimizando la situación: "¡Fue un alemán borracho quien las escribió! Cuando le pase la borrachera, pensará de manera distinta. Son cuestiones de teología y vale más no mezclarse en ellas".

Más tarde, Lutero negó, además de la validez de las indulgencias, la autoridad papal, el celibato, los votos monásticos, el culto a las imágenes, el purgatorio y la misa. En 1520, el papa León X lo excomulgó y lo declaró hereje. Lutero reaccionó quemando públicamente la bula de excomunión, produciéndose así la ruptura con Roma.

Hoy, quinientos años después, el papa Francisco afirma que "Lutero estuvo animado por las mejores intenciones y que su reforma fue 'una medicina para la Iglesia'". Con estas palabras, el Papa despoja a Lutero del estigma de hereje, y casi lo eleva a los altares.

Twitter: @armayacastro 


http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/s2781.htm


martes, 25 de octubre de 2016

DEL CONCEPTO DE TOLERANCIA A LA CULTURA DE RESPETO (Primera parte).

Por Armando Maya Castro

Un llamado a transitar de la tolerancia al respeto (Foto UniradioInforma.com)

El pasado viernes 21 de octubre participé como ponente en el Foro de Análisis Académico por la Defensa del Estado Laico, organizado por Baja California Laica, quien fomenta una cultura de respeto al Estado laico, el único régimen jurídico que, aparte de limitar el poder eclesial, garantiza la libertad de conciencia, combate la discriminación, brinda un trato igualitario a las iglesias y garantiza el ejercicio de nuestras libertades fundamentales. 

Comparto mi ponencia en dicho Foro, efectuado en el Teatro Rubén Vizcaíno de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en la fronteriza ciudad de Tijuana, en donde hicieron acto de presencia, entre otros, el Foro Intereclesiástico Mexicano, República Laica, rectores de universidades, académicos, estudiantes y miembros de logias masónicas. Aquí mi participación:  

En nuestro tiempo, la discriminación en general es un problema que sigue afectando a la sociedad mundial. En 1995, la UNESCO se manifestó alarmada ante “la intensificación actual de los actos de intolerancia, violencia, terrorismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, racismo, antisemitismo, exclusión, marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas, refugiados, trabajadores migrantes, inmigrantes y grupos vulnerables de la sociedad...”. De 1995 a la fecha, el problema, por desgracia, se ha agravado.

El caso de México no es la excepción. La discriminación en nuestro país sigue siendo uno de los problemas más graves, y está presente en muchas facetas y escenarios de la vida cotidiana. En materia de discriminación las cosas no estarán bien mientras haya quienes crean que existen personas y grupos más valiosos que otros.

Las personas y grupos que convergemos en este foro estamos plenamente convencidos de que no podemos seguir pidiendo tolerancia para los diferentes, sino respeto, es decir, el pleno reconocimiento a nuestros derechos.

¿Por qué respeto? Porque es el único valor que puede suprimir del todo la discriminación, el flagelo histórico causante de innumerables males, no sólo en México sino en todos los países del mundo. La necesidad de respeto a la diversidad nos lleva a señalar en este Foro la urgente necesidad de transitar de la tolerancia al respeto, entendido este último como la valoración o estimación de la diversidad. 

"Tolerancia" es, en general, atribuida a la raíz del latín “tolerantia-ae”, y hace referencia a la aceptación de alguna situación con cierta resistencia. En el mismo sentido, “tolerare” viene a significar sostener, aguantar o resistir. También significa llevar una carga o sobrellevar una pena o sufrimiento. Se relaciona entonces con la tolerancia en cuanto que lo tolerado es siempre algo malo que se debe soportar.

No obstante, al mencionar la tolerancia en el contexto actual, se intenta representar inmerso el concepto del respeto, teniendo éste su propia valoración etimológica: “respectus” (atención o consideración), que en un sentido más amplio persuade a mirar hacia atrás a fin de lograr apreciar o reconocer a un ser humano, una acción, una cosa o, en su caso, un pensamiento.

Este Foro nos brinda la oportunidad de reflexionar, entre otras cosas, en lo siguiente: el término “tolerancia", el cual lleva décadas plasmado en los tratados internacionales protectores de los Derechos Humanos, no ha logrado producir la cultura de respeto que se necesita en México y en el mundo.

Para comprender el trayecto que debe darse de la tolerancia al respeto, es necesario analizar la evolución histórica de la primera. En el año 311, el emperador Galerio emitió el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, reconociendo en su corta duración la existencia legal de los cristianos, pero sin acabar con la persecución. Se proclamó luego el Edicto de Milán del año 313, conocido también como “La Tolerancia del Cristianismo”. A través de éste, Constantino I y Licinio concedieron a los habitantes del imperio licencia de seguir o elegir la religión cristiana.

Para 1598, en el marco de las guerras de religión, fue publicado el Edicto de Nantes, firmado por el rey Enrique IV de Francia. Este edicto se promulgó años después de la "Matanza de San Bartolomé", que acabó con la vida de miles de personas en París y varias ciudades de Francia. En la vigencia de este edicto se concedió tolerancia a los protestantes, es decir la posibilidad de ejercer su propio culto, pero en condiciones restrictivas, obligándolos a respetar las fiestas del catolicismo, que siguió siendo religión del Estado, y limitando el ejercicio del culto protestante a determinadas regiones. Exhibía así la tolerancia su debilidad e ineficacia.

Tras conocer el contenido del edicto, el papa Clemente VIII expresó sin un mínimo de respeto: “Un edicto que permite la libertad de conciencia, (es) la cosa peor del mundo”.

En la lucha contra la discriminación se han incrementado tratados, acuerdos, documentos, manifiestos y demás textos políticos y jurídicos, en los que se señala a la tolerancia como un ideal a alcanzar por las naciones, los organismos nacionales e internacionales, las academias e incluso las organizaciones religiosas. No obstante el esfuerzo que se realiza para fomentarla, siguen presentándose todos los días atropellos a los derechos humanos y vacíos sociales altamente preocupantes. Continuará. 


jueves, 6 de octubre de 2016

LA ELECCIÓN DEL PAPA NEGRO

Por Armando Maya Castro

Tras la renuncia del español Adolfo Nicolás Pachón, los jesuitas elegirán al próximo "Papa Negro"

Con el propósito de "profundizar la vida espiritual en el seno de la Iglesia, propagar la fe católica romana y extirpar por completo la herejía”, Ignacio de Loyola fundó, en 1534, la Compañía de Jesús, la orden católica a la que pertenece el actual papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio.

Un total de 215 jesuitas de todo el mundo  se encuentran reunidos en Roma para llevar a cabo la elección de su nuevo superior, luego de aceptar, previa consulta al papa, la dimisión del español Adolfo Nicolás Pachón, elegido en 2008 en sustitución del holandés Peter Hans Kolvenbach, quien ocupó el cargo durante 25 años.

Actualmente, la Compañía de Jesús está más fuerte que hace algunos años; tienen un papa jesuita y su crecimiento en número de miembros (16 mil 740) supera por mucho a las demás órdenes católicas. Una nota reciente de la agencia Notimex, que recoge declaraciones del ex vocero del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, refiere que del número total de jesuitas, “cinco mil de estos se encuentran en Europa, otros cinco mil en el Continente Americano, cinco mil 600 en Asia y mil 600 en África”.

La Compañía, cuya presencia en la educación occidental ha sido muy activa, intentó servir de soporte al papado desde que el papa Pablo III la aprobara, el 15 de agosto de 1540. Los miembros de esta congregación, hábiles e incansables defensores de la autoridad pontificia, quisieron ser desde aquel tiempo el muro protector de la institución papal, defendiéndola de todo tipo de embestidas, principalmente de aquellos que atacaron al papado por algunas desviaciones morales y doctrinales de la Iglesia de Roma.

“Pablo III, que comprendió lo importante que era para su Silla tener una milicia fanática dispuesta a combatir a aquellos que él indicara, cualquiera que fuese su poder o rango, recibió con distinción a Ignacio de Loyola y sus compañeros, les obligó a redactar unos estatutos, a organizarse en sociedad y a propagar sus doctrinas en todos los países”, refiere el historiador Mauricio de la Chàtre en su obra titulada “Historia de los Papas y los Reyes”.

Este historiador explica, con base en sus conocimientos históricos, cuál era la misión de los ignacianos: “...a los unos les confió la misión de introducirse en las cortes, de hacerse confesores de los reyes para enseguida revelarles los secretos de Estado; a los otros les mandó que predicaran al pueblo, que se apoderaran de la enseñanza de los niños, a fin de corromper sus costumbres y hacer de ellos nuevo seides para la teocracia”.

En la contrarreforma, que es la respuesta de la Iglesia romana a la reforma protestante de Martín Lutero, los jesuitas tuvieron una actividad decisiva, especialmente en el Concilio de Trento. Para Pío V –considerado el alma de la contrarreforma–, la entonces recién creada Compañía de Jesús fue su mejor instrumento. Y no podía ser de otra manera, toda vez que los jesuitas “se pusieron a la disposición del papa, prometiéndole obediencia incondicional”, refiere Edmond París, autor del libro “La historia secreta de los jesuitas”.

La incondicionalidad jesuita era tal, que el propio Ignacio de Loyola llegó a escribir: "Estemos convencidos de que todo es bueno y correcto cuando lo ordena el superior". Edmond París rememora la anterior frase ignaciana, y añade que el fundador de la Compañía llegó a declarar en cierta ocasión: “Incluso si Dios les diera un animal sin raciocinio como señor, no vacilarían en obedecerle como amo y guía, porque Dios ordenó que así fuera".

Este tipo de obediencia colocó a los jesuitas en el gusto y preferencia de la mayoría de los papas que ejercieron el pontificado hasta antes de Juan Pablo II, el pontífice romano que se inclinó por movimientos tales como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, relegando en buena medida a los jesuitas. Hoy, con un papa jesuita como máximo jerarca del catolicismo, los jesuitas vuelven a ser lo que antes fueron en cuanto a ser los preferidos del papa, que desde  el 13 de marzo de 2013 es Jorge Mario Bergoglio, quien estará atento al desarrollo del proceso de elección que llevará a cabo la Congregación General de la Societas Iesus, la cual realizará su primera asamblea plenaria para elegir al nuevo superior de los jesuitas o “Papa negro”, como también se le conoce.

Twitter: @armayacastro

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jueves, 1 de septiembre de 2016

SEPTIEMBRE Y EL PATRIOTISMO

Por Armando Maya Castro
Septiembre, mes de la Patria

Este jueves, el mundo le da la bienvenida a septiembre, un mes que para los mexicanos es de júbilo patrio por la conmemoración de varios acontecimientos que ocupan un destacado lugar en la historia de México: el inicio de la independencia (10 de septiembre de 1810); la consumación de la gesta independentista (27 de septiembre de 1821); la defensa del castillo de Chapultepec, custodiado heroicamente por cadetes del Colegio Militar ante los embates de las fuerzas norteamericanas, y donde perdieron la vida los llamados Niños Héroes (13 de septiembre de 1847). 

No se trata de denigrar o hacer menos a los demás meses del año, que también tienen lo suyo, sino que reconozcamos que en septiembre han tenido lugar varios acontecimientos dignos de conmemoración, como el nacimiento de los insurgentes José María Morelos (30 de septiembre de 1765) y Nicolás Bravo (10 de septiembre de 1786), así como el deceso de Doña Josefa Ortiz de Domínguez, acaecido el 8 de septiembre de 1768. 

Lo más importante para México y los mexicanos es lo ocurrido la madrugada del 16 de septiembre de 1810. En esa fecha, el entonces cura de Dolores, Guanajuato, Don Miguel Hidalgo y Costilla, pronunció el llamado grito de independencia, convocando a través del mismo a la lucha contra el yugo opresor de España. 

Hidalgo y los demás líderes insurgentes buscaban liberar a nuestro pueblo de una servidumbre que le había sido impuesta desde que los españoles, mediante el uso de la violencia, llevaron a cabo lo que conocemos como la conquista de México, en la que participaron expedicionarios ambiciosos, sin escrúpulos, sedientos de oro y anhelantes de mujeres y tierras, hombres que fueron altamente crueles y sanguinarios con nuestros antepasados indígenas. La mayoría de ellos, por no decir que todos, intentaron favorecer con sus excesos a su religión, sustituyendo a lo largo del proceso de la conquista a los antiguos ídolos aztecas por las imágenes del catolicismo. 

Retomando el tema de las fiestas patrias, es obligado reconocer que el aniversario de la independencia de México es la más importante de las celebraciones septembrinas; viste a México a lo largo de septiembre con luces, gallardetes y adornos tricolores alusivos a nuestro lábaro patrio. En ese mes, miles de mexicanos compran ese tipo de adornos y los exhiben en sus autos y en las fachadas de sus casas y edificios, donde se aprecia la alegría del mexicano por vivir en una nación libre e independiente.

El problema es que muchos de estos mexicanos creen a pie juntillas que esas expresiones de júbilo patrio es muestra clara e inequívoca de patriotismo y amor a México. En lo personal creo que el patriotismo es mucho más que expresiones verbales que ponderan la grandeza de México. Patriotismo es el valor que nos da el respeto y amor que le debemos a nuestra nación, así como la manera de demostrarlo a través de nuestra diaria contribución al bienestar común. 

Y ya que hablamos del amor que nos merece nuestro México lindo y querido, es importante recordar que ese amor no consiste en hacer gala de patriotismo en los actos de conmemoración de la independencia de México, la cual fue establecida –por cierto– a solicitud de José María Morelos y Pavón en 1813, cuando apenas habían transcurrido tres años de lucha independentista. 

El verdadero patriotismo es el probado amor a la patria, a su gente  y a su vasta cultura. No es la remembranza eventual de los grandes acontecimientos en la historia de México; tampoco la reminiscencia de los héroes que nos legaron una patria libre e independiente. Es el valor que nos impulsa a dar lo mejor de nosotros mismos en favor de nuestro país, más allá de nuestras diferencias ideológicas, políticas y religiosas. 

Lamentablemente, muchas personas confunden una actitud patriotera con un comportamiento patriota. ¿Hay alguna diferencia entre estos dos conceptos? Por supuesto que la hay, y para verla, les invito a que veamos la diferencia clara que nos proporciona el Diccionario  de la Real Academia Española entre patriota y patriotero. Al primero lo define como la “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”; en tanto que el patriotero es aquel “que alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo”.

Estos últimos abundan en México y, sin lugar a dudas, en todos los países del mundo. Se trata de gente que intenta exhibir, de manera ocasional, su amor por México, sin aportar lo justo para el bienestar de la nación, y sin contribuir con sus esfuerzos a la realización de los grandes proyectos y causas del país.  

Un ejemplo de genuino patriotismo lo tenemos en el General Vicente Guerrero, quien recibió del gobierno virreinal, a través de su padre, una oferta de perdón y prerrogativas a cambio de retirarse de la lucha insurgente. La respuesta de Guerrero prueba irrebatiblemente su verdadero patriotismo: "Compañeros, este anciano respetable, es mi padre; viene a ofrecerme empleos y recompensas en nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi padre, pero mi Patria es primero".

Twitter: @armayacastro 


martes, 30 de agosto de 2016

DESAPARICIONES FORZADAS

DESAPARICIONES FORZADAS
Por Armando Maya Castro


Hoy es el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, declarado como tal mediante la Resolución 65/209, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 21 de diciembre de 2010.

¿Pero qué es una desaparición forzada? La “Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas”, proclamada por la Asamblea General en su resolución 47/133, el 18 de diciembre de 1992, señala que se producen desapariciones forzadas siempre que “se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que éstas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley”.

En el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, conviene que nos preguntemos: ¿cómo estamos en México en la materia? Dejemos que nos lo diga la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (OACNUDH), quien aseguró, a finales de agosto del año 2014, que nuestro país enfrenta una situación crítica en materia de desaparición de personas. El organismo en cuestión se refirió no sólo a las desapariciones que han tenido lugar en el sexenio actual y en el anterior, sino también a las desapariciones forzadas que se produjeron en los años 60, 70 y 80, casos que siguen sin esclarecerse y, lo que es peor, en la más completa impunidad.

Tan mal estamos en la materia que, hoy por hoy, México no cuenta con una base de datos confiables y actualizados que nos permitan determinar el número de desapariciones forzadas “imputables a las autoridades del Estado y distinguirlos de aquellos que son responsabilidad de particulares”, señaló el 27 de agosto de 2015 el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez.

Los números son altamente alarmantes: en la administración de Felipe Calderón Hinojosa fueron documentadas alrededor de 12 mil 500 desapariciones forzadas. Las cosas no han mejorado en el actual sexenio, en el que, de los 23 mil 605 casos de desapariciones documentadas en el Registro de Personas Extraviadas, el 40% corresponden a la administración de Enrique Peña Nieto, advirtió hace unos meses el dictamen de la Cámara de Senadores.   

Respecto al tema, Amnistía Internacional (AI) acusa al gobierno federal mexicano de “mantener el empleo de las desapariciones forzadas, con el propósito de perseguir a minorías étnicas o de acallar y disolver a grupos opositores a sus objetivos”. Este proceder ilegal viola varios tratados internacionales de los que México es parte, que imponen la obligación de tomar medidas legales, administrativas y sociales que resulten necesarias para prevenir, sancionar y erradicar este tipo de desapariciones.

El cumplimiento de los tratados internacionales de derechos humanos contribuirá a poner fin a este tipo de prácticas, evitando al mismo tiempo la angustia e incertidumbre de los familiares de los desaparecidos. Los mexicanos no queremos que se vuelva a repetir el drama de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, quienes viven un sufrimiento indescriptible por no saber el paradero de sus hijos, desaparecidos la noche del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.

Todo lo que las autoridades mexicanas han hecho para poner fin a las detenciones forzadas y a las violaciones a los derechos humanos que acompañan a éstas, ha sido un fracaso. La anterior aseveración no es de quien esto escribe, sino de Jan Jarab, representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Aquí sus palabras: “‘frente a estos fracasos’, es que se han alzado familiares y colectivos de la sociedad civil, que asumiendo enormes riesgos han levantado su voz para exigir justicia y verdad, con el fin de que las autoridades responsables rindan cuentas y puedan saber dónde están sus seres queridos” (La Jornada, 01/07/2016).

Para salir de este estancamiento, los mexicanos tenemos el deber de trabajar más y mejor en la protección de los derechos humanos, lo que nos permitirá erradicar paulatinamente las desapariciones forzadas, un ultraje contra la dignidad humana, que viola entre otros derechos el derecho a la libertad, a la seguridad de la persona y a la vida.


Twitter: @armayacastro

viernes, 26 de agosto de 2016

LA NOCHE DE SAN BARTOLOMÉ

Por Armando Maya Castro

Representación de la Matanza ocurrida en San Bartolomé, de François Dubois

Ayer se cumplieron 444 años de uno de uno de los acontecimientos más espeluznantes en la historia de la humanidad: la Noche de San Bartolomé, un acto de crueldad que, en nombre de la religión, segó la vida de miles de protestantes en la ciudad de París, Francia. 

La barbarie de la noche del 24 de agosto de 1572 ocurrió en el marco de las llamadas guerras de religión que libraron católicos y hugonotes entre los siglos XVI y XVII. Al hablar sobre este lamentable suceso, no podemos calificarlo como el triunfo de una religión determinada, sino como el triunfo del fanatismo, la sinrazón y la brutalidad. 

Para entender lo ocurrido aquella terrible noche necesitamos remontarnos a los inicios del siglo XVI, cuando el calvinismo comenzó a tener un impacto importante entre los miembros de la nobleza, las clases intelectuales y la clase media de Francia. Fue justamente en las esferas antes mencionadas donde el pensamiento religioso de Juan Calvino empezó a ser determinante para la fundación del movimiento calvinista en Francia, el cual gozó, desde el principio, de la protección de la reina de Navarra, Margarita de Angulema, y de su hermano el rey Francisco I de Francia. 

La protección de este monarca representó un bálsamo temporal para los protestantes franceses, llamados despectivamente “hugonotes” por celebrar sus reuniones al pie del monumento en honor del rey Hugo, fundador de la dinastía de los Capeto. Ya sin el amparo real, los hugonotes fueron hostilizados por una mayoría católica que “perturbaba con afrentas sus sepelios y funerales”, dándoles “el mismo trato que a brujas y herejes”, refiere el historiador Viet Valentín.  Este trato cruel en agravio de los protestantes continuó bajo el reinado de Enrique II, quien contrajo nupcias, en 1533, con Catalina de Médicis, considerada por muchos como el verdadero cerebro de este “pasaje desafortunado”.

En 1563, el almirante Gaspard de Coligny, líder de los “hugonotes”, logró la firma del Tratado de Amboise, consiguiendo –según pensaba– cierto grado de libertad religiosa. Años después, específicamente en 1570, conquistó condiciones muy propicias en el Tratado de Saint-Germain-en-Laye, un convenio que puso fin a la tercera guerra de religión. Este último tratado produjo en la mayoría de los protestantes una confianza excesiva, sin imaginar las maquinaciones de Catalina, quien se valió del matrimonio de su hija Margarita de Valois con el príncipe protestante Enrique de Navarra, para asestar un golpe definitivo a la causa protestante.

En 1570, Catalina y su hijo hicieron creer a los protestantes franceses que las diferencias religiosas entre católicos y hugonotes habían sido superadas. El matrimonio, y la firma del tratado antes que garantizaba libertad de cultos en el reino, eran en teoría la mejor prueba de ello. El error más grande de los calvinistas consistió en haber creído a pie juntillas que los católicos respetarían la validez de dicho convenio, sin sospechar que se trataba de una trampa que tenía el despiadado propósito de liquidarlos de un solo golpe. 

Todo estaba ideado para que, al darse cierta señal, los soldados masacraran a los protestantes en diversos puntos de la ciudad. El primero en caer fue Coligny, cuyo cuerpo fue mutilado y arrastrado por las calles de París durante tres días, colgándole finalmente por los pies en las afueras de la ciudad. 

De París, la carnicería se expandió inmisericorde a todos los rincones del reino, en donde fueron masacrados sin piedad miles de protestantes. Los relatos sobre esta encarnizada matanza son espeluznantes: los  niños eran colgados del cuello de sus padres, que morían abrazando con ternura a sus hijos. La participación de los laicos católicos era intensa, así como la de varios sacerdotes que “sosteniendo el crucifijo en una mano y una daga en la otra, corrían hacia los cabecillas de los asesinos, y los exhortaban enérgicamente a no perdonar ni a parientes ni a amigos”, refiere John Foxe en el Libro de los Mártires. 

Como en todos los acontecimientos históricos, hay autores que le restan importancia a la matanza calculando en 2 mil el número de víctimas; otros por su parte la magnifican, afirmando que fueron 100 mil los protestantes asesinados. Pero más allá del número de personas asesinadas, lo cierto es que se trató de “un acto diabólico de sanguinaria brutalidad”, como lo califica John Foxe en la obra antes mencionada. 

Lo que realmente duele es no poder afirmar que se trata de cosas del pasado, pues la intolerancia religiosa sigue siendo una amenaza latente para la paz del mundo y la seguridad de las personas. El mejor ejemplo es el proceder sanguinario de las organizaciones terroristas que, en nombre de la religión, siguen acabando con muchas vidas inocentes en varias partes del mundo. Estos grupos, así como los líderes políticos y religiosos que usan una agresiva retórica de odio, siguen invocando acontecimientos como los ocurridos en la Noche de San Bartolomé. 


Twitter: @armayacastro 




jueves, 28 de julio de 2016

FRANCIA Y SU REACCIÓN FRENTE AL TERRORISMO

Por Armando Maya Castro
Los ataques a Francia por parte del terrorismo han sido continuos en los últimos años; el último de ellos se registró en una Iglesia católica, donde fue degollado brutalmente un sacerdote (Foto: El Mundo.es).

Francia es la nación europea más golpeada por el terrorismo. Lo ha sido al menos en los últimos cinco años, como lo revela un texto periodístico de ABC.es, publicado este 15 de julio bajo el siguiente título: Cronología de atentados terroristas en Francia. 

Esta nación se da cuenta ahora de lo pernicioso que es el terrorismo, algo que, al parecer, no le preocupaba mucho cuando otorgó refugio y hasta carta de refugiado político a los terroristas fugados de ETA. Procedió así a pesar de saber que esta organización criminal, como declaró José María Aznar en La Entrevista con Sarmiento, se dedicaba a asesinar “por el hecho de pensar distinto, de defender ideas distintas, de tener planteamientos políticos, intelectuales o sociales distintos" (Líderes, Planeta, 2010). Por fortuna, la postura de la Francia de aquellos años duró poco tiempo. 

Pero volvamos al tema de Francia como objetivo del terrorismo yihadista, toda vez que ese país ha sido golpeado nuevamente por el autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en ingles). El pasado martes en una iglesia de Normandía fue asesinado violentamente el sacerdote católico Jacques Hamel de 84 años de edad, a quien los yihadistas obligaron a arrodillarse y le degollaron mientras lo grababan. Este lamentable caso, en el que resultó gravemente herida otra persona, se une a la lista de ataques que han hecho de Francia un objetivo de ISIS, la organización terrorista que, inmediatamente después de este suceso, asumió la autoría del ataque. 

Antes de esto, las ciudades de Niza y París habían sido golpeadas sin piedad por el terrorismo de ISIS. El pasado 14 de julio, la muerte sorprendió a más ochenta personas durante los festejos de la Toma de la Bastilla en el paseo de los Ingleses en la ciudad de Niza. En ese lugar, un camión recorrió cerca de dos kilómetros embistiendo a cientos de personas que se hallaban presenciando los fuegos artificiales con motivo de la celebración del Día Nacional Francés, privando de la vida a 84 personas y dejando a cerca de 50 gravemente heridas.

El 13 de noviembre de 2015 tuvieron lugar varios ataques terroristas en la ciudad de París y su suburbio de Saint-Denis. Los medios de comunicación informaron que los atacantes suicidas usaron bombas, ametralladoras y cinturones explosivos, dejando un saldo de 137 muertos y 415 heridos. Las víctimas, como usted bien sabe, eran todas inocentes, es decir, ajenos a la lucha de las autoridades francesas contra “el terrorismo, el fundamentalismo y el fanatismo”, razón por la cual Francia está siendo atacada, declaró recientemente el presidente Francois Hollande. 

Antes de referirme al atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo, ocurrido el 7 de enero de 2015 en la capital francesa, me referiré a la lucha de Francia contra el terrorismo, una lucha en la que se han cometido varios excesos. El más reciente tuvo lugar el pasado 19 de julio, y fue motivado por un deseo de venganza. Lo anterior fue revelado por Bashar Al-Yafari, quien señaló que Francia quiso castigar el ataque en Niza, pero calcularon mal: "La Fuerza Aérea francesa bombardeó la localidad y causó múltiples víctimas: dos veces más que las que murieron en el ataque de Niza. El presidente francés quiso vengarse de lo sucedido allí y mató a 164 civiles", declaró el representante permanente de Siria ante las Naciones Unidas (ONU). 

Entiendo perfectamente bien que es de humanos errar, como también es de humanos fallar en los cálculos bélicos. El problema es que este mal cálculo francés priva de la vida a decenas de inocentes, con el agravante de que el autor de estas muertes es un gobierno legítimamente establecido, no un grupo criminal que actúa al margen de la ley. Pero como decía Max Stirner: “El Estado llama ley a su propia violencia, y crimen a la del individuo”. 

El ataque contra Charlie Hebdo, un semanario que publica, desde hace varios años, caricaturas satíricas en torno de Mahoma, el fundador del Islam, acabó con la vida de 12 personas, entre ellos el director, cartonistas y reporteros de la publicación satírica. Hollande señaló entonces que los trabajadores de dicho semanario representaban la libertad de expresión, un valor que la República seguirá defendiendo, prometió el mandatario francés, quien en un segundo pronunciamiento afirmó que Francia “ha sido atacada por su ideal de justicia, democracia y libertad de expresión”. 

En aquellos días señalé en este espacio de opinión que nada justifica la violencia contra de los medios de comunicación, ni siquiera la sátira de los cartones que algunos medios publican ofendiendo a los líderes religiosos y a las iglesias, algunas de las cuales son conceptuadas, intolerantemente, como sectas que representan un peligro para la unidad de las naciones. 

Lo que debemos aprender del caso es que por el sendero de la venganza y la violencia no encontraremos nunca la solución al problema del terrorismo, sino un distanciamiento de la paz que tanto nos interesa. Para frustrar conspiraciones de grupos terroristas es necesario trabajar más en las estrategias preventivas y dedicar mayor atención y recursos a los servicios de inteligencia. Concluyo recordando las palabras de Martin Luther King al respecto: “La violencia crea más problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz”.

Twitter: @armayacastro 


martes, 26 de julio de 2016

EL CASO SAN JUAN CHAMULA, ¿POLÍTICO O RELIGIOSO?

Por Armando Maya Castro


La sociedad mexicana ya no soporta la inseguridad que nos flagela diariamente, un mal creciente que hoy por hoy ha alcanzado niveles alarmantes en varios estados de la República mexicana.

La ola de violencia es el pan nuestro de cada día, esto a pesar de las continuas recomendaciones que nos proporcionan los medios de comunicación y algunas autoridades de gobierno en el sentido de aprender cómo prevenir y reaccionar ente un posible acto de violencia en nuestro agravio.

Las quejas se escuchan diariamente en redes sociales, en las calles, en el hogar, en los restaurantes y demás sitios de reunión, sobre todo cuando nos enteramos de la saña y brutalidad inauditas con que son ejecutadas algunas de las personas que son devoradas por la ascendente espiral de violencia. Las quejas tienen razón de ser si tomamos en cuenta las cifras preliminares que este lunes diera a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI): en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto han ocurrido un total de 62 mil 926 homicidios.

Se tiene que reconocer, sin embargo, que existen gobiernos estatales que están realizando acciones serias –aunque no tan contundentes– para frenar la violencia, como también hay entidades donde el triunfo de la impunidad es un hecho innegable. Me refiero a esos estados donde se cometen delitos que no se castigan como marca la ley, tal vez porque así conviene a determinados grupos de poder político.

Uno de los casos más recientes es el de San Juan Chamula, un municipio marcado por la violencia religiosa que, desde principios de los años setenta, han desplegado algunos caciques de varios municipios indígenas tzotziles y tzeltales, quienes han venido encarcelando, expropiando y finalmente expulsando a los evangélicos que se niegan a contribuir económicamente para la celebración de las fiestas patronales, señalan los autores del libro Globalización, resistencia y negociación en América Latina.

Lo ocurrido el pasado sábado en la plaza central de San Juan Chamula, donde fue asesinado y rematado con el “tiro de gracia” el presidente municipal Domingo López González, no puede desvincularse de la cuestión religiosa. Y lo digo porque en dicho municipio se localiza el principal foco de intolerancia religiosa en México, un fenómeno que ha producido innumerables atropellos en agravio de la comunidad evangélica de Chiapas. Los números son contundentes: en poco más de cuatro décadas, cerca de 40 mil evangélicos han sido expulsados con lujo de violencia de sus comunidades.

Sobre este lamentable caso de violencia, el analista político Jorge Fernández Menéndez señala en su columna Razones de este lunes: “es un conflicto político donde intervienen distintos actores que cambian de bando con más facilidad que de ropas. Están involucrados priistas, verdes, zapatistas, católicos y evangélicos, y otros grupos que en realidad, más que de ideologías, defienden intereses personales”.  

En más sobre el caso, el citado columnista agrega: “En la zona, como dijimos, operan zapatistas y existe una profunda intolerancia religiosa entre los católicos ultratradicionales de Chamula, otros grupos católicos más cercanos a la diócesis de San Cristóbal y evangelistas, y todos se reparten entre distintos grupos y partidos políticos. En realidad, muchas de estas luchas están basadas en el control de la venta de bebidas alcohólicas (el pox), refrescos y hasta de velas, que se disputan diversos caciques. Las expulsiones de indígenas de la comunidad por motivos religiosos son constantes y en ocasiones sirven, simplemente, para ocultar disputas por tierras” (Excélsior, 25/07/2016).

Los antecedentes de San Juan Chamula en materia de intolerancia religiosa, así como el puntual análisis de Fernández Menéndez, nos llevan a demandar la inmediata intervención de las autoridades federales, para que se lleve a cabo una investigación profunda de los móviles que produjeron los ya mencionados actos de violencia.

Estará usted de acuerdo conmigo, estimado lector, que la investigación del caso debe ser seria y debe estar dirigida a determinar las causas y la totalidad de los responsables intelectuales y materiales de los hechos, a los cuales, por bien de México, debe aplicarse todo el peso de la ley.
Soy de los que piensan que las autoridades de los tres niveles de gobierno están a tiempo de unir esfuerzos para dar respuesta satisfactoria a una ciudadanía harta de la violencia, que demanda, con justa razón, el fin de la grave crisis de violencia por la que atraviesa nuestro país.

Twitter: @armayacastro




sábado, 23 de julio de 2016

LAS UNIVERSIDADES Y EL ESTADO LAICO

Por Armando Maya Castro
Desde hace tiempo, la UNAM viene realizando un admirable trabajo en materia de defensa del Estado laico. Sería bueno que las demás universidades públicas del país imitaran el ejemplo de nuestra máxima casa de estudios (Foto: Portal UNAM). 

La mayoría de los expertos en materia de laicidad coinciden al señalar que urgen acciones para detener el alud de violaciones al artículo 130 constitucional, el cual establece con absoluta claridad la separación del Estado y las iglesias, un principio histórico que varios políticos de nuestro tiempo han quebrantado, como también han transgredido el artículo 40 de nuestra Carta Magna, que define como “laica” a la República Mexicana.

La propuesta de la UNAM, la máxima casa de estudios del país, que es a su vez la institución de educación superior más importante de México, es en el sentido de que, con un lenguaje sencillo y comprensible para todos, se lleve a cabo un trabajo que “concientice” a la sociedad sobre la importancia de preservar incólume el Estado laico y la educación que en el marco del mismo se imparte. 

Creadora de la Cátedra Extraordinaria “Benito Juárez”, la UNAM organiza a través de dicha cátedra “seminarios, la publicación de textos y la realización de otras iniciativas universitarias como concursos de ensayo o programas de televisión”, todo orientado a fortalecer la cultura de laicidad, un aspecto al que varias universidades públicas del país le han restado importancia. 

En mi opinión, el ejemplo de la UNAM debería ser imitado por todas las instituciones de educación superior, principalmente por las universidades públicas del país, algunas de las cuales parecen trabajar en dirección contraria, favoreciendo con su silencio el proyecto de la jerarquía católica y de la extrema derecha, cuyas acciones pretenden el retorno del Estado confesional, opuesto al Estado laico y a las libertades que de él emanan.

Y ya que hablamos de Estado confesional, conviene recordar a las nuevas generaciones de mexicanos lo que muchos de ellos han olvidado: que en la vigencia del México confesional el monopolio absoluto de lo “religioso” fue de la Iglesia mayoritaria, y que en esos siglos la intolerancia religiosa alcanzó altos niveles de brutalidad y crueldad en agravio de quienes impugnaban el dogma represivo del catolicismo. 

Si las instituciones de educación superior deciden imitar el ejemplo de la UNAM, los políticos contrarios al Estado laico quedarán maniatados para trabajar en modificaciones constitucionales orientadas a favorecer los intereses de poder de los jerarcas de la Iglesia mayoritaria, quienes insisten en que se reformen aquellos artículos constitucionales que les impiden recuperar los privilegios que perdieron cuando Benito Juárez promulgó las llamadas Leyes de Reforma. 


















sábado, 9 de julio de 2016

REFORMAS ESTRUCTURALES Y CREACIÓN DE EMPLEOS

Por Armando Maya Castro
El presidente de México presume la creación de 2 millones de empleos en su administración (Foto: Diario de Coahuila)

Este jueves, el presidente Enrique Peña Nieto celebró en la planta Robert Bosch en Toluca, Estado de México, la creación del puesto de trabajo número 2 millones en los tres años y medio del actual sexenio. Se trata, señaló el primer mandatario de la nación, de una “cifra histórica” nunca antes alcanzada desde que se mide la generación de empleo de manera mensual.  

Durante el anuncio de este supuesto logro sexenal, Peña Nieto echó las campanas al vuelo al señalar a los medios que cubrieron el evento, que en su administración “se han generado más empleos que los que nunca antes en el pasado se había logrado alcanzar”, y añadió que es importante contrastar el número de empleos generados en lo que va de su administración con el pasado, para darle justa dimensión y reconocer esta noticia.

En seguida, el Jefe del Ejecutivo Federal atribuyó esta “buena noticia”–como él mismo la calificó– a las llamadas reformas estructurales, las cuales –dijo– son "el andamiaje, el camino, la autopista por la que el país siga creciendo, mantenga su dinamismo económico y atraiga inversiones productivas" (La Jornada, 7/07/2016). 

En mi opinión, estas reformas siguen sin convencer, esto sin mencionar que han fomentado un marcado desencanto en millones de mexicanos. Me refiero concretamente a la reforma energética, cuyo intento privatizador le ha generado fuertes críticas, mismas que se han multiplicado con los primeros incrementos en el costo de la gasolina y las tarifas de luz, todo en detrimento del bolsillo de los que menos tienen. 

Todo esto se da justo el día en que María de los Ángeles Moreno, ex presidenta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) declarara a conocido diario de circulación nacional que si su partido sigue sin cambiar “el rumbo” perderá las elecciones presidenciales del año 2018. Y agregó la apasionada defensora del Estado laico y de las libertades que de él emanan: el PRI necesita “reivindicar triunfos, pero con la mirada puesta en la ciudadanía”. 

Todos esperamos, por bien de nuestro querido México, que este tipo de voces sean escuchadas y que los políticos de nuestro país, particularmente los del PRI, no caigan en triunfalismos por la cacareada creación de más de 2 millones de empleos que presume Peña Nieto, una cifra que ya empezó a ser cuestionada por algunos columnistas, entre ellos Carlos Fernández Vega, quien señala en su columna de este viernes, publicada en conocido diario capitalino, que el truco principal “es que en los 43 meses referidos por Peña Nieto la demanda de empleo duplicó la creación de plazas formales, es decir, sólo uno de cada dos paisanos en edad y condición de laborar logró un lugar en la formalidad. El resto, al desempleo, la informalidad o el destierro”. 

En lo personal, quisiera que “el truco” que percibe el analista antes mencionado fuera ficción, y que el anuncio presidencial en materia de generación de empleos fuese real. Anhelo de corazón que no estemos ante un logro ficticio, orientado a ocultar la inestabilidad laborar en el país, así como a recuperar a las personas que, por razones de corrupción política, le dieron la espalda al PRI en las pasadas elecciones.

Twitter: @armayacastro

Publicado en la edición impresa de El Occidental, el sábado 9 de julio de 2016

martes, 5 de julio de 2016

¿Y LA PROTECCIÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

 Por Armando Maya Castro
Agresiones como las que recientemente sufrió María Meléndrez, fotógrafa de La Jornada, indican que en México falta mucho por hacer en materia de libertad de expresión  (Foto: La Jornada).

Los recientes atentados contra la libertad de expresión nos llevan a preguntarnos, por enésima vez: ¿qué debemos hacer para proteger la libertad de expresión y evitar la violencia contra las personas dedicadas a investigar e informar? La ciudadanía se ha venido formulando esta pregunta desde hace varias décadas, sin que el legislativo haya logrado la creación de leyes efectivas, que fortalezcan la libertad de expresión y pongan fin a los ataques en contra de este derecho humano.

Las bases para la creación de leyes protectoras de la libertad de expresión –que abarca la libre expresión de opiniones y la libertad de informar– fueron puestas en Francia desde hace más de doscientos años. Me refiero a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada por la Asamblea General francesa, el 26 de agosto de 1789. 

Hablar de esta declaración es hablar del primer documento que reconoce públicamente las libertades de opinión y expresión, tal como lo consigna el artículo 11 del documento en cuestión, el cual dice textualmente: “La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”. 

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que estuvo inspirada en la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776), sirvió de base e inspiración a posteriores declaraciones, entre ellas la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948. El artículo 19 de ésta consagró la libertad de expresión en los siguientes términos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. 

Hace lo propio el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, estableciendo, entre otras cosas, que “Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones”; y que “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende –agrega– la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”. 

Otros tratados internacionales que protegen esta libertad fundamental son: la Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José); la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, entre otros. 

En el caso específico de México, tenemos como garante de la libre circulación de las ideas y de la información al artículo 6° constitucional, el cual establece que "la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado". 

A pesar del peso e importancia de los tratados internacionales ya mencionados, así como de nuestra Carta Magna, los ataques a la libertad de expresión en nuestro país son el pan nuestro de cada día. Ejemplo de ello es la reciente agresión a María Meléndrez, fotógrafa del diario La Jornada por parte de policías de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México. Le presentó a continuación el testimonio de la reportera gráfica agredida, quien fotografiaba un operativo policial frente al número 5 de la calle Monte de Piedad, en el Centro Histórico de la Ciudad de México”: “Me jalaban y empujaban entre varios policías para que no tomara fotos, a pesar de que me identifiqué como periodista de La Jornada. Uno llamó a las mujeres policías, quienes también me jalonearon mientras me amenazaban con que me llevarían detenida. Yo les dije que sí, que fuéramos para ver de qué me iban a acusar, porque yo estaba haciendo mi trabajo”, relata la fotógrafa. 

Este lamentable caso nos lleva a levantar la voz para exigir a las autoridades de gobierno una actuación enérgica, que ponga fin al hostigamiento contra la libertad de expresión, así como a la impunidad que rodea a varios de los atentados en agravio del ejercicio periodístico. 

Twitter: @armayacastro 







sábado, 2 de julio de 2016

UN ANIVERSARIO PARA FESTEJAR Y REFLEXIONAR

Por Armando Maya Castro
Declaración de Independencia de los Estados Unidos del Reino Unido (Imagen: El Universal)
El próximo lunes 4 de julio, el país más poderoso y rico del mundo estará de fiesta. Los habitantes de esa nación celebrarán, como cada año, el aniversario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del Reino Unido, uno de los acontecimientos más importantes en la historia de ese país que, hoy por hoy, tiene más de 316 millones de habitantes.

La Declaración de Independencia Americana, del 4 de julio de 1776, es importante “por la significación que atribuyó a los 'derechos inalienables' del hombre”, y porque –como señalan algunos autores– pondera "la tolerancia religiosa, la libertad individual y el consentimiento de los principios político-jurídicos fundamentales".

Comparto con usted, amable lector, la conclusión de la citada Declaración: "Por tanto, los representantes de los Estados Unidos de América convocados por el Congreso General, tomando como testigo al Juez Supremo del Universo de la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas colonias unidas son, y deben serlo por derecho, estados libres e independientes que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica y que toda vinculación política entre ellas y el estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta: y que, como estados libres o independientes tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los estados independientes...".

El anterior documento, redactado por Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams, enfatiza “una serie de aspectos propios de la ideología democrático-liberal tales como el que los hombres han sido creados iguales y, por lo tanto, tienen una serie de derechos inalienables como son: la vida, la libertad y la felicidad", subraya Carlos Araya Pochet en su obra "Historia de América en perspectiva latinoamericana".

Este autor refiere que "la Declaración de Independencia aceleró la confrontación", porque los británicos se oponían a los intentos independentistas de las 13 colonias. Araya Pochet señala, asimismo, que en 1776 “los funcionarios británicos fueron sustituidos por gobernadores norteamericanos. Sin embargo, como resulta comprensible, Inglaterra no se resignó a perder sus colonias, y los Estados Unidos debieron prepararse para resistir a su poderosa Metrópoli".

Le correspondió a George Washington conducir a las milicias estadounidenses a la victoria en las cercanías de Saratoga (1777), asegurando así la anhelada Independencia. Por su papel director en la emancipación de Estados Unidos, el general Washington goza de gran admiración entre los estadounidenses.

Lamentablemente, la grandeza que Estados Unidos tuvo al nacer como nación independiente ha sido empañada por el racismo contra los negros en varios momentos de su historia, así como por la xenofobia y discriminación de grupos y personas contra hispanos, mexicanos y asiáticos.

Por ello, considero que este aniversario es una buena ocasión para que las autoridades y habitantes de Estados Unidos analicen si su actuación de los últimos años es congruente con los principios de su Declaración de Independencia, que sigue siendo, hasta el día de hoy, uno de los textos más más influyentes de la historia de los últimos siglos.

Yo espero, sinceramente, que la celebración del próximo lunes vaya más allá del aspecto festivo; espero que se le dé importancia también a la parte reflexiva, a fin de que los estadounidenses analicen si políticos con la personalidad y discurso xenófobo de Donald Trump pueden contribuir a que Estados Unidos siga teniendo la grandeza y el renombre que le distinguen desde la Declaración de su Independencia.



Twitter: @armayacastro 

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Publicado en la edición impresa de El Occidental, el 2 de julio de 2016.