Por
Armando Maya Castro
El
balance del año 2013 en materia de laicidad es totalmente negativo. Me atrevo a
asegurarlo porque en el transcurso del mismo el Estado laico fue violentado
reiteradamente por la clase política mexicana, que se negó a escuchar las voces
que exigían respeto a la Constitución y a las leyes que de ella emanan.
Este
año fue uno de los peores para la laicidad del Estado mexicano. No sé si igual
o peor que el 2011, año en que la Cámara de Diputados aprobó la reforma del
artículo 24 constitucional, cuya intencionalidad era otorgar privilegios a la
Iglesia católica en detrimento de las minorías religiosas.
De
lo que sí estoy seguro es que el 2013 fue el año con mayor número de
violaciones al Estado laico por parte de varios funcionarios públicos de los
tres niveles de gobierno, quienes tuvieron la osadía de participar en
ceremonias religiosas pisoteando el legado de Benito Juárez y de los hombres de
la reforma.
Esto
es muy lamentable si tomamos en cuenta que el Estado laico, desde que fue
creado por Juárez en el siglo XIX, ha logrado garantizar las libertades de
todos los mexicanos, así como la convivencia y armonía entre todas las
corrientes ideológicas y religiosas que existen en México.
Uno
de los primeros atentados contra el Estado laico en lo que va del agónico 2013 fue
protagonizado por el presidente Enrique Peña Nieto y por Miguel Ángel Mancera,
Jefe de Gobierno del Distrito Federal, quienes asistieron –a pesar de lo que
ordena nuestra Carta Magna– a la ceremonia religiosa en la que Jorge Mario
Bergoglio fue investido como nuevo papa de la Iglesia católica.
El
caso más polémico es el de Mancera, quien no sólo viajó injustificadamente a la
ceremonia de entronización antes mencionada, sino que ha sostenido constantes
acercamientos con el cardenal Norberto Rivera Carrera, con quien se ha reunido
en eventos públicos con motivo de la campaña de desarme voluntario que se
realiza en la Basílica de Guadalupe y en la Catedral Metropolitana.
Antes
de continuar quiero referirme a lo que ha escrito Bernardo Barranco Villafán sobre
el contagio de la clase política mexicana. El especialista en temas de religión
escribió el 22 de mayo de 2013 en La Jornada: “El presidente Enrique Peña Nieto
está sentando precedentes. Su evidente inclinación católica está contagiando a
la clase política mexicana. Están saliendo del clóset los políticos devotos, de
manera especial los políticos priístas”.
Las
consagraciones de los gobernadores de Chihuahua y Veracruz, César Duarte Jáquez
y Javier Duarte de Ochoa, respectivamente, prueban de manera fehaciente que
Barranco Villafán tiene razón en lo que subraya. Nadie olvida que estos dos
mandatarios estatales actuaron en clara transgresión al principio histórico de
la separación del Estado y las iglesias al consagrar sus respectivas entidades
al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen María.
El
primero lo hizo en una misa que fue presidida por el arzobispo Constancio
Miranda Weckmann, ocasionando que el senador Javier Corral Jurado, del Partido
Acción Nacional, denunciara al gobernador chihuahuense ante la Secretaría de
Gobernación y la Subsecretaría de Asuntos Religiosos, acusándolo de violentar
la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
Posteriormente,
la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes Cervantes, entregó las llaves de
la ciudad a Jesucristo. Lo hizo durante un evento evangélico denominado
“Monterrey ora”, el cual fue organizado por la Alianza de Pastores de
Monterrey. El proceder de la alcaldesa constituye una violación de los
artículos 1°, 24, 40 y 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como de los artículos 1°, 3°, 25 y 29 de la Ley de Asociaciones
Religiosas y Culto Público (LARCP).
Atentados
similares contra el Estado laico fueron cometidos también por los alcaldes
Rodolfo Ambriz Oviedo de Benito Juárez, Nuevo León (PAN); César Garza
Villarreal de Guadalupe, Nuevo León (PRI); y Enrique Pelayo Torres de Ensenada,
Baja California (PRI), quienes pasaron por encima de la ley al entregar a
Jesucristo las llaves de sus municipios.
La
avalancha de violaciones al Estado laico en el 2013 incluyó también al
presidente municipal de Ixmiquilpan, Cipriano Charrez, quien colocó la banda
presidencial al Cristo del Señor de Jalpan. Otros actores políticos que figuran
en esta deshonrosa lista son: Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México; Enrique
Martínez Martínez, titular de la Sagarpa, quien pidió que la virgen de San Juan
de los Lagos lo ilumine como responsable del agro en México; Jesús Valencia, delegado
de Iztapalapa, quien montó un caballo para encabezar la peregrinación anual del
"pueblo de Iztapalapa" hacia la Basílica de Guadalupe. Menciono, por
último, los nombres de dos dirigentes partidistas que se han conducido sin
respeto al Estado laico: Víctor Hugo Castañeda y Alejandro Yáñez, dirigentes del
PAN y PT en Durango.
Sé muy bien que existen otros casos, pero los
mencionados hasta ahora deberían preocuparnos e impulsarnos a realizar acciones
encaminadas a consolidar el Estado laico, un legado que debemos defender en el
2014 como no lo hicimos en el 2013.
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