Por Armando Maya Castro
El
pasado 12 de diciembre fue un día de especial celebración para los fieles de la
Iglesia La Luz del Mundo, quienes recordaron –en reuniones celebradas en los
más de tres mil templos de esta Asociación Religiosa– el ingreso a Guadalajara
del Maestro Aarón Joaquín González, llamado al apostolado el 6 de abril de
1926.
En
la colonia Hermosa Provincia de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, las
actividades con motivo de dicho suceso se desarrollaron en un ambiente de
fervor, espiritualidad y fraternidad cristiana. Cuando las manecillas del reloj
marcaban las 10:00 horas, el Pastor Evangelista Naasón Joaquín García, en
representación del Apóstol de Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, se
presentó ante los fieles congregados en el templo sede internacional de La Luz
del Mundo para recordar los pormenores de la historia de la Iglesia en su etapa
de Restauración.
Al
inicio de su exposición, el hermano Naasón Joaquín señaló que el Apóstol de
Dios ha sido el principal interesado en que se recuerde la historia de la
Iglesia, estableciendo fechas para que los fieles recuerden los acontecimientos
históricos que han traído beneficios espirituales a las almas. Se remontó a lo
acontecido en Monterrey, Nuevo León el 6 de abril de 1926, fecha en que el Maestro
Eusebio Joaquín experimentó el llamado de Dios diciéndole: Tu nombre será
Aarón, lo haré notorio por todo el mundo, y será bendición”.
Recordó
asimismo los pormenores de la manifestación posterior a su llamamiento, en la
que Dios le ordenó salir de la ciudad de Monterrey con las siguientes palabras:
“El jueves próximo quiero que salgas”.
Al
dar testimonio de la obediencia del Maestro Aarón Joaquín al mandato de Dios,
el hermano Naasón Joaquín explicó que este Varón salió con su confianza puesta
en el Altísimo, predicando el Evangelio en varias ciudades y poblaciones de Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Jalisco,
estados que atravesó caminando a través de las vías del tren.
Explicó que las persecuciones, ultrajes y desprecios
que experimentó a lo largo de esa dolorosa travesía no lo amordazaron, antes
bien lo robustecieron para seguir
cumpliendo con admirable valor su sagrada misión. Su fe le ayudó –dijo– a
llegar a San Martín de las Flores, donde el 11 de diciembre de 1926 volvió a
escuchar la voz de Dios diciéndole: “Quiero que prediques el Evangelio en esta
ciudad, pues tengo un gran pueblo que me servirá y será ejemplo para muchas
naciones que me conocerán, y esta será la prueba de que yo te he enviado: Yo
estaré contigo”.
Sin dejarse intimidar por nada ni por nadie –ni
siquiera por sus temores como ser humano– el Hermano Aarón entró a Guadalajara decidido
a cumplir la voluntad de Dios. No lo intimidó ni lo frenó el fanatismo ni el clima
de intolerancia que prevalecían en la Perla Tapatía; tampoco lo detuvieron las
calumnias que intentaron denigrar su admirable labor apostólica, explicó.
Enseguida, queriendo que los fieles de la Iglesia valoraran
la bendición de seguir formando parte de la Iglesia, invitó a leer la siguiente
porción de las Sagradas Escrituras: “…con gozo dando gracias al Padre que nos
hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha
librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado
Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”
(Colosenses 1:12-13).
Al explicar el anterior texto bíblico, dijo que
Dios ha proporcionado a los fieles de la Iglesia la dignidad de ser llamados
hijos de Dios, así como el privilegio de haber sido iluminados por el Evangelio
revelado y de haber sido trasladados de la potestad de las tinieblas al reino
de su Amado Hijo Jesucristo.
Por la tarde de ese día continuaron las actividades
con motivo de la celebración del 12 de diciembre, efectuándose un servicio de
adoración en la colonia Bethel, al término del cual se realizaron 153 bautismos
con autoridad apostólica. Estos sacramentos, así como los demás bautismos que se
realizaron el pasado jueves en diversas partes del mundo, testifican del
crecimiento de la Obra de Dios y corroboran la fidelidad de las palabras dadas
al hermano Aarón Joaquín: “…haré notorio tu nombre por todo el mundo…”.
87 años después de este memorable suceso, La
Iglesia La Luz del Mundo sigue creciendo y teniendo presencias en 44 naciones
de la tierra, en las cuales Dios ha hecho célebre y notorio los nombres de
Aarón y Samuel Joaquín, los dos grandes apóstoles de la Restauración.
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