Por
Armando Maya Castro
Familiares de
víctimas de abusos sexuales y organizaciones no gubernamentales solicitaron al
Comité de los Derechos del Niño de la ONU, pedir al Vaticano paralizar el
proceso de canonización de Juan Pablo II, a quien acusan de proteger a varios
curas pederastas, entre ellos Marcial Maciel, ex líder de los Legionarios de
Cristo.
De consumarse esta canonización el próximo 27 de
abril, como todo lo indica, el papa Francisco estaría mostrando su
insensibilidad ante el dolor de las víctimas de pederastia clerical y de sus
familiares, quienes rechazan, con sobrada razón, la canonización de un papa que
trató a los criminales con sotana como “ovejas descarriadas”, disponiendo que
fueran atendidos con programas multidisciplinares a base de oración,
recogimiento, terapia psicológica, ejercicio físico y antidepresivos.
Esta demanda no
es nueva. En 2011, numerosas asociaciones mundiales defensoras de las víctimas
de curas pederastas se opusieron a la beatificación de Juan Pablo II, por
considerarlo el principal encubridor de sacerdotes pederastas de la historia.
Esta exigencia no prosperó, y Karol Wojtyla fue beatificado.
El 15 de julio
de 2013, José Martínez de Velasco, directivo de la Asociación de Víctimas de
los Legionarios de Cristo (AVL) objetó la canonización de Juan Pablo II en los
siguientes términos: “El pontificado de Juan Pablo II ha sido un papado
excesivamente largo y, precisamente por ello, hubo sombras que deberían haberse
considerado e investigado más” (Aristegui
Noticias, 15 de julio de 2013).
En vez haber
considerado los fuertes indicios que apuntan que el papa de origen polaco no
procedió correctamente ante los casos de pederastia clerical, los promotores de
la causa de canonización del pontífice polaco le dieron más importancia a las
supuestas luces de su papado.
Esta demanda se escuchó
nuevamente el pasado jueves en la Cámara de Diputados, donde se desarrolló el foro
"El Significado del Informe del Comité de los Derechos del Niño a la Santa
Sede y las Implicaciones para México”. Ahí, el ex sacerdote Alberto Athie pidió
al comité de la ONU hacer llegar esta solicitud a la Santa Sede.
"Qué tal si
lo canoniza y resulta que si hay elementos que le fincan responsabilidad como
un encubridor y por lo mismo como cómplice de casos de pederastia en el mundo,
qué va a pasar en la iglesia católica cuando tenga un santo en los
altares y ese santo fue cómplice de pederastia", reflexionó Athie.
John Pilmaier,
de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP, por sus
siglas en inglés), objetó hace algunos meses la canonización de Juan Pablo II,
afirmando que ésta “embarra el profundo y aún fresco escándalo de las víctimas
de abusos sexuales”. Al hablar sobre la tibieza de Juan Pablo II ante los casos
de pederastia, el citado activista
señaló: “A pesar de haber sido papa durante décadas, Juan Pablo II no hizo nada
para proteger a esta gente”.
Lo dije en julio
pasado y lo vuelvo a repetir: La decisión de canonizar a Karol Wojtyla
contradice la reforma del papa Francisco, que supone ‘la continuación’ de la
lucha contra la pederastia clerical. Por una parte endurece las penas contra la
pederastia en el Vaticano, y por la otra resuelve canonizar a quien protegió a los
causantes del sufrimiento de miles de niños.
La determinación
papal nos lleva a preguntarnos: ¿dónde queda su reciente declaración en el
sentido de que la Iglesia católica no va a dar un paso atrás en la lucha contra
los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes? ¿Dónde queda también la abierta
súplica de perdón por los abusos sexuales en agravio de menores cometidos por
hombres de la Iglesia católica?
Aunque los defensores de Juan Pablo II han
afirmado hasta el cansancio que éste “no estaba en conocimiento de la doble
personalidad del padre Maciel", lo cierto es que siempre estuvo enterado
de los delitos sexuales del legionario mayor. Tal vez haya desconocido la
relación que sostuvo con Blanca Estela Lara Gutiérrez y el abuso en agravio de
los dos hijos que procreó con ella, pero conocía todo sobre los abusos de Maciel
en agravio de los jóvenes seminaristas.
¿En qué se basan
las personas que sostienen que Juan Pablo II tenía conocimiento de las inmoralidades
de Maciel? En la carta abierta que ocho ex Legionarios de Cristo enviaron al papa
en noviembre de 1997. En ella, las víctimas del clérigo michoacano denunciaban “la
terrible y dolorosa verdad del oscuro mal oculto (…) durante más de cuatro
décadas, acerca de la encubierta conducta inmoral del mismo fundador y superior
general de la Legión de Cristo, el Padre Marcial Maciel Degollado”.
Por esta carta,
Juan Pablo II se enteró que su protegido era adicto al demerol, un potente
tranquilizante que “conseguía gracias a sus seminaristas, que se lo
administraban regularmente…”. Félix Alarcón, una de sus víctimas, asegura que
su superior se inyectaba, además, una sustancia derivada de la morfina. Estas
drogas –refiere Alarcón– las conseguían los seminaristas por indicaciones de su
líder.
A pesar de la carta en comento, el concepto del
papa sobre este siniestro personaje siguió siendo el que tenía de él desde
1994, año en que lo calificó como “guía eficaz de la juventud”. Y lo digo
porque el 30 de noviembre de 2004, con motivo del 60 aniversario de la
ordenación sacerdotal del entonces líder de la Legión, Juan Pablo II le
impartió una bendición apostólica especial: “Mi afectuoso saludo se dirige ante
todo al querido padre Maciel, al que de buen grado acompaño con mis más cordiales
deseos de un ministerio sacerdotal colmado de los dones del Espíritu Santo”.
Posteriormente,
dos de sus víctimas denunciaron “por las vías y protocolos canónicos oficiales,
establecidos por las instancias vaticanas pertinentes, parte gravísima de los
males” que ese año habían revelado a un diario norteamericano (Hartford
Courant, 23 de febrero de 1997). Estos datos dejan en claro que el futuro
santo del catolicismo sabía demasiado sobre la vida obscena de Maciel y de
otros clérigos inmorales del romanismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario