Por Armando Maya Castro
Juan Pablo II, el próximo santo de la Iglesia católica, proclamó amar a los niños católicos, pero hizo muy poco para protegerlos de los curas pederastas |
Ayer se cumplieron nueve años
del fallecimiento de Juan Pablo II, quien fue elegido pontífice romano en el
segundo cónclave de 1978, provocado por la repentina muerte del papa Juan Pablo
I. El cónclave en cuestión fue aperturado el 14 de octubre de ese año y terminó
dos días después, luego de ocho escrutinios.
El día de su elección –16 de octubre– tras escoger
el nombre de Juan Pablo II, Karol Wojtyla se dirigió al balcón de la basílica
de San Pedro y habló desde ahí a la multitud:
"Y ahora los eminentísimos cardenales han llamado a un nuevo obispo de
Roma. Lo han llamado de un país lejano... Lejano, pero siempre muy cercano por
la comunión en la fe y en la tradición cristiana" (Andrea Riccardi, Juan
Pablo II: la biografía, San Pablo, Madrid, 2011).
Comenzó así un pontificado que
–en la opinión del suizo Hans Küng –, "no es el más grande, pero sí el más
contradictorio del siglo XX". En el marco de los 25 años de Juan Pablo II
como máximo jerarca del catolicismo, el teólogo antes mencionado hizo público
el carácter contradictorio de aquél, manifestado en diez complejos ámbitos de
problemas:
1. “El mismo hombre que
defiende de puertas afuera los derechos humanos los niega de puertas adentro a
obispos, teólogos y mujeres, sobre todo…”. 2. “Un gran admirador de María que
predica excelsos ideales femeninos, pero que rebaja a las mujeres y les niega
la ordenación sacerdotal…”. 3. “Un predicador en contra de la pobreza masiva y
la miseria del mundo que, sin embargo, con su posición sobre la regulación de
la natalidad y la explosión demográfica, es corresponsable de esa miseria…”. 4.
“Un propagandista de la imagen del sacerdocio masculino y célibe que es
corresponsable de la catastrófica escasez de curas, el colapso del sacerdocio
en muchos países y el escándalo de la pedofilia en el clero, que ya es
imposible encubrir...”. 5. El impulsor de un número inflacionista de
beatificaciones lucrativas que al mismo tiempo, con poder dictatorial, insta a
su Inquisición a actuar contra teólogos, sacerdotes, religiosos y obispos
desafectos…”. 6. “Un panegirista del ecumenismo que, sin embargo, hipoteca las
relaciones con las iglesias ortodoxas y reformistas e impide el reconocimiento
de sus sacerdotes y la comunidad eucarística de evangélicos y católicos…”. 7.
“Un participante en el Concilio Vaticano II que desprecia la colegialidad del
Papa con los obispos, decidida en ese concilio, y que vuelve a celebrar en cada
ocasión que se presenta el absolutismo triunfalista del papado…”. 8. “Un
representante del diálogo con las religiones del mundo, a las que
simultáneamente descalifica como formas deficitarias de fe…”. 9. Un poderoso
abogado de la moral privada y pública y comprometido paladín de la paz que, al
mismo tiempo, por su rigorismo ajeno a la realidad, pierde credibilidad como
autoridad moral…”. 10. El Papa, que en el año 2000 se decidió con dificultad a
reconocer públicamente sus culpas, apenas ha extraído las consecuencias
prácticas…”.
La contradicción número cuatro,
que ha sumido a la Iglesia católica en una de sus peores crisis, nos lleva a preguntarnos
si Juan Pablo II merece ser canonizado. Los que conocen la protección que éste le
dio a Marcial Maciel, el criminal sexual más grande en la historia de la
Iglesia católica mexicana, opinan que Wojtyla no debe ser canonizado. Piensan
de la misma manera las personas que conocen el informe que el Comité para los
Derechos de los Niños de la ONU expidió el pasado 31 de enero, evidenciando en
el mismo la política poco colaboradora del Vaticano y su actitud omisa en los casos
de pederastia clerical.
Uno de los que se oponen a
dicha canonización es el ex sacerdote Alberto Athié. Así lo demostró la
respuesta que dio a Rodrigo Vera –del semanario Proceso– cuando éste le preguntó si Jorge Mario Bergoglio está obligado
a suspender la canonización, y si ésta puede interpretarse como un desacato a
las recomendaciones de la ONU: “El papa Francisco –señala Athié– debería
sopesar muy bien los antecedentes del futuro santo y no dejarse llevar sólo por
quienes impulsan la canonización. Pero finalmente él tomará la decisión que le
plazca. Será responsabilidad suya. Nosotros desde hace tiempo intentamos
impedir incluso la beatificación, paso previo para ser canonizado. Pero la
Congregación para la Causa de los Santos y la Congregación de la Doctrina de la
Fe determinaron que no había impedimentos para hacerlo beato... y lo
beatificaron” (Proceso, 8 de febrero de 2014).
En México no sólo Athié y las
víctimas de Maciel se oponen a que Juan Pablo II sea canonizado. Están en contra
de esa canonización las personas que saben que mantuvo activo a clérigos como el
cardenal Bernard Law, encubridor de más de 150 curas pederastas en Estados
Unidos. A propósito del tema, recuerdo que cuando el papa Francisco comenzó su
pontificado se indignó cuando se cruzó con Law en El Vaticano. ¿Sería por los
antecedentes de éste como protector de curas pederastas? Si fue por eso, surge
la pregunta: ¿por qué no le indigna del mismo modo el proyecto de canonización
de Wojtyla? En mi opinión la indignación debería ser similar, pues Law y Juan
Pablo II cometieron el mismo delito: proteger curas pederastas.
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