sábado, 22 de marzo de 2014

SEMANA CONTRA EL RACISMO

Por Armando Maya Castro

El 15 de noviembre de 1979, como parte de su programa para el primer Decenio de la lucha contra el racismo y la discriminación racial, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió que todos los años, en todos los Estados, la semana comprendida del 21 al 28 de marzo fuera declarada "Semana de la solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial" (resolución A/RES/34/24).

Esta resolución, y otras que sería imposible mencionar en este espacio, dejan constancia de los esfuerzos que ha venido realizando la ONU para acabar con la discriminación étnico-racial. Desde su fundación, este organismo internacional se ha ocupado de este problema, consagrando la prohibición de la discriminación racial en todos los instrumentos principales de derechos humanos. 

A pesar de que la ONU establece obligaciones concretas para los Estados y les encomienda la tarea de erradicar la discriminación étnico-racial, los prejuicios raciales siguen teniendo dañina presencia en varias naciones del mundo.

Lamentablemente los esfuerzos y acciones contra el racismo son recientes. Comenzaron a darse después de la Segunda Guerra Mundial, en cuyo marco se perpetró el genocidio nazi, uno de los mayores en la historia de la humanidad.

La historia demuestra que la mayor parte de los crímenes de lesa humanidad, las prácticas racistas y las persecuciones antisemitas han estado ligadas –directa o indirectamente– a fuertes prejuicios étnicos o raciales.

Si desde los primeros brotes de racismo la humanidad hubiera realizado una labor similar a la que la ONU ha efectuado en las últimas seis décadas, los prejuicios raciales, la xenofobia y las demás formas de violencia e intolerancia serían inexistentes.

Entiendo perfectamente bien que nada podemos hacer para corregir las masacres y horrores del pasado. Sin embargo, todos podemos contribuir en nuestro entorno a la construcción de un mundo mejor, libre de prácticas violatorias a los derechos humanos, tales como el maltrato al diferente y la discriminación en sus distintas expresiones.

Nuestra contribución puede evitar que se repitan genocidios como los perpetrados por Leopoldo II de Bélgica (responsable de la muerte de más de 8 millones de congoleños) y Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, donde el racismo hitleriano –perpetrado en nombre de la supuesta superioridad de la “raza aria”– llevó a la muerte a seis millones de judíos.

Los seres humanos de hoy debemos aceptar que todas las personas tienen derecho a una protección igual y efectiva contra cualquier tipo de discriminación. Deben admitirlo los habitantes de Estados Unidos, donde los estereotipos y prejuicios raciales siguen generado dolor y exclusión en millones de mexicanos y centroamericanos.

La encuesta que Sergio Bendixen realizó en 2007 para el Banco Interamericano de Desarrollo demuestra esta dolorosa realidad: una tercera parte de los mexicanos y centroamericanos que fueron encuestados aseguró que el principal problema de Estados Unidos es la discriminación. La encuesta reveló, además, que el 83 por ciento de los mexicanos y el 79 por ciento de los centroamericanos consideran que la discriminación va en aumento en ese país.

El proceder racista y el sentimiento antiinmigrante que predomina en varios estados de la Unión Americana ha erosionado la imagen positiva de defensa de los derechos humanos que esa nación ha venido construyendo. Afortunadamente no toda la población estadounidense es racista. Millones de norteamericanos consideran que las segregaciones raciales, las leyes discriminatorias y las actitudes en contra de determinadas nacionalidades deben ser suprimidas. El problema es que esas voces casi no se escuchan, ya que quienes ejercen el poder en Estados Unidos se ocupan más de los derechos humanos en el exterior.

¿Y cómo estamos en México en materia de discriminación racial? ¿Existe o vivimos en un paraíso libre de este fenómeno? La respuesta a estas interrogantes nos la da Ricardo Bucio Mújica, presidente del CONAPRED: "El racismo se ensaña mayormente con la población indígena. Ser o parecer indígena es motivo de racismo y discriminación. Algunas de las condiciones estructurales que se presentan con el fenómeno de la discriminación son la pobreza, la desigualdad social, la falta de oportunidades y la impunidad. Afecta principalmente a grupos o personas en situación de vulnerabilidad como: mujeres, jóvenes, niñas y niños, personas adultas mayores, indígenas, personas con discapacidad, personas de la diversidad sexual y afrodescendientes”.


La Semana de la solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial es una buena oportunidad para que las naciones de la tierra recuerden que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948, prohibió terminantemente todo acto de racismo, xenofobia o discriminación que pudieran impedir el desarrollo de las personas. La eliminación o reducción de los prejuicios raciales es una tarea compleja y sólo se logrará con nuestra contribución perseverante. Hagamos lo que corresponde y marca la ley cada vez que estemos ante un brote o manifestación de racismo.


Twitter: @armayacastro

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