Por Armando Maya Castro
De lograrse la reforma migratoria en Estados Unidos, el mérito será de los millones de inmigrantes que realizan importantes esfuerzos para lograr su legalización en esa nación |
Desde hace
algunas décadas, millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos
realizan importantes esfuerzos para lograr una reforma migratoria que les
permita vivir y trabajar legalmente en esa nación.
Hasta ahora,
la respuesta del gobierno estadounidense a los esfuerzos y acciones de los
grupos que se han organizado para conseguir dicha reforma ha sido el
endurecimiento racista de los controles fronterizos: la construcción de una
serie de muros, la militarización de su frontera con México, la criminalización
de la migración, las deportaciones masivas y la descalificación de los
inmigrantes.
Los esfuerzos
de los interesados en la reforma migratoria se intensificaron luego de que la
Cámara de Senadores del Congreso federal estadounidense aprobara (con 68 votos
a favor y 32 en contra) el proyecto de ley S. 744, el cual abre el camino para
modificar las leyes de inmigración y regularizar a poco más de 11 millones de
inmigrantes indocumentados.
Lamentablemente,
el proyecto de ley avalado por el Senado el 27 de junio de 2013 está estancado
en la Cámara de Representantes, donde los republicanos –que son mayoría– se oponen a que se proporcione a los
inmigrantes indocumentados una vía para la ciudadanía.
Me interesa señalar
que el proyecto de ley en cuestión está enfocado más a la seguridad de Estados
Unidos que a favorecer a quienes permanecen en la Unión Americana en calidad de
indocumentados. No olvide usted que el proyecto aprobado por el Senado lleva el
nombre de Acta para la Seguridad Fronteriza, Oportunidad Económica y
Modernización Migratoria.
Alejandra
Gordillo, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Atención al Migrante de
Guatemala (Conamigua) señala al respecto: “La simple aprobación del proyecto
con ese nombre denota cuáles van a ser las prioridades”. Abundando en el tema,
la funcionaria de Conamigua indica: “No se está discutiendo una reforma
migratoria integral, sino que tiene más tinte de seguridad, y no va a
beneficiar a los 11 millones de migrantes para nada”.
Existe sin
embargo la confianza de que el presidente del Congreso, el republicano John
Boehner, negocie este año una reforma migratoria integral, pese a que sus
actitudes y declaraciones indican lo contrario. No olvidemos que en enero
pasado, Boehner entregó una lista de principios de la reforma migratoria que
incluyó una dura vía de legalización para indocumentados con antecedentes
criminales y que pagaran importantes multas, pero una semana más tarde dijo que
el partido Republicano no debatiría la reforma en el presente año.
Ante la
negativa de la Cámara de Representantes, algunas voces han propuesto una nueva
solución para detener la ola de deportaciones. No es necesario –afirman–
aprobar una ley que otorgue acceso a la ciudadanía: “basta con aprobar algo que
les permita a los indocumentados trabajar y vivir en Estados Unidos sin temor a
ser deportados”.
Esta propuesta
resulta cómoda para el presidente Barack Obama, quien ha dicho más de una vez
que no quebrantó su promesa de promover una reforma migratoria, asegurando que
ha hecho “bastante” para mitigar los efectos de las deportaciones.
Más allá de
Obama y de la renuente actitud de los republicanos, los mexicanos esperamos que
prosperen los esfuerzos de nuestros hermanos en el vecino país del norte.
Cuando esto ocurra –porque confiamos que ocurrirá– deberá darse el mérito a
quienes lo tienen, no a los ruegos e intervención del papa. Menciono esto
porque un grupo de mexicanos radicados en Estados Unidos tendrán el día de hoy una
audiencia con el papa Francisco para pedirle que, durante la visita de Barack
Obama al Vaticano, no deje fuera de la agenda el tema de la inmigración, como
se había anunciado. Esta delegación confía que la “autoridad moral” del papa
puede generar el movimiento para desatorar el empantanamiento parlamentario con
respecto a la reforma.
Entre los
activistas que pretenden entrevistarse con Jorge Mario Bergoglio figuran Jerzy
Vargas, de 10 años de edad, y Carla Pérez, de 15, cuyos padres, Claudia Navarro
y Daniel Pérez, afrontan actualmente un proceso de deportación. Estos
pequeñines solicitarán al pontífice romano que interceda por una reforma
migratoria cuando se entreviste con Obama.
Estará de
acuerdo conmigo, estimado lector, que de lograrse la tan anhelada reforma, los
indocumentados que viven en Estados Unidos deberán tener la madurez para darle
el mérito a quien lo tiene: a sus propios esfuerzos, así como a las valientes acciones
de millones de personas y activistas que se han expuesto a ser deportados y
encarcelados por lograr una reforma migratoria que beneficie a los
indocumentados que viven en territorio estadounidense.
Twitter: @armayacastro
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