jueves, 20 de marzo de 2014

ESTADO LAICO, A 208 AÑOS DEL NACIMIENTO DE JUÁREZ

Por Armando Maya Castro



“La sociedad libre y abierta de la que gozamos en la actualidad se la debemos al liberalismo, por ello, su obra no puede ser clasificada como simple anticlericalismo, pues la desamortización de los bienes de la Iglesia, el hacer civil el matrimonio, el nacimiento y la muerte, el afirmar el Estado laico, el suprimir el fuero eclesiástico, constituyen elementos que conformaron 'la secularización de la sociedad', según la expresión del presidente Benito Juárez, estadista cuya mayor virtud fue la constancia heroica, a la que ineludiblemente ciñó todos sus actos, a la que irreductiblemente atrajo el talento, la capacidad y la vocación republicana de sus contemporáneos; de esa enorme generación de treinta hombres que escribieron la brillante página de la Reforma".

El párrafo anterior es de la autoría de Enrique Peña Nieto; forma parte del prólogo que redactó para el libro “Benito Juárez y la transcendencia de las Leyes de Reforma”, escrito por Víctor Humberto Benítez Treviño, quien –nos dice– se abocó a integrar diversos documentos para elaborar su libro, “realizando una interpretación histórica, sobre el contexto en que aconteció la Reforma, a la luz de los testimonios que a través de tres siglos se han elaborado sobre la vida del Benemérito de las Américas…”.

Corría el año 2006 cuando Peña Nieto prologó la obra antes mencionada; se desempeñaba como gobernador del Estado de México, cargo que le sirvió de trampolín para sus aspiraciones presidenciales. Al leer el prólogo de principio a fin podemos observar la admiración y el respeto que inspiraban en el mexiquense la obra de Juárez y de los hombres de la reforma, forjadores de la verdadera independencia de México.

Después de haber presenciado el desaseado proceso de reforma del artículo 24 constitucional y las diversas violaciones al Estado laico en su primer año de gobierno, los mexicanos nos preguntamos: ¿es real la admiración de Peña Nieto hacia la figura de Juárez? Y si lo es, ¿por qué no ha salido a defender el legado juarista cada vez que la clase gobernante ha tenido la osadía de violentar el Estado laico? ¿Por qué no ha girado instrucciones a la Secretaría de Gobernación en el sentido de aplicar las sanciones correspondientes a los políticos que promueven el catolicismo, atropellando así la laicidad del Estado mexicano? ¿Por qué permite el activismo de los clérigos que se conducen sin respeto a las instituciones del Estado?

Al margen de que su admiración por Juárez sea real o no, el presidente de la República tiene el deber de mantener el carácter laico del Estado porque así lo dispone el artículo 40 de la Constitución y el 3° de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. Tiene la obligación de respetarlo y hacer que se respete por su promesa de campaña, y porque México le dijo no al Estado confesional desde hace poco más de 150 años. Su deber es evitar retrocesos históricos y procurar la consolidación del Estado laico y del conjunto de libertades que de él emanan.

Para lograr esto último, los mexicanos tenemos el deber de involucrarnos, de alzar la voz, de exigir la aplicación de la ley. Lamentablemente hemos ido perdiendo la capacidad de reacción frente a los constantes atropellos al Estado laico por parte de la clase política y de los jerarcas católicos, quienes se niegan a aceptar que en México, muy a su pesar, sigue vigente el principio de separación del Estado y las iglesias.

El involucramiento de la sociedad puede evitar que se sigan presentando situaciones como las que se han dado en Michoacán y Morelos, donde el activismo social de algunos clérigos de la iglesia mayoritaria se realiza fuera del marco de la ley y sin respeto a las instituciones del Estado. En Morelos, la Academia, Litigio Estratégico e Incidencia en Derechos Humanos (ALEDIAC) alertó sobre el riesgo de que en ese estado se esté violentando el Estado laico por parte del obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro y otros dirigentes de iglesias evangélicas.

Entiendo perfectamente bien la postura de los jerarcas católicos frente a un tema tan sensible como el aborto. Nadie espera ni les pide que cambien su respetable postura, sino que se conduzcan con respeto a las instituciones y dentro del rol que les corresponde como ministros de culto.


Los mexicanos celebraremos mañana el 208 aniversario del nacimiento de Don Benito Juárez García, el estadista que –bajo el impulso de su amor por México– expidió las Leyes de Reforma, nacionalizó los bienes eclesiásticos, separó la Iglesia y el Estado, exclaustró monjes y frailes, concedió el registro civil a las actas de nacimiento, matrimonio y defunción, secularizó los cementerios y las fiestas públicas y promulgó la libertad de cultos. Coincido totalmente con quien ha señalado que “no podemos permitir un retroceso en esta  conquista histórica que inició el Benemérito de la Américas, y que ha costado sangre mantener a través de nuestra historia”. ¡Viva Juárez!


Twitter: @armayacastro



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