Por Armando Maya Castro
El arzobispo de Varsovia, Jozef Michalik, sugirió que los niños tienen la culpa de los ataques pederastas por parte de los sacerdotes católicos |
En repetidas ocasiones los
jerarcas del catolicismo han afirmado que tomarán medidas para proteger a los
niños y adolescentes católicos de los curas pederastas. El pasado mes de abril,
el papa Francisco pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe, encargada
de conocer los casos de pederastia clerical, continuar con la línea establecida
por Benedicto XVI, lo que significa actuar con determinación en lo concerniente
a los abusos sexuales.
A pesar de que la línea
adoptada por Jorge Mario Bergoglio es clara y subraya la necesidad de promover
"medidas de protección a los menores y una mayor cercanía y ayuda a las
víctimas de abusos sexuales", algunos obispos católicos insisten en
proteger y justificar a los curas pederastas, descargando el peso de la culpa
sobre las inocentes e indefensas víctimas de abuso sexual: los niños.
La declaración más reciente
en ese sentido la hizo el arzobispo de Varsovia, Jozef Michalik, quien apoyó
hace algún tiempo a un párroco condenado por abuso sexual. Tras revelarse una
serie de casos de pederastia clerical, que involucra a varios clérigos polacos,
entre ellos a Josef Wesolowski, ex nuncio apostólico en República Dominicana, el
también presidente del Episcopado Polaco sugirió que los verdaderos culpables
de ser abusados por los sacerdotes son los mismos niños, ya que algunos de ellos
buscan amor en los curas debido a que provienen de familias divorciadas.
El polaco Michalik declaró a
un grupo de reporteros que “un niño de una familia abrumada busca acercarse a
otros, pierde el rumbo y hace que la otra persona también lo pierda”. Estas declaraciones,
que buscan atenuar la gravedad del delito que cometen los curas pederastas, han
causado gran revuelo en Polonia y en el mundo entero, colocando al arzobispo polaco
en el centro de las críticas.
Aunque Michalik se disculpó inmediatamente,
aseverando que sus comentarios fueron un “lapsus” momentáneo, lo cierto es que
sus declaraciones exhibieron públicamente a los niños como los responsables de
las acciones delictivas de los curas
pedófilos. La única verdad es que los niños sólo son víctimas que poco o nada
pueden hacer para librarse del salvajismo criminal de estos pederastas.
Hace algunos años –a finales
de 2007, para ser exacto– el obispo de
Tenerife, Bernardo Álvarez, se refirió en los siguientes términos a los niños
que han sido abusados por clérigos católicos: "Puede haber menores que sí
lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores
y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te
descuidas, te provocan” (La Jornada,
12/28/07).
El escritor Jorge Franco, en
su libro "La sinrazón de la religión: liberación a través de una sociedad
desacralizada", al referirse a las declaraciones de este obispo, escribió:
"La desfachatez del comentario está en línea con la faena encubridora, que
ahora presenta a unos 'indefensos' sacerdotes provocados por la lascivia de
precoces jóvenes, incluso, niñas y niños".
Otra declaración que intentó
eximir de culpa al clero pederasta y a sus grandes protectores la hizo el
antiguo obispo de Augsburgo, Walter Mixa, quien dimitió por malos tratos a
menores. Este prelado afirmó, en febrero de 2010, que los 100 casos de
pederastia ocurridos en colegios religiosos alemanes son "crímenes
especialmente abominables" pero en su opinión esos abusos son, en parte,
fruto de la revolución sexual.
Inculpar a la revolución
sexual, que alcanzó su cenit en la década de los sesenta y setenta, es un vano
intento de convencer a la sociedad que la pederastia clerical es consecuencia
de dicho contexto social, no de la impudicia de algunos miembros del clero. Es,
asimismo, una forma mañosa de eludir la responsabilidad de éstos y de los
jerarcas que se han dedicado a proteger a los criminales con sotana, en vez de
brindar su apoyo y protección a las víctimas de éstos.
La Iglesia católica debe
admitir de una vez por todas que los curas pederastas son los únicos
responsables de sus obscenidades. Basta ya de descargar la culpa de éstos en los
niños, en el internet, en los medios de comunicación, en la revolución sexual.
Los culpables únicos de estos atropellos son los sacerdotes pedófilos, quienes
deben ser tratados no como pecadores, sino como delincuentes que merecen ser
castigados con todo el rigor de la ley.
Twitter: @armayacastro
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