Por Armando Maya Castro
“Tu
Nombre será Aarón, lo haré notorio por todo el mundo, y será bendición”. Estas
fueron las palabras que Dios dirigió al hermano Aarón Joaquín González la
madrugada del martes 6 de abril de 1926, llamándolo a ejercer el ministerio del
apostolado, reservado para él desde antes de la constitución del mundo.
Con
esa memorable manifestación comenzó la restauración de la primitiva Iglesia
cristiana, acompañada de la luz espiritual que marcaría el fin de una era de
oscurantismo y daría inicio a un tiempo de bendición, en el transcurso del cual
el Evangelio de Jesucristo lograría la erradicación de los conceptos humanos
enseñados por los hombres como mandamientos de Dios.
Los
fieles de la Iglesia La Luz del Mundo esparcidos en los cinco continentes
recordarán el día de hoy ese glorioso acontecimiento. Lo harán con regocijo
espiritual, sabiendo que el inicio de la restauración trajo consigo la
manifestación de la segunda dispensación apostólica, en la que volvió a
manifestarse, con la misma fuerza e intensidad, la gracia que favoreció a miles
de almas en los tiempos bíblicos.
En
un día tan especial como éste, conviene destacar que, desde el momento mismo de
su llamamiento, el Apóstol de Jesucristo comenzó a difundir entre los hombres el
Evangelio que Jesucristo predicó en el siglo I de nuestra Era; y que como custodio
fiel del Evangelio mantuvo siempre la pureza e inalterabilidad del mismo,
fundamentando sus enseñanzas en las Sagradas Escrituras.
A semejanza
de los apóstoles de la Iglesia primitiva, el hermano Aarón fue absolutamente
respetuoso de la doctrina revelada. Entendía que el mensaje del Altísimo, por
su origen y procedencia, es perfecto y no necesita de añadiduras humanas ni de
agregados que terminan por alterar la originalidad de la doctrina cristiana.
A
lo largo de sus 38 años de fructífera labor, jamás se atemorizó ni se avergonzó
de la Palabra que le fue revelada. Tomó conciencia que el Evangelio de Cristo,
como en los tiempos bíblicos, es poder y sabiduría de Dios. Esta convicción,
unida a su admirable trabajo de evangelización, le permitió lograr la
transformación de miles de almas en la República mexicana y en algunas ciudades
de Estados Unidos, El Salvador y Costa
Rica.
A 87
años del inicio de la restauración, la Iglesia La Luz del Mundo sigue brillando
y cosechando innumerables triunfos en México y el mundo. No podemos dejar de reconocer
que en la obtención de estos logros sobresale el fecundo trabajo del Apóstol de
Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, quien desde el 9 de junio de 1926 inició
un periodo de fulgurante expansión internacional, logrando la consolidación de
la Iglesia en México y en otras 43 naciones del mundo.
Sus esfuerzos han convertido
a la Iglesia La Luz del Mundo en una institución respetada por propios y
extraños, y muy prospera en el terreno espiritual, material y social.
Por todo esto, y por su
incuestionable honestidad e idoneidad con la que se ha conducido siempre, la
Obra del Doctor Samuel Joaquín Flores ha recibido incontables reconocimientos
de autoridades federales, estatales y municipales, quienes han valorado su gran
aportación en la moralización de los fieles de la Iglesia, a quienes ha
convertido, por medio de la doctrina cristiana, en buenos cristianos para Dios
y en buenos ciudadanos para el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario