Por Armando Maya Castro
Voces como la de Bernardo Barranco son necesarias para que en nuestro querido México se siga “construyendo una mirada imparcial, crítica y secular del fenómeno religioso” |
Sobre
el despido de Bernardo Barranco Villafán de la empresa Grupo Radio Centro existen
dos versiones: la oficial y la del afectado por dicha destitución. La empresa
radiofónica ha señalado que el especialista en asuntos socio religiosos quedó
fuera por haber violado la exclusividad del programa Religiones del Mundo.
Barranco Villafán piensa que fueron “las presiones de los Legionarios de Cristo
y de la Arquidiócesis” las que determinaron su salida.
Si
la versión del experto en religiones se confirmara, estaríamos ante un caso lamentable
de censura, uno más perpetrado por el poderío e influencia de la Legión y sus típicas
presiones a los medios de comunicación. En el pasado reciente, presiones
similares afectaron a periodistas como Ciro Gómez Leyva, a quien le “tocó
dirigir y poner al aire, en el hoy extinto CNI/Canal 40, el primer programa de
televisión sobre los abusos sexuales contra menores del padre Marcial Maciel,
fundador y guía de los Legionarios”. Ese “atrevimiento”, explica el actual
director editorial de Grupo Milenio, tuvo “un costo de presiones y boicot
comercial que, bien a bien, nunca se disiparon y sumaron en la penosa extinción
del canal” (Milenio, 26/09/2011).
De
esa manera, los Legionarios de Cristo lograron imponer un “silencio
vergonzante” en radio y televisión, hasta el 15 de abril de 2002, fecha en que
los periodistas Carmen Aristegui y Javier Solórzano, movidos por “la
responsabilidad en la información y el ejercicio periodístico”, dieron voz a
las víctimas de Marcial Maciel Degollado en el programa semanal Círculo Rojo, que se transmitía en el Canal 2 de Televisa,
el “canal de las estrellas”. El programa era coproducido por la empresa de Emilio
Azcárraga Jean y por Imagen, “la firma a cuya construcción contribuyeron Carmen
y Javier, junto con Pedro Ferriz de Con, cuando los tres salieron del Grupo MVS
a fines de 1999”.
El
periodista Miguel Ángel Granados Chapa, en el prólogo del libro “Marcial
Maciel, historia de un criminal”, escrito por la periodista Carmen Aristegui, se
refiere al programa Círculo Rojo, señalando que cuando éste concluyó “flotó en
el aire la impresión de que su abordamiento del ‘caso Maciel’ había contado
entre los factores que determinaron su supresión". Ahí mismo, el extinto
periodista y colaborador del diario Reforma y Proceso, explicó que "estaba
asimismo presente el deterioro de la relación de Carmen y Javier con sus socios
en Imagen, asociación que se rompió de mala manera y en perjuicio de los dos
profesionales".
La
propia Carmen Aristegui explicó el por qué no se renovó el contrato de Círculo
Rojo con Televisa. Dijo que “había un conflicto interno en Imagen en el que se
contravenía lo dispuesto en el código de ética firmado por Solórzano y por mí,
lo que hacía inviable mantenerse en Imagen y renovar un convenio de
coproducción con Televisa”.
Esto
no impidió que otras voces se refirieran al caso, sosteniendo la versión de la censura
impuesta a los conductores de Círculo Rojo, quienes dieron voz a los
seminaristas abusados por el protegido del cardenal Norberto Rivera y del propio papa Juan Pablo
II. El profesionalismo de los citados periodistas los llevó a conceder el
derecho de réplica a los Legionarios de Cristo, quienes calificaron los
testimonios de las víctimas como “declaraciones falsas que un grupo de ex
religiosos de esta congregación [la Legión] ha repetido nuevamente contra
nuestro fundador, el padre Marcial Maciel”. Tiempo después, una investigación
ordenada por el Vaticano reveló “los gravísimos y objetivamente comportamientos
inmorales” del fundador de la Legión, demostrando que quienes denunciaban a
Maciel dijeron siempre la verdad.
Si
queremos ponerle fin a la impunidad, debemos de comenzar por erradicar la
censura que establecen aquellos que tienen el poder para decidir qué se dice y
qué no en los medios de comunicación. Voces como la de Bernardo Barranco son
necesarias para que en nuestro querido México se siga “construyendo una mirada
imparcial, crítica y secular del fenómeno religioso”.
Coincido
con el señalamiento de Barranco en el sentido de que su despido deja satisfechos
a los “sectores ultraconservadores” del país, más no así a quienes estamos
convencidos de que programas como Religiones del Mundo son necesarios para
ofrecer conocimientos sobre la temática religiosa y sobre los abusos que pueden
llegarse a cometer en el ámbito de la religión.
Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Mexicano, el martes 2 de abril de 2013
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