domingo, 25 de noviembre de 2012

¿NOS BENEFICIA LA REFORMA DEL ARTÍCULO 24?



Por Armando Maya Castro



La Cámara de Diputados, el Senado de la República y los congresos estatales que han aprobado la reforma del artículo 24 constitucional le han dado la espalda a los mexicanos, favoreciendo con su voto los intereses y exigencias de la jerarquía católica, quien procura –bajo el argumento de que los padres tienen el derecho a elegir la educación religiosa de sus hijos– el retorno de la instrucción religiosa a las escuelas públicas. 

Es lamentable que estas instituciones no hayan tomado conciencia sobre las graves consecuencias de aprobar una modificación que, aparte de inaugurar el desmantelamiento del carácter laico de la educación, instaurará la violencia en los planteles educativos, con episodios de hostilidad, agresión, maltrato y discriminación en agravio de los niños y jóvenes no católicos.

Los legisladores que han votado a favor de la reforma del artículo 24 constitucional se pusieron del lado de los ancestrales enemigos de la laicidad, restándole importancia al juicio de las futuras generaciones. Olvidaron que como funcionarios públicos tienen el deber de solucionar problemas sociales, no de crearlos. En un Estado laico, la obligación de ellos es actuar con autonomía, manteniendo una sana distancia frente a las religiones, las moralidades y las conciencias individuales.

¿Ganamos algo los mexicanos con la aprobación de esta reforma retrógrada, innecesaria e inoportuna, que rompe con la unidad de los mexicanos? La respuesta es un no categórico. Los que sí ganan, y mucho, es la derecha yunquista y la jerarquía católica, obstinados en sepultar la obra de Juárez y de los hombres de la Reforma, cuyo legado ha contribuido decididamente a fortalecer nuestro régimen de libertades, la educación laica y la cultura de los derechos humanos. 

Nada gana México con una reforma que otorga privilegios y autoriza al Estado a escudriñar las convicciones de los mexicanos, calificándolas de éticas y no éticas, y protegiendo únicamente a las primeras. ¿En que nos beneficia una reforma que pretende el retorno de la educación confesional, el exterminio del Estado laico y el fin de nuestras libertades? ¿Qué ganamos con una modificación legislativa que otorgará privilegios jurídicos, económicos y políticos a una sola institución religiosa, discriminando a las minorías religiosas establecidas en México?

Duele decirlo, pero las legislaturas que han votado a favor de la reforma del artículo 24 constitucional procedieron de manera insensible ante el clamor y la preocupación de cientos de miles de mexicanos, quienes han demostrado con argumentos sólidos que existen razones para detener el avance de dicha modificación.

Es lamentable que los legisladores que han aprobado dicha reforma hayan olvidado que, por respeto a la diversidad religiosa, la educación que se imparte en las escuelas públicas debe excluir de los programas educativos cualquier tipo de doctrina religiosa. El Estado tiene el deber de trabajar en la preservación, fomento y difusión de la cultura y la ciencia, dejando que la religión la enseñen los padres de familia en los hogares, y los ministros de culto en los templos.

La educación laica es aquella que excluye de las escuelas públicas el dogma y el catecismo. Esta educación no cuestiona los fundamentos de los dogmas ni de las religiones, pero tampoco los difunde ni se basa en ellos, “sino en los resultados del progreso de la ciencia, cuyas conclusiones no pueden ser presentadas sino como teorías que se cotejan con los hechos y los fenómenos que las confirman o refutan”. 

Los mexicanos esperan que los congresos estatales que tienen pendiente la votación del artículo 24 constitucional tomen conciencia de la realidad actual de México. Desde hace ya varias décadas, nuestro país es religiosamente plural. De acuerdo con el INEGI, hoy por hoy, alrededor de 20 millones de mexicanos no profesan la religión católica. Por respeto a ellos, y para evitar futuros problemas de discriminación e intolerancia religiosa, lo más sano es que estos congresos imiten el ejemplo de las legislaturas que rechazaron dicha modificación. 


@armayacastro 


Publicado en la edición impresa del diario El Mexicano, el 24 de noviembre de 2012





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