Por Armando Maya Castro
Mural de J. Clemente Orozco, en el Palacio de Gobierno de Guadalajara, ciudad donde Hidalgo abolió la esclavitud
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La historia de Jalisco es rica en acontecimientos
históricos a favor de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Fue aquí,
en nuestro querido estado, y específicamente en el Palacio de Gobierno de la ciudad
de Guadalajara, donde Miguel Hidalgo y Costilla, en congruencia con los
principios que inspiraron su heroica lucha contra la opresión y dominación española,
decretó la abolición de la esclavitud. Este Bando, fechado el 29 de noviembre
de 1810, fue seguido por otro decreto que fue expedido el 6 de diciembre de ese
mismo año contra la esclavitud, las gabelas y el uso de papel sellado.
Décadas después, concretamente en el marco de la Guerra
de Reforma, que transcurrió del 17 de diciembre de 1857 al 1 de enero de 1861, Jalisco
fue uno de los nueve estados que estuvo al lado de Benito Juárez. Las demás entidades
a su favor eran: Guanajuato, Querétaro, Michoacán, Nuevo León, Coahuila,
Tamaulipas, Colima y Veracruz.
En aquel tiempo, el Benemérito de las Américas se vio
obligado a trasladar su gobierno de Guanajuato a Guadalajara, luego de que las
fuerzas militares, al mando de Félix María Zuloaga, derrotaran a las tropas insurgentes
en El Bajío. Aquí, en Guadalajara, “estuvo a punto de ser fusilado por una
guarnición de su propio ejército que se adhirió al conservadurismo, pero la
entereza que caracterizó a Juárez y sus seguidores logró impresionar a los
soldados, indecisos entre seguir sus convicciones políticas o sus creencias
religiosas”.
En este intento de asesinato se suscitó un histórico
episodio que Guillermo Prieto, uno de leales colaboradores de don Benito Juárez,
pormenoriza así: “Aquella terrible columna, con sus armas cargadas hizo alto
frente a la puerta del cuarto… y sin más espera, y sin saber quién daba las
voces de mando, oímos distintamente: «¡Al hombro! ¡Presenten! ¡Apunten!»... Como
tengo dicho, el señor Juárez estaba en la puerta del cuarto; a la voz de «apunten»,
se asió del pestillo de la puerta, hizo hacia atrás su cabeza y espero… Los
rostros feroces de los soldados, su ademán, la conmoción misma, lo que yo amaba
a Juárez… yo no sé… se apoderó de mí algo de vértigo o de cosa de que no me
puedo dar cuenta… Rápido como el pensamiento, tomé al señor Juárez de la ropa,
lo puse a mi espalda, lo cubrí con mi cuerpo… abrí mis brazos… y ahogando la
voz de «fuego» que tronaba en aquel instante, grité: «¡Levanten esas armas!,
¡levanten esas armas!, ¡los valientes no asesinan…!»” (Carlos Monsiváis, A Ustedes les Consta: Antología de la
Crónica en México, Era, 2006, p. 152).
Así defendió don Guillermo Prieto, en nuestro querido
estado, la vida de Juárez, a quien también acompañó en su azaroso peregrinar
por la Patria durante el imperio de Maximiliano. Prieto tiene un lugar en la
historia de México como destacado poeta, dramaturgo, periodista y secretario de
Hacienda del presidente Juárez. Sus razonamientos liberales quedaron plasmados
en la Constitución de 1857 y en las Leyes de Reforma, las cuales pusieron fin a
esa dañina mezcla de la política y la religión que prevaleció en las primeras
décadas del México post independiente.
Ahora ya no se trata de defender la persona de Juárez,
como lo hiciera valientemente don Guillermo Prieto. Lo que hay que defender es el
importante legado laicista de Juárez y los hombres de la Reforma, el cual,
aunque sobrevive hasta nuestros días, se halla seriamente amenazado mediante el
intento de reforma al artículo 24 constitucional, cuyo principal propósito es
el desmantelamiento del Estado laico y la supresión de la educación laica.
Esperamos que los diputados del Congreso de Jalisco recuerden
que su voto debe ser razonado y en defensa de nuestros derechos y libertades.
El voto de los legisladores jaliscienses debe ser a favor de México y los
mexicanos, no a favor de los intereses de un Estado extranjero, como el
Vaticano. Su voto no debe lesionar ni debilitar al Estado laico; debe defenderlo
y consolidarlo, pues sólo así puede cumplir con uno de sus objetivos:
garantizar la libertad de cultos y de creencias. En las manos de nuestros
diputados esta está el honrar la historia de Jalisco y cumplirle a quienes los
eligieron para tan delicada labor.
@Armayacastro
Publicado en la edición impresa del diario El Occidental, el 22 de noviembre de 2012
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