jueves, 5 de septiembre de 2013

PATRIOTAS Y PATRIOTEROS

Por Armando Maya Castro
Nuestra nación está necesitada de verdaderos patriotas, de hombres y mujeres que sean capaces de dar lo mejor de sí mismos por amor a México. El patriotero, pese a su alarde de patriotismo durante el desarrollo de las fiestas patrias, hace muy poco o casi nada por el progreso de su nación

Llegó septiembre, el mes de la patria y, con él, las celebraciones con motivo del 203 aniversario del inicio de la Guerra de Independencia, movimiento que inició el ex cura Miguel Hidalgo y Costilla, el 16 de septiembre de 1810. En el marco de esta guerra, que enfrentó a dos adversarios desiguales, murieron decenas de miles de indios y mestizos que lucharon por el México libre e independiente que ahora disfrutamos.

En las celebraciones patrias, que tienen lugar a lo largo y ancho de la República Mexicana, participa la gran mayoría de los mexicanos. Celebran la gesta los hombres y mujeres que de manera permanente, y desde sus diversas trincheras, se esfuerzan para hacer de México un país mejor en todos los sentidos. Se unen al festejo aquellos mexicanos que se caracterizan  por su escaso o nulo interés en la solución de los grandes problemas que nos afectan. Participan, incluso, aquellas personas que, desde el terreno de la ilegalidad, se la pasan alterando la paz social que tanto nos interesa a los mexicanos.

Septiembre y sus celebraciones son una buena ocasión para que todos, incluida la clase política mexicana, nos preguntemos: ¿qué estamos haciendo en favor de México? Pero esto debe ir más allá de la cuestión discursiva y festiva, terreno en el que suelen quedarse muchos de nuestros políticos, creyendo que una disertación cargada de expresiones nacionalistas es garantía de verdadero patriotismo.

Tampoco es prueba de amor por la patria el uso de las banderas tricolores que se colocan en las antenas de los autos, en las casas y en los establecimientos comerciales. Amar a México no es hacer gala de patriotismo en la conmemoración de las fiestas patrias, establecida a solicitud de José María Morelos y Pavón en 1813, cuando apenas habían transcurrido tres años de lucha independentista.

El verdadero patriotismo es mucho más que ornamentos y foquitos con los colores patrios adornando las calles y principales avenidas de las villas y ciudades mexicanas. Patriotismo es el probado amor a la patria, a su gente  y a su  vasta cultura, y no sólo la remembranza eventual de los héroes que nos legaron una patria libre. Patriotismo es el valor que nos impulsa a respetar y amar a nuestra patria a través del trabajo honrado y del esfuerzo cotidiano.

El Diccionario de la Real Academia Española establece de manera clara la diferencia entre patriota y patriotero. Al primero lo define como la “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”; en tanto que el patriotero es el “que alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo”. Estos últimos abundan en México y, sin lugar a dudas, en todos los países del mundo. Son aquellos que intentan exhibir, de manera ocasional, su amor por México, sin aportar lo justo para el bienestar de la nación, y sin contribuir con sus esfuerzos a la realización de los grandes proyectos y causas del país.  

En nuestra historia hay muchísimos ejemplos de hombres y mujeres que, desde sus altos puestos, han profesado su amor por México, sin que lo hayan podido demostrar en el terreno de los hechos. Me refiero, evidentemente, a personajes de la clase política y gobernante que –a pesar de sus eufóricos ¡viva México! de cada 15 de septiembre– jamás pudieron probar que el patriotismo del que hacían gala en sus discursos fuese real. Su falta de responsabilidad, de integridad y de transparencia revela también su falta de amor por el país que les ha dado todo a ellos y a sus familias.

Insisto: el verdadero patriota es el que procura y hace lo mejor por y para México; el que no se vale de discursos vacíos ni de un catálogo de buenas intenciones, como esos que “cargan” en sus portafolios muchas de nuestras autoridades. El auténtico patriotismo se demuestra cuando éstas –y todas las personas que vivimos en esta gran nación– trabajan honrada e incesantemente para construir un México más próspero que el actual.


Un ejemplo de genuino patriotismo lo tenemos en los héroes que nos dieron patria y libertad; esos que supieron anteponer a sus intereses personales el interés de la nación. Uno de ellos fue el General Vicente Guerrero, quien recibió del gobierno virreinal, a través de su padre, una oferta de perdón a cambio de retirarse de la insurgencia. La respuesta del General es prueba irrebatible de verdadero patriotismo: "Compañeros, este anciano respetable, es mi padre; viene a ofrecerme empleos y recompensas en nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi padre, pero mi Patria es primero".

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