Por Armando Maya Castro
En la inauguración del Seminario “Laicidad y Educación”, el rector de la UNAM, José Narro Robles, señaló que la laicidad debe estar presente en todos los niveles educativos |
En materia de
libertades, una de las buenas noticias de esta semana fue la celebración del
seminario "Laicidad y educación" en el Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, donde el rector de esta que es la Máxima Casa de Estudios, José Narro Robles, planteó que la laicidad debe estar presente
en todos los niveles educativos, como uno de los grandes asuntos que se debe
impulsar y tutelar.
En el acto, en el
que se instituyó «la Cátedra Extraordinaria “Benito Juárez” como un foro
institucional para la promoción, el estudio y difusión de la laicidad», Narro
Robles definió a ésta como “traductor de libertad, de pluralidad y de
tolerancia y, en consecuencia, es un extraordinario antídoto para el
dogmatismo, para la cerrazón, para las verdades únicas, para el pensamiento
mágico…”.
Noticias de esta
naturaleza son buenas para los mexicanos, quienes observamos con preocupación cómo
la mayoría de las
Legislaturas estatales votaron a favor de la reforma del artículo 24
constitucional, que abre la puerta para que se produzcan diversas violaciones a
los principios del Estado laico.
Este
régimen, cuya función y razón de ser es la de proteger a las minorías, surge a
mediados del siglo XIX, gracias a los esfuerzos de Benito Juárez, quien promulgó
–en el marco de la llamada Guerra de Reforma– “una serie de leyes que separaban
a la Iglesia del Estado, secularizaban en parte a la sociedad mexicana y, en
definitiva, suponían la emancipación de la República de la tutela a la cual
había sido sometida hasta entonces por parte de la Iglesia católica”, se afirma
en la obra “Historia contemporánea de América”.
Este conjunto de
disposiciones, como hemos señalado en este mismo espacio, fueron expedidas con
el propósito de “organizar jurídicamente a la nación en un Estado republicano,
federal y representativo y democrático, anulando la intervención de la Iglesia
y de cualesquiera otras corporaciones”.
Gracias a la obra de
Juárez y los hombres de la Reforma, los mexicanos tenemos más de 150 años de
disfrutar de los beneficios que otorga el principio de separación entre el
Estado y las Iglesias, el cual "brinda certeza y seguridad a la libertad
de pensamiento y de creencias religiosas, para bien de las personas, de las
iglesias y de la sociedad".
Pese a que el
propósito de las Leyes de Reforma era bastante claro, la poderosa jerarquía
eclesiástica ha vivido empecinada en recobrar parte de su pasada influencia
política que le fue arrebatada por las fuerzas liberales juaristas. Este
interés clerical ha puesto al Estado laico, desde los tiempos de la reforma
liberal, en una situación de peligro constante. Por ello, es digna de elogio la
instauración de la mencionada cátedra por parte de la UNAM, quien de esa manera
“reitera su compromiso con una laicidad creadora de nuevos derechos, nuevas
garantías y nuevas libertades individuales y colectivas para los mexicanos del
siglo XXI”, subraya Rodolfo Echeverría Ruiz, Consejero Nacional del PRI.
Los mexicanos
seguiremos lamentando el proceder de los legisladores que, sin tomar en cuenta
que la reforma del 24 constitucional generará graves consecuencias jurídicas y
delicados problemas de interpretación, dieron su voto a favor de dicha
modificación, ignorando las protestas que, dentro del marco de la ley, se
dieron en todos los estados de la República Mexicana.
La aprobación de la reforma
del artículo 24 constitucional, cuya intencionalidad es el otorgamiento de
privilegios a la Iglesia católica, debe obligar a la ciudadanía a estar alerta
y realizar los esfuerzos pertinentes en defensa y preservación del Estado laico.
Nuestro mayor error sería dar por hecho que el Estado laico está libre de
amenazas con la reforma del artículo 40 constitucional, que define a México
como una república representativa, democrática, federal y laica. Bien por la UNAM y también por aquellos mexicanos que están
conscientes de que la laicidad del Estado mexicano sólo podrá estar a salvo
cuando se encuentre libre de las imposiciones y del control del poder
eclesiástico.
Tengamos presente en
todo momento la preocupación externada por el extinto Jorge Carpizo McGregor, ex
rector de la UNAM y uno de los más grandes constitucionalistas que ha tenido
México, quien al hablar de los atropellos al Estado laico, dijo: “debilitar al
Estado laico es debilitar al Estado democrático, es debilitar a la tolerancia
que debe existir entre todos nosotros”. Más claro, ni el agua.
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