martes, 14 de agosto de 2012

MEMORIAL SAGRADO


Por Armando Maya Castro 

La Iglesia La Luz del Mundo celebra hoy la Santa Cena, la ceremonia religiosa más importante y solemne de esta institución; la que reúne en un solo sentir y en una misma fe a más de 300 mil fieles de 43 naciones de África, América, Asia, Europa y Oceanía. Se trata del evento cumbre de la Santa Convocación, el que esperan disfrutar los fieles presentes en Guadalajara, pero también millones de hermanos que no asistieron a esta celebración.

Atrás quedaron los días de preparación espiritual, en los que la Iglesia recibió edificantes consejos bíblicos, impartidos por cientos de colaboradores del Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores. Quedaron también atrás las diversas actividades que se realizaban diariamente como parte de la preparación para la Santa Cena, el evento cumbre de la Santa Convocación.  

El día de hoy se siente diferente, especial, único. Los miembros de la Iglesia saben que la noche de hoy el Apóstol de Jesucristo elevará una Oración de Misericordia; una oración intercesora, que dignificará a quienes han acudido con fe a la colonia Hermosa Provincia de Guadalajara para participar del pan y del vino, elementos que, tras ser bendecidos con Autoridad Apostólica, representarán el cuerpo y la sangre de Cristo.

Con la llegada de este día crece la alegría y el fervor espiritual se incrementa. Estos ingredientes, acompañados de la reflexión, de la necesidad de perdón, y del arrepentimiento, le dan al día de hoy un sabor único. ¿Pero, cuál es la razón de ese gozo, de esas vivencias, de esas emociones? El regocijo no lo produce la reunión multitudinaria, tampoco el templo sede internacional bellamente decorado para tan especial ocasión, sino la paz interior que esta noche alcanzarán las almas.  

La de hoy será una tarde-noche de recuerdos, de remembranzas, pero también de vivencias. La Santa Cena de hoy, como las anteriores, se realizará para cumplir un propósito expresado por Jesucristo, el Hijo de Dios: “Haced esto en memoria de mí”. Es importante aclarar que aunque el banquete de hoy es “recuerdo de su muerte,  y una memoria de su bendita pasión”, la solemnidad, más que apuntar a lo histórico, es la fiesta del ahora, en donde no sólo se evoca lo que Cristo logró a favor nuestro en la cruz, sino que se disfruta de su presencia y de las bendiciones prometidas. 

Hace dos años planteaba en uno de mis artículos la siguiente pregunta: “¿De qué serviría que se evocara lo realizado por Cristo en el siglo I de nuestra Era, si en nuestros días no se obtuviera de aquel sacrificio ningún beneficio espiritual?”  Por ello reitero que la Santa Cena es mucho más que remembranzas; es disfrutar esos beneficios y participar de la fortaleza que el Pan de Vida proporciona. 

¿Pero, cuáles son los orígenes de esta importante celebración? Veamos. Una noche antes de su muerte, el Señor Jesús se reunió en el Aposento Alto con sus discípulos para comer la Pascua, celebración practicada por Israel desde los tiempos de Moisés, en memoria de la libertad que Dios le otorgó al pueblo de Israel el día que lo sacó de la esclavitud de Egipto. Esa noche memorable, y en presencia de sus doce apóstoles, Cristo estableció una nueva festividad, a la que le dio un significado especial cuando mandó a sus discípulos beber de la copa y comer el pan en memoria de su muerte.

La razón por la que la Iglesia La Luz del Mundo le da tanta importancia a la Santa Cena se debe a que el Señor Jesucristo la instituyó y la ordenó con autoridad divina. Se le concede también especial valor porque es un acto que posibilita la comunión con Dios y la comunión de los fieles entre sí. Así lo enseñó el Apóstol Pablo cuando dijo: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (Santa Biblia: 1ª Corintios 10:17).

Al participar de la Mesa del Señor, los fieles de la Iglesia renovarán sus fuerzas y proclamarán una vez más su gloriosa fe en Jesucristo, quien a través del efecto del memorial sagrado unirá a las familias en torno a los altos valores del Evangelio, tales como el amor, la fe, la paz y la fraternidad. 

@armayacastro

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