Por Armando Maya Castro
El actual ciclo escolar empezó
en Chiapas de manera normal, excepto en Yashtinín, comunidad situada en los
Altos de Chiapas, en donde a 11 niños del nivel de prescolar y primaria se les
impidió tomar clases por un problema de intolerancia religiosa.
Este lamentable mal social,
y la forma en que afecta a los niños evangélicos de Chiapas, ha tenido
resonancia internacional. En el año 2001, el Departamento de Estado de la Unión
Americana, en su Reporte 2001 sobre libertad religiosa, informó: “Existieron un
número significativo de casos de intolerancia religiosa causados por actitudes
de la sociedad durante el período cubierto por este reporte, la mayoría de
estos casos ocurrieron en Chiapas. Por ejemplo, cada año, desde 1994, se les ha
negado a 130 niños protestantes evangélicos el acceso a escuelas públicas
locales en seis comunidades del municipio de San Juan Chamula”.
En los últimos tres lustros,
diversas personas y organizaciones han pedido el cese de la intolerancia
religiosa, fenómeno que crece bajo el impulso fundamentalista de los católicos
de Los Altos de Chiapas. En abril de 2010, la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH), a través de un comunicado hizo un llamamiento “a superar y
erradicar la intolerancia religiosa ante los hechos ocurridos en la comunidad
de Shulvó, en el municipio de Zinacantán, Chiapas”.
Respecto a lo anterior, quiero
señalar que esa actitud fanática e intolerante afecta no sólo a los niños que
son discriminados, sino también a quienes no lo son, pues desde pequeños se les
infunde odio y desprecio hacia quienes piensan y creen diferente. Los padres
que instruyen a sus hijos de esta manera, quebrantan la Declaración de los
Derechos del Niño, de acuerdo con la cual, los niños tienen el derecho de “ser
educado[s] en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los
pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe[n]
consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes”.
La intolerancia que se
manifiesta en Chiapas preocupa porque es una entidad situada en territorio
nacional; inquieta asimismo porque –si las autoridades no hace lo suficiente
para erradicar ese problema– se corre el riesgo de que en otros estados de la
República se adopten y/o se imiten este tipo de prácticas irracionales violatorias
de los derechos humanos.
La “solución” que algunos
han propuesto es que haya unas escuelas para
católicos y otras para evangélicos. La solución no es esta, sino que los
responsables de la aplicación de la ley cumplan con su deber y pongan fin a la
impunidad de los grupos fundamentalistas que se esfuerzan por mantener vigente
el monopolio religioso de la Iglesia católica.
Estos
grupos deben de aceptar que las escuelas de México no son exclusividad de los
católicos; como tampoco son exclusividad de los evangélicos aquellas escuelas donde éstos son mayoría. La educación
es un derecho que la Constitución otorga a todos los niños del país, independientemente
de que sean católicos, ortodoxos, protestantes, musulmanes, judíos, etcétera.
¿Qué sucedería en Chiapas si la mayoría de
los congresos locales aprueban la reforma del artículo 24 constitucional? Tenga
usted la seguridad, amable lector, que los casos de intolerancia religiosa se multiplicarían
en ese estado y en muchas otras entidades de la República mexicana. Hay que
recordar que la intencionalidad de dicha reforma es introducir la educación
religiosa a las escuelas públicas, una educación que discrimina y excluye a los
niños cuyos padres no profesan el catolicismo.
Sería lamentable –y un retroceso para el
país– que la mayoría de los congresos estatales aprobaran la reforma del
artículo 24 constitucional, pues, de esa manera, estarían permitiendo que la
religión se instale de nueva cuenta en las escuelas públicas y se convierta en
un elemento de polarización que producirá atropellos, bullying, deserción
escolar, etcétera. Aprobar dicha reforma significa llevar más discriminación e
intolerancia a las escuelas públicas. Nuestro país no quiere eso, sino la paz,
la armonía, la concordia.
@ArmayaCastro
No hay comentarios:
Publicar un comentario