domingo, 19 de agosto de 2012

EL CONFLICTO ENTRE EL VATICANO Y LA PUCP


Por Armando Maya Castro



En 1917, el sacerdote francés Jorge Dinthilac fundó la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) en la ciudad de Lima. Según el Ranking Web de Universidades del Mundo, la PUCP es la número uno de ese país, y una de las treinta mejores de Latinoamérica. “La calidad de su enseñanza, investigaciones, publicaciones, responsabilidad social, aporte a la cultura e innegable liderazgo académico e institucional” han hecho de ella la única universidad peruana entre las 600 mejores del mundo, esto según The Times y el QS World University Rankings 2009.

Según el libro «Teología en América Latina: El siglo de las teologías latinoamericanas», “En 1942, en tiempos del rectorado del jesuita Rubén Vargas Ugarte, el Vaticano confirió a esta universidad el título de Pontificia, siendo su Gran canciller el Arzobispo de Lima”. 

El pasado 20 de julio, el Vaticano decidió retirar a la Pontificia Universidad Católica del Perú el derecho a usar en su denominación los títulos de “Pontificia” y de “Católica”. Esta disposición obedece a que la PUCP, a partir de 1967, “ha modificado unilateralmente sus Estatutos en diversas ocasiones perjudicando gravemente los intereses de la Iglesia”. 

Para el Vaticano, la estructura actual de esa universidad –con tendencias liberales– no responde a sus intereses ni a la cátedra tradicional y dogmática de la Iglesia católica.

Se trata, pues, de un problema de intereses, agravado –afirma Bernardo Barranco– “por la actuación de la archidiócesis de Lima por el control no sólo de la gestión de la universidad, sino de los cuantiosos bienes patrimoniales de que goza el centro educativo”. En la opinión de Barranco, especialista en temas religiosos, el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, “ha sido factor clave de polarización que ha llamado la atención de la opinión pública del país andino”.

En mayo pasado, antes que el Vaticano le retirara los títulos a la universidad peruana, las autoridades de ésta, mediante carta abierta dirigida a Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, pidieron el retiro del cardenal Cipriani como interlocutor en el conflicto legal que libran la PUCP y el Arzobispado de Lima, por la administración de la fortuna que José de la Riva Agüero y Osma dejara en beneficio de la universidad, no de la jerarquía católica. 

Al tener conocimiento de la misiva que el rector Marcial Rubio enviara a Bertone, el cardenal Cipriani, tras calificar la carta como “agraviante y poco seria”, señaló: “No creo que sea el modo de conversar. Se quejan de mi silencio, se quejan de mis palabras… un poco más de serenidad, por favor”. 

La Conferencia Episcopal Peruana (CEP), que había permanecido al margen del conflicto, salió a cerrar filas con Cipriani. En un comunicado publicado en algunos medios de comunicación, dio su respaldo al cardenal “ante las infundadas acusaciones y agravios que ha recibido” de parte de las autoridades universitarias. Asimismo, pidió que éstas cumplan las disposiciones de Benedicto XVI en el sentido de adecuar sus Estatutos a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae. 

Conviene recordar que este documento, promulgado en 1990 por el papa Juan Pablo II, ordena a todas las universidades de la Iglesia romana respetar la identidad católica, tanto en la investigación como en la enseñanza. Aunque muchos clérigos lo niegan, la demanda del documento papal pone en peligro la autonomía universitaria y la libertad de cátedra.

La Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú, fijó su postura desde el pasado 23 de julio en los siguientes términos: “La PUCP reitera su compromiso con los valores católicos que la inspiran y la alientan cotidianamente. Estos valores nos reafirman como una universidad autónoma, democrática, creativa, crítica, pluralista, con calidad en la enseñanza y en la investigación, comprometida con la sociedad peruana, e identificada con los principios cristianos que fundan los derechos del ser humano”. Esta postura, evidentemente, no es del agrado del clero, quien seguirá presionando para lograr que dicha universidad actúe con la docilidad y sumisión características de las universidades de la Edad Media.   

Una buena noticia es que la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) ha salido a respaldar a la PUCP, reconociendo que ésta se rige por la Constitución Peruana y el ordenamiento jurídico nacional. También ha reconocido que su funcionamiento forma parte del sistema universitario nacional, y que su rector, Marcial Rubio, mantiene su estatus y prerrogativas de miembro del pleno de rectores de la ANR y de la Comisión de Coordinación Interuniversitaria.

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