miércoles, 14 de marzo de 2012

EMBESTIDA DEL SENADO AL ESTADO LAICO


Por Armando Maya Castro

El día de ayer, diversos medios de comunicación dieron a conocer que hoy, miércoles 14 de marzo, se aprobaría en comisiones del Senado el dictamen de reforma del artículo 24 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobación que constituye un retroceso histórico con gravísimas consecuencias para el futuro de nuestros derechos y libertades.

Algunos legisladores intentan tranquilizarnos adelantándonos que el Senado votará también a favor del dictamen que reforma el artículo 40 de nuestra Carta Magna, para elevar a rango constitucional el carácter laico del Estado. Esto impediría, nos dicen, que alguna religión domine el poder civil y las instituciones públicas. 

Sin tomar en cuenta las diferentes manifestaciones de rechazo de innumerables asociaciones religiosas, organismos de la sociedad civil, intelectuales, académicos y ciudadanos en general, las comisiones dictaminadoras nos anticipan que la iniciativa de reforma del artículo 24 sí se aprobará. Afirman que con dicha aprobación legislativa “de ninguna manera se tiene la intención de reformar los artículos 1°, 3°, 5°, 27 y 130 de nuestra Constitución, y por el contrario, se reafirma que deben mantenerse incólumes por considerarlos principios fundamentales del Estado mexicano”. 

Es verdaderamente lamentable que para la Cámara de Senadores haya tenido mayor credibilidad la palabra del cardenal Norberto Rivera y de los demás miembros del episcopado, que la voz de millones de ciudadanos que demostraron argumentativamente que la intencionalidad de la reforma es otorgar prerrogativas a la Iglesia católica, en detrimento de las demás asociaciones religiosas. 

Norberto Rivera salió a declarar que “la Iglesia no busca con esta reforma remover el carácter laico de la educación pública”, y le creyeron. Declaró que con dicha reforma la Iglesia católica no pretende “interferir en los asuntos que son propios del Estado”, y le creyeron. Bastó que el purpurado dijera que “la Iglesia no se opone a la aprobación de la reforma del artículo 40 de la Constitución que declara a la República laica”, para que los legisladores le creyeran de inmediato.  

¿No le parece extraño, estimado lector, que de febrero de 2010 a la fecha este prelado haya cambiado su postura respecto a la reforma del artículo 40 constitucional? Analicemos un fragmento del comunicado que la Arquidiócesis Primada de México publicó luego de la modificación de este artículo: "La reforma recién aprobada por la Cámara de Diputados no tiene como fin defender el Estado laico, sino acotar la libertad religiosa de los ciudadanos”. 

La Arquidiócesis que encabeza Rivera Carrera calificó dicha reforma como “incompleta”, afirmando que con la misma “avanza la intolerancia, el acotamiento a las garantías de libre credo y de reunión, y sobre todo a la libertad de expresión, consagradas en la Carta Magna”. Ahora, su opinión es otra, pues sabe perfectamente bien que su Iglesia saldrá altamente favorecida con la reforma del artículo 24; por eso se pronuncia a favor de la modificación del 40 constitucional.

Es lamentable que los senadores le hayan dado la espalda al pueblo de México legislando a favor de los intereses y exigencias del clero. El proceder de estos legisladores nos hace añorar a hombres de la talla de Benito Juárez, cuya herencia jurídica inauguró la construcción del Estado laico, el mismo que ahora se pretende desmantelar con una reforma que afecta las libertades de los mexicanos y facilita el peligroso avance de la derecha radical vinculada al clero político. 

La reforma del artículo 24 constitucional afecta irremediablemente nuestro régimen de libertades, pues debilita el Estado de Derecho y su laicidad. Esta reforma vulnera gravemente el derecho de igualdad jurídica de las asociaciones religiosas y credos existentes en el país, dejando a los miembros de las iglesias numéricamente minoritarias en un estado de indefensión. 

La aprobación del Senado no significa que todo haya acabado. No podemos permitir el avance de esta última reforma. Si nos cruzamos de brazos, el próximo paso será la impartición de clases de religión en las escuelas públicas, lo que se traducirá en un agravamiento de la discriminación en agravio de los niños y adolescentes no católicos. Ambas cámaras legislativas minimizaron estas consecuencias y prefirieron actuar en consonancia con los tiempos político-electorales y la visita papal. 

Es una verdadera pena que para la mayoría de los legisladores hayan sido más importantes sus intereses políticos que las libertades fundamentales de los mexicanos. Los senadores de la República tuvieron ante sí la oportunidad de pasar a la historia como la generación que preservó y consolidó el legado juarista. En vez de ello, prefirieron figurar entre los depredadores del Estado laico. Insisto: es una verdadera pena.


Twitter: @armayacastro

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