sábado, 10 de marzo de 2012

EL PROPÓSITO DE LA VISITA DEL PAPA


Por Armando Maya Castro

La visita de Benedicto XVI a México tiene el propósito de consolidar el poderío económico y político del Vaticano, el Estado más pequeño del mundo (44 hectáreas), pero a la vez, el más rico que existe sobre la faz de la tierra. Está situado al interior de la ciudad de Roma, con una población aproximada de 800 personas, todas ellas italianas y suizas. De este número, “más de 450 gozan del derecho de ciudadanía vaticana; el resto están autorizadas a residir en él, temporal o permanentemente, pero sin derecho a ciudadanía”.
El Estado más pequeño, pero el más poderoso del mundo
El 11 de febrero de 1929, Italia y la “Santa Sede" confirmaron la existencia del Estado Ciudad del Vaticano, mediante la firma de los Acuerdos de Letrán, que debe su nombre al palacio donde se celebró la ceremonia de su firma. El tratado reconocía la soberanía territorial e internacional de la Ciudad del Vaticano.
En ese diminuto Estado, el soberano absoluto es el papa. Al no existir la división de poderes, la potestad legislativa, coercitiva y judicial residen en la persona del romano pontífice. Mario Madrid-Malo Garizábal refiere que las primeras normas constitucionales de dicho Estado “se recogieron en la Ley Fundamental del 7 de junio de 1929, promulgadas por Pío XI y varias veces reformadas por sus sucesores. El 1° de febrero de 2001 Juan Pablo II promulgó una nueva Constitución para el microestado papal”.
Antes que se demostrara la falsedad de la “Donación de Constantino”, “los papas Gregorio VII (1073-1085) e Inocencio III (1198-1216) llegarían incluso a propugnar la teocracia, es decir, la supremacía del poder de la Iglesia sobre el del rey y el emperador”. El proceder de éstos y el de algunos de sus sucesores demuestra que el Vaticano anhelaba ensanchar y prolongar el poderío que poseyó cuando Carlomagno creó un imperio “Sacro”, en donde la Iglesia tuvo innumerables prerrogativas.
Este soberano fue coronado emperador por el papa León III, el 25 de diciembre del año 800; reconoció la autonomía de los Estados Pontificios y la autoridad espiritual del papa sobre todo el Imperio; apoyó la consolidación de la Iglesia en múltiples maneras: fundó monasterios, difundió el latín como lengua ritual y culta de los pueblos...
Por aquella época surge –según algunos historiadores– “el documento falsificado de la llamada ‘Donación de Constantino’, que fue invocada desde León IX hasta la Edad Media para fundamentar la reivindicación papal sobre los Estados pontificios, hasta que en el siglo XV se reconoció que se trataba de una falsificación, gracias a los trabajos de crítica textual de Lorenzo Valla y del cardenal Cusa”.   
En agradecimiento por los beneficios otorgados a la Iglesia católica, Carlomagno fue canonizado por el antipapa Pascual III. El Vaticano “anuló todas las ordenanzas de Pascual  tras la celebración del Tercer Concilio de Letrán (1179). No obstante, finalmente se confirmaría su beatificación”.
Actualmente, la Iglesia católica anhela gobernantes como Constantino, Teodosio, Clodoveo y Carlomagno, emperadores que favorecieron a la Iglesia en todo. Su costumbre ha sido siempre pactar con los poderosos y ricos, más allá del talante moral de éstos. Le restó importancia a la condición moral del fascista Benito Mussolini, quien odiaba a los comunistas del mismo modo que los aborrecía Pío XI. Este odio los unió, de tal manera que muy pronto “Mussolini ordenó reponer los crucifijos en las escuelas y enseñar el catolicismo, al tiempo que ayudó al Vaticano cuando estuvo a punto de quebrar el Banco de Roma, en donde la Santa Sede tenía confiado su capital”. Pío XI se hizo de la vista gorda ante los crímenes y abusos fascistas, “dando su apoyo a la cruenta y bárbara campaña militar de Mussolini en Abisinia, en donde se saqueó, se violó y se asesinó indiscriminadamente”.
La Iglesia católica estableció alianzas similares con Hitler y Franco, así como con algunas dictaduras militares latinoamericanas, especialmente las de Videla, Masera y Pinochet, quienes llevaron a los campos de tortura y exterminio a miles de disidentes, masacrándolos sin piedad alguna.
El cardenal Raúl Primatesta junto a Videla en un acto oficial
Le importó al clero argentino que el dictador Videla haya asesinado y desaparecido a intelectuales, artistas, periodistas, obreros, estudiantes y amas de casa de esa nación? Por supuesto que no. Lo importante para esta institución fueron las leyes que dio a luz la dictadura en favor del clero: sueldo para el cardenal Jorge Bergoglio y becas para los futuros sacerdotes católicos porteños. “Y esto no viene ‘de toda la vida’ sino que se hizo ley con un decreto del dictador […] de asignación mensual a dignatarios católicos (ley 21.950 firmada en 1979 junto a José Martínez de Hoz), la ley 22.161 de 1980 sobre asignación mensual a curas párrocos de frontera y la 22.950 de octubre de 1983 firmada por el dictador Reynaldo Bignone a fin de apoyar el ‘sostenimiento para la formación del clero de nacionalidad argentina’”.
Consolidar su poderío ha sido siempre el principal interés de la jerarquía católica. Ratzinger viene a México buscando privilegios para su Iglesia. Lo mismo persiguen aquellos clerigos cuyas gestiones pretenden la reforma del artículo 24 constitucional. Los mexicanos esperamos que los senadores de la República demuestren su patriotismo rechazando una reforma que sólo les interesa a las autoridades eclesiásticas de la Iglesia católica.

Twitter: @armayacastro

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