miércoles, 4 de julio de 2012

EL PROCESO ELECTORAL Y LOS LLAMADOS DEL CLERO


 Por Armando Maya Castro

La "guía del voto"; se repartió en algunos templos católicos de Jalisco

La Iglesia católica ha negado siempre que su labor durante los procesos electorales sea violatoria de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y de la Ley de Asociaciones Religiosa y Culto Público. Declaran que lo suyo no es hacer proselitismo político ni inducir el voto a favor o en contra de candidatos y/o partidos. Admiten que llevan a cabo una labor, pero explican que ésta consiste en “orientar con los principios éticos de la doctrina social cristiana sobre los derechos y deberes políticos de los fieles laicos, ayudando a formar una conciencia social”. 

Esto es lo que el clero acepta ante los medios de comunicación, pero lo cierto es que sus llamados son en el sentido de no votar por aquellos candidatos o partidos  “que no defienden su agenda moral conservadora en temas de sexualidad y de su concepto de «libertad religiosa»”. El clero pide votar a favor de quienes defienden “el derecho inalienable de los padres de familia a escoger el tipo de educación que, de acuerdo con sus convicciones, quieran para sus hijos”. 

Recientemente, el episcopado expresó su satisfacción por la civilidad que mostró la ciudadanía al participar en los comicios celebrados el pasado 1 de julio. Los obispos católicos expresaron que como pastores les alegra “constatar que nuestro llamado para acudir a las urnas de manera consciente y libre fuera escuchado por los fieles católicos, y por muchos hombres y mujeres de buena voluntad en nuestra Patria”. 

Los resultados de las recientes elecciones demuestran, una vez más, que los llamados de la Iglesia católica a la ciudadanía para votar en cierta dirección son ignorados por la mayoría de los católicos. El Partido Acción Nacional (PAN) y su candidata, Josefina Vázquez Mota, no triunfaron, pese al apoyo que le brindó la Iglesia católica. 

En Jalisco, un conocido diario tapatío informó que “algunos sectores de la Iglesia Católica intensificaron el trabajo proselitista en favor del candidato identificado con la ultraderecha y permitieron que se distribuyera propaganda en los templos”. La “guía del voto”, realizada por la organización Vota Valores Jalisco, mostraba a Fernando Guzmán Pérez Peláez como el único candidato que está comprometido con los valores que “son históricamente y en la actualidad los más importantes para los jaliscienses: vida, familia, matrimonio, educación, libertad religiosa, seguridad y justicia”. El candidato panista ni con esta ayuda logró el triunfo que le hubiera dado al PAN un cuarto sexenio en la entidad. 

El lunes pasado, Germán Martínez Cáceres, ex presidente nacional de ese instituto político, calificó la derrota del PAN como “un «desastre». Un naufragio sin atenuantes”. Su actual presidente, Gustavo Madero, calificó como “mayúscula” la derrota del panismo, quien ha pasado a ser la tercera fuerza política de la nación, luego de haber sido la primera durante mucho tiempo. Para Manuel Clouthier lo del PAN fue una debacle, y “se debe a Felipe Calderón, pero también a toda la bola de cobardes que no se atrevieron a decirle lo que tenía que decir”, escribió en su cuenta de Twitter. 

Salvo el caso de Guanajuato, el panorama en algunos estados que antes eran bastiones del panismo es desolador. En Jalisco, en seis años el PAN perdió el 50% de sus votantes. Cifras del Canto Electrónico Preliminar del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPCJ), indican que entre 2006 y 2012, el albiazul pasó de tener casi 1.3 millones de votos a menos de 660 mil en la elección para gobernador del estado. El gobernador panista de la entidad, Emilio González Márquez, afirma que la culpa de la derrota la tuvo el voto dividido.

Tiene razón el presidente Felipe Calderón cuando afirma en su cuenta de Twitter que “en democracia se gana y se pierde por el voto ciudadano. Pero no hay victorias permanentes ni derrotas para siempre”. El PAN no está del todo acabado políticamente, pero si quiere recuperar sus años de hegemonía tendrá que tomar en cuenta lo que dice Martínez Cáceres: “…en política los valores o las ideas no se imponen, se dialogan; no se dictan, se discuten; no se juramentan, se razonan; no se esconden ni se secretean, se exponen a la sociedad; y finalmente se someten al examen de las urnas”. 

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