Por Armando Maya Castro
El pasado sábado, el Apóstol
de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores, envió una Epístola Universal a
los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo, invitándolos a celebrar la Santa
Cena que Jesucristo instituyó en memoria de su sacrificio redentor. La
celebración de este sagrado memorial tendrá lugar el próximo 14 de agosto en el
templo sede internacional de esta Asociación Religiosa, así como en las demás
sedes dispuestas para la realización de tan sublime ceremonia.
La carta fue leída y
explicada en la mayoría de las iglesias durante el desarrollo de la reunión más
importante de la semana: la escuela dominical, donde la totalidad de los fieles
fueron testigos del amor y grande preocupación del Director Internacional de la
Iglesia, quien cumple puntualmente su ministerio apostólico al otorgar la
correcta orientación doctrinal sobre la forma en que se debe participar del pan
y el vino, elementos que durante el desarrollo de la Santa Cena representan el cuerpo
y la sangre de Cristo.
El interés y ruego del
Apóstol de Dios no se limita a que los cientos de miles de fieles que han sido
convocados lleguen sanos y salvos a la ciudad de Guadalajara, sino que Dios les
conceda a todos ellos “llegar en una vida de santidad”, tomando en cuenta que han
sido convidados a la Santa Cena, participación que exige de todos una vida
acorde al carácter santo de dicha solemnidad.
Aunado a su demanda
apostólica aparece también su consejo: “Consagrémonos en estos días, uniéndonos
a nuestra familia real y espiritual, como lo entendió Cristo: «¿Quién es mi
madre y mis hermanos?» (Mar. 3:33-34)”.
Esta familia es el conjunto de fieles que se preparan en todo momento a través
del cumplimiento de la voluntad de Dios.
En su edificante carta, el Apóstol
de Jesucristo deja en claro que él espera que Dios renueve en los miembros de
la Iglesia universal los sentimientos del principio, y que sea ese Dios quien fortalezca
la decisión y vida de todos ellos a través de la fe y del amor, virtudes útiles
y necesarias para lograr una vida íntegra en esta tierra, y la salvación eterna
en el reino de los cielos.
Tras expresar su anhelo por
la llegada de esos momentos de gloria, y de anunciar que el perdón de Dios será
otorgado el día 14 de agosto a quienes busquen con arrepentimiento la misericordia
de Dios, el Apóstol de Jesucristo se despidió expresando a sus invitados las siguientes
palabras: ¡Dios os cuide en vuestra peregrinación del propósito santo,
conduciéndonos siempre bajo su bondad!…”.
Y mientras esta epístola es motivo
de alegría, y objeto de análisis espiritual en las iglesias esparcidas en los
cinco continentes, en Guadalajara los preparativos para la fiesta más grande de
toda la tierra siguen su curso, a fin de contar con la logística para la
atención de los más de 300 mil fieles que se reunirán en esta ciudad del 7 al
15 de agosto.
Es importante mencionar que
el origen de la Santa Cena se remonta al siglo I de nuestra Era, tal como lo
refiere el Apóstol Pablo: “Porque yo recibí lo que también os he enseñado: Que
el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias,
lo partió y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido;
haced esto en memoria de mí». Asimismo tomó también la copa, después de haber
cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas
las veces que la bebiereis en memoria de mí»”.
Desde entonces, la Iglesia
de Jesucristo, siguiendo las directrices de los apóstoles, ha venido celebrando
la Santa Cena, procurando alcanzar mediante una participación digna los beneficios
espirituales que esta celebración trae consigo.
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