Por Armando Maya Castro
Hoy, finalmente, termina julio 2014, un mes que el mundo
recordará como el mes en que Israel desató una ofensiva sangrienta contra el
pueblo palestino de la Franja de Gaza, en respuesta a los ataques de Hamás, organización
fichada como terrorista por la Unión Europea y por el Departamento de Estado de
Estados Unidos.
Afortunadamente mañana empieza agosto, un mes que el
mundo espera sea aprovechado para resolver por la vía pacífica y diplomática
las demandas palestinas e israelíes. Ezra Shabot piensa –como también yo– que
la única alternativa de solución al conflicto en cuestión es "la
construcción de un Estado Palestino en Cisjordania y Gaza, que conviva con el
Estado Judío en un reconocimiento mutuo de derechos y obligaciones cuyo
objetivo sea romper con el círculo vicioso de la violencia que amenaza con
permanecer indefinidamente" (El
Universal, 28 de julio de 2014).
No sabemos si en agosto se logrará esto o si continuará
esta guerra absurda e irracional, que ha dejado en lo que va del mes de julio
más de un millar de víctimas mortales palestinas, entre ellas más de 200 niños.
Lo que sí sabemos es que agosto promete ser un mes con un buen aporte para la
paz espiritual, esa que no es tan anhelada por la humanidad, pero que es vital
para la transformación moral de los seres humanos, un aspecto que puede
contribuir a la consecución de la paz entre las personas y los pueblos.
Menciono esto porque con la llegada de agosto comienza el
año nuevo espiritual para la Iglesia del Dios Vivo, Columna y Apoyo de laVerdad La Luz del Mundo, una Asociación Religiosa que cuenta actualmente con
cientos de miles de fieles en 45 naciones de los cinco continentes, fruto de la
destacada labor evangelizadora que fieles y ministros realizan bajo las
directrices del Apóstol de Jesucristo doctor Samuel Joaquín Flores.
Es agosto, justamente, el mes en que esta Iglesia celebra
la Santa Convocación, la fiesta más grande de toda la tierra, que congrega en
diversas sedes de la Zona Metropolitana de Guadalajara a más de 300 mil fieles
procedentes de todos los estados de la República Mexicana y de los demás países
de América, así como miles de delegados de África, Asia, Europa y Oceanía. El
objetivo: conmemorar la Santa Cena, instituida por Jesucristo en memoria de su
sacrificio redentor.
Ante las preguntas que algunas personas se formulan
acerca de por qué La Luz del Mundo celebra su año nuevo espiritual en el octavo
mes del año, conviene recordar que el Israel bíblico tenía –aparte del año civil–
su año espiritual, establecido por mandato de Dios al profeta Moisés: “Este mes
os será principio de los meses; para vosotros será este el primero en los meses
del año” (Éxodo 12:2).
A partir de esta ordenanza divina, Abib dejó de ser para
los israelitas el mes que ocupaba el lugar séptimo en el año y se convirtió en
el primero de los meses del año, es decir, en el más importante del calendario
hebreo. Se convirtió, asimismo, en el mes del memorial de liberación, donde los
judíos celebraban la pascua, su festividad más anhelada, la más solemne.
Es obligado aclarar que Israel no estableció el mes de
Abib como el primero del año por iniciativa propia; tampoco lo hizo con el
ánimo de diferenciarse en su calendario a los demás pueblos de la tierra. Lo
estableció Dios para que fuese un mes de especial celebración, el punto de
partida para contar los meses del año.
Así como los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob
esperaban la llegada del mes de Abib para viajar a la celebración pascual que
se realizaba en la ciudad de Jerusalén,
los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo esperan ansiosamente la llegada de
agosto. Lo esperan porque saben que al comienzo del mes se elevará a Dios la
oración apostólica, y que la respuesta divina a este ruego traerá consigo
beneficios y bendiciones materiales y espirituales, así como la solución a sus limitaciones,
impedimentos y carencias.
Twitter: @armayacastro
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