Por Armando Maya Castro
Niños
evangélicos observan su casa destruida por un enfurecido
grupo de católicos de la comunidad de Mitzitón, Chiapas
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Agotada. Así se encuentra mi capacidad de asombro cada vez que los
clérigos católicos opinan, con inocultable oportunismo, sobre los supuestos
casos de fanatismo religioso perpetrados por otras iglesias, olvidando que el pasado
de su Iglesia, la católica, delata a esa institución como una de las instituciones
más fanáticas en la historia de la humanidad, en la que abundan actos de
crueldad que han atropellado los derechos humanos de millones de personas.
Intentaré explicarme: hace algunas semanas tuvo lugar en Xalapa, Veracruz un caso
lamentable de maltrato en agravio de un menor de edad que fue atado de pies y
manos a la reja de una ventana, con su boca cubierta con cinta canela. Los
autores de este incalificable atropello –en proceso de investigación– fueron
sus propios padres, miembros de una Iglesia evangélica que se deslindó de dicha
acción en los siguientes términos: “…no somos cómplices de dichos actos puesto
que no los avalamos, ni enseñamos, no somos responsables de lo que cada miembro
haga en forma privada en su hogar, pues de ser así a los líderes de las
diferentes religiones se les pediría responsabilizarse por lo que cada creyente
haga por su cuenta”.
El caso está siendo investigado por las autoridades, quienes deberán
integrar el expediente y determinar las responsabilidades y posibles sanciones.
Mientras tanto, el pequeño maltratado, junto con sus tres hermanos, permanece
en una casa asistencial, a donde el DIF lo envió luego de constatar que padece
el Síndrome del Niño Maltratado.
Aparte de haber sido exhibidos en las redes sociales y en los
medios de comunicación como "fanáticos religiosos e incitadores a
violentar a los menores de manera física y psicológica", los miembros de
esa comunidad evangélica siguen siendo expuestos al juicio popular, ahora por
la Arquidiócesis de Xalapa, cuyo vocero, José Manuel Suazo Reyes, opinó así
sobre dicho caso: “Una persona equivocadamente y con su conducta equivocada y
exagerada para castigar a un niño y exhibirlo,
no es eso lo que inspira la religión, esta persona invoca principios
religiosos pero está equivocado porque cae en un mal uso…”.
Suazo Reyes da por hecho que los padres del menor invocaron principios
religiosos de la Iglesia a la que pertenece. El problema es que lo da por hecho
antes de que las autoridades agoten las investigaciones. Hasta este momento, las
instancias competentes no han informado a los medios de comunicación si la
forma de corregir de esos padres era inculcada por las autoridades
eclesiásticas de dicha Iglesia. Si la investigación en proceso determina que
los métodos inhumanos de esos padres forman parte de la enseñanza doctrinal de esa
comunidad religiosa, se tendrá que proceder en consecuencia.
Lo que sí podrían y deberían hacer los clérigos del catolicismo es
revisar detenidamente la historia de su Iglesia, plagada de actos fanáticos que
han sido plasmados en un sinnúmero de libros de historia. Me refiero a hechos
que han sido descalificados por su desmedida crueldad y por atropellar la
dignidad de los seres humanos, tales como intolerancia religiosa, cruzadas
medievales, persecución a los judíos, guerras de religión, inquisición, tortura,
pederastia, etcétera.
Puede haber quien piense que estos casos pertenecen al pasado
distante de la Iglesia católica. Absolutamente falso, y como prueba el
siguiente botón: este domingo se registró en Chiapas un caso más de
intolerancia religiosa. Los autores: un grupo de católicos de Mitzitón, quien
mantiene bajo secuestro a ocho evangélicos cuyas viviendas fueron destruidas,
sin que a los integrantes de este grupo les importara la experiencia sin hogar
de los niños y mujeres que pertenecen a las familias afectadas.
Me atrevo a asegurar que la delegada de Gobierno en los Altos de
Chiapas, Ana Karen Ballinas, quien se encuentra ya en la zona del conflicto
para dialogar con los católicos del lugar, buscará solucionar el problema
privilegiando la vía del diálogo y la conciliación, pasando por alto que se
trata de delitos graves, que merecen ser sancionados con todo el rigor de la
ley.
Twitter: @armayacastro
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