sábado, 28 de junio de 2014

CRISIS HUMANITARIA

Por Armando Maya Castro
Centro de detención para niños migrantes en Estados Unidos

Barack Obama jamás imaginó que en su segundo mandato como presidente de Estados Unidos iba a enfrentar uno de los problemas más grandes en la historia de la migración: la oleada de niños migrantes menores de 18 años que saturan los centros de detención en la frontera sur de esa nación, un fenómeno que ha sido calificado por algunos como una crisis humanitaria.

De octubre de 2013 a la fecha, el gobierno de Estados Unidos detuvo a 47 mil niños sin la documentación requerida y sin la compañía de un adulto, situación que convierte a estos menores en seres altamente vulnerables. Se trata de un 92% más que en 2013, anunció el gobierno estadounidense el pasado 17 de junio.

Diversos analistas han señalado que este titánico problema es consecuencia del endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos, cuyo propósito principal es sellar su frontera con México para impedir el paso de las drogas y también de los migrantes. Esta política ha ocasionado que los migrantes que llevan tiempo viviendo en la Unión Americana decidan permanecer en territorio estadounidense. Por temor a que se les impida volver, ya no vienen a México, ni los centroamericanos viajan a sus países, como lo hacían en el pasado; prefieren mandar por sus familiares, algunos de los cuales son menores de edad.

Aparte de las precarias condiciones del largo viaje que estos niños emprenden, varios de ellos niños han sido sometidos a abusos y maltratos por parte de los agentes fronterizos. Las denuncias revelan que se trata de atropellos constantes y de diversa naturaleza: aislamiento, discriminación, golpes y abusos sexuales y verbales. 

El maltrato, crueldad y racismo que estos menores experimentan en suelo norteamericano merece recibir de parte nuestra la más enérgica condena, como también es digna de condena la insensibilidad y falta de voluntad de los gobiernos centroamericanos, quienes han sido incapaces de construir un entorno de posibilidades y bienestar social que ponga fin a la desigualdad económica y logre arraigar a sus gobernados –incluidos niños y niñas– en sus países de origen.

Es reprobable asimismo el proceder indolente de los gobiernos de los países y estados de la ruta migratoria, en donde hacen falta políticas públicas orientadas a prevenir, atender y reparar los atropellos a los derechos humanos en agravio de los menores migrantes. México, que es un país de origen, tránsito y destino de migrantes, ha desatendido muchos de estos aspectos, permitiendo así que el crimen organizado e integrantes de diversas corporaciones policiacas se aprovechen impunemente de los migrantes.

Estados Unidos, México y las naciones centroamericanas deberían formular políticas efectivas para ayudar y proteger a los niños migrantes, tal como lo expone el Artículo 2.1 de la Convención de los Derechos del Niño, el cual estipula: “Los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales”.

Estoy consciente que Estados Unidos no ha ratificado la Convención en cuestión. La firmó en 1995, pero nunca la ha enviado al Senado para que sea ratificada. Pese a lo anterior, el vecino país del norte respalda dicho documento, lo que nos permite asegurar que seguirá trabajando con las naciones de la región para solucionar una crisis humanitaria que no admite demora.


Twitter: @armayacastro  


No hay comentarios:

Publicar un comentario