sábado, 21 de junio de 2014

ESTADO LAICO, ELEMENTAL PARA CONTRARRESTAR LA INTOLERANCIA RELIGIOSA

Por Armando Maya Castro

La llamada santa inquisición, que en su vigencia persiguió y asesinó a las personas que profesaban una religión distinta a la católica, fue suprimida dos veces en México: la primera, el 22 de febrero de 1813; la segunda y definitiva, el 10 de junio de 1820. A pesar de lo anterior y de las leyes que prohíben terminantemente la discriminación religiosa, este fenómeno social sigue ocasionando severos estragos en el estado de Chiapas. El pasado 15 de junio, “los ejidatarios de Nuevo Las Tacitas de Ocosingo, realizaron la retención ilegal y arbitraria en contra del misionero Remigio Rodríguez, vecino de Monte Líbano y perteneciente a la Iglesia Presbiteriana”, informó este 19 de junio NoticiaCristiana.com.

El anterior caso de intolerancia religiosa es uno más de los muchos que han tenido lugar en Chiapas, donde las autoridades federales y estatales han sido incapaces de detener los actos de violencia religiosa que se vienen dando desde el 29 de julio de 1962. De entonces, hasta diciembre de 1993, más de 34 mil evangélicos habían sido expulsados arbitrariamente de sus comunidades por los católicos tradicionalistas. Un alto porcentaje de estos desplazados se estableció en las áreas periféricas de San Cristóbal de las Casas, Teopisca y Comitán, donde la situación ha sido complicada para todos ellos.

En mi opinión, los ataques contra los evangélicos son la reacción de la Iglesia católica al crecimiento que la comunidad evangélica ha experimentado en el estado gobernado por Manuel Velasco Coello. Desde hace varias décadas, la tendencia del romanismo en esa entidad de la República mexicana es a la baja. Los resultados del Censo de Población y Vivienda del año 2000 revelan esta realidad. Chiapas apareció ese año como la entidad federativa con menor porcentaje de católicos (63%) y mayor número de evangélicos (22%). El resto se declaró sin religión. En el censo más reciente –realizado en 2010–, sólo el 58% de los chiapanecos manifestó ser católico. Según el INEGI, el número de protestantes se incrementó de un 24 al 27%. Estas cifras revelan que la intolerancia religiosa desplegada contra quienes decidieron profesar la religión evangélica en lugar de la católica, no ha logrado frenar el crecimiento de los evangélicos establecidos en Chiapas.

Aunque este fenómeno tiene presencia en diversas comunidades chiapanecas, el municipio que presenta mayor número de casos de intolerancia religiosa es San Juan Chamula, donde se vienen dando, desde hace varias décadas, graves violaciones a los derechos humanos. El 90% del total de los expulsados son, justamente, de San Juan Chamula, municipio donde a los católicos tradicionalistas les cuesta bastante trabajo aceptar que sus semejantes tienen el derecho a profesar una creencia religiosa distinta a la de ellos.

La confrontación por motivos religiosos que se vive en Chiapas afecta seriamente a los hijos de padres evangélicos, a muchos de los cuales se les ha negado el ingreso a los establecimientos de educación básica, sin que la Segob y las autoridades chiapanecas hayan hecho lo suficiente para evitarlo. El problema es añejo pero se incrementó en el sexenio de Juan Sabines Guerrero, quien permitió –junto con Felipe Calderón Hinojosa– el agravamiento del problema en varias comunidades chiapanecas.

La intolerancia religiosa afecta también a los alumnos cuyos padres pertenecen a la organización religiosa conocida como Los Testigos de Jehová, quienes han llegado a ser sancionados por su negativa a participar en los honores a la bandera. En el caso específico de los problemas de esta organización se ha dado la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, gracias a la cual el problema ha disminuido.


Uno de los aspectos más preocupantes es la multiplicación de las violaciones del Estado laico, lo que se traduce, inevitablemente, en la propagación de los casos de intolerancia religiosa. Antes lo he dicho y esta vez lo repito: “Para evitar la multiplicación de los casos de intolerancia religiosa es necesario multiplicar esfuerzos en pro del fortalecimiento del Estado laico, el cual brinda a todas las iglesias el debido reconocimiento, así como igualdad ante la ley, obligando a las autoridades de Gobierno a mantener una postura de imparcialidad hacia las distintas convicciones religiosas y modos de pensar. México ya tiene suficiente con la violencia causada por la delincuencia organizada, como para provocar el incremento de la intolerancia religiosa, una forma de violencia que sólo puede erradicar el Estado laico. Nuestro deber es trabajar más y mejor en el fortalecimiento de la laicidad, evitando que ésta sea embestida por los políticos partidarios del Estado confesional. Tenemos que hacerlo si es que no queremos que la intolerancia religiosa –que ha lastimado por décadas a estados como Oaxaca y Chiapas– se extienda a los 32 estados de la República Mexicana”.

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