Por Armando Maya Castro
Ayer se celebró en todo el
mundo el Día Internacional de Nelson Mandela. Esta celebración fue aprobada el 10 de noviembre de 2009 a través
de la Resolución A/RES/64/13, emitida por la Asamblea General de Naciones Unidas
en reconocimiento a las aportaciones de Mandela a la cultura de la paz, la
igualdad y la libertad.
Este abogado y político
sudafricano nació "el 18 de julio de 1918 en Mvezo, una diminuta aldea en
la ribera del río Mbashe, en el distrito de Umtata, capital del Transkei",
ubicado a “unos mil doscientos kilómetros al este de ciudad de El Cabo y a
novecientos al sur de Johannesburgo, explica Mandela en su libro El largo camino hacia la libertad. La
autobiografía de Nelson Mandela.
En 1962, por su férrea lucha
contra el apartheid (régimen de segregación racial impuesto en 1954 por el
gobierno del antes pastor protestante Daniel François Malan), Mandela fue arrestado
y encarcelado. El 12 de junio de 1964 fue condenado a cadena perpetua bajo los cargos
de sabotaje y terrorismo, entre otros. Se convirtió así en el prisionero número
46664.
El apartheid emitió leyes
para segregar oficialmente a cada individuo de acuerdo a su raza: “privaba al
total de la población negra de todo derecho político: no podían votar, ni
ocupar un puesto político ni sindicalizarse, y no tenían derecho a la libertad
de reunión. Los negros debían vivir en áreas segregadas racialmente, recibían
salarios discriminatorios, no podían casarse con blancos, ni ser jefes de
ellos, debían asistir a escuelas separadas e inferiores, debían usar baños
separados, entradas diferentes, debían comer en restaurantes diferentes y se
les prohibía socializar con blancos", explica Manuel G. Velasquez en su obra
Ética en los negocios: conceptos y casos.
Virgilio Postigo Cubo señala
que sus 27 años de prisión lograron para la causa de Mandela “el apoyo de gran
parte de la comunidad internacional, que le convirtió en un símbolo de la lucha
contra el 'apartheid' y la discriminación racial". Muchos grupos
internacionales firmaron peticiones e hicieron marchas exigiendo la liberación
de quien se convirtió en todo un héroe nacional.
En un intento por acabar con
la impresión que la comunidad internacional tenía del gobierno blanco que
oprimía a los negros en Sudáfrica, Nelson Mandela recibió el ofrecimiento de su
libertad, siempre y cuando aceptara ser extraditado al bantustán de Transkei,
al que el régimen segregacionista había concedido una ficción de independencia.
Mandela “se negó diciendo que aceptar esa condición significaría reconocer la
existencia de Transkei como jurisdicción independiente de Sudáfrica”.
En sus años de reclusión, meditó
profundamente en la complicada situación de los negros en Sudáfrica y en la
forma en que debía resolverse: “Siempre supe que en lo más profundo del corazón
humano hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por
razón de su piel, de su origen, de su formación o de su religión. La gente
aprende a odiar, y si los hombres y mujeres pueden aprender a odiar, también
pueden aprender a perdonar y a amar. El amor es más natural al corazón humano
que su opuesto, el odio. Incluso en los momentos más horrorosos en prisión,
cuando mis compañeros y yo éramos empujados al vacío, podía ver un atisbo de humanidad
en los guardianes. Quizá sólo un segundo, pero era suficiente para confiar en
la bondad del ser humano", escribió Mandela en la obra arriba mencionada.
En 1990, a los 61 años de
edad, salió de la cárcel sin rencores y prosiguió su lucha en defensa de los
derechos humanos de las mujeres y hombres segregados. Inició una serie de acercamientos
y conversaciones con el gobierno para reformar la Constitución sudafricana que
prohibía el voto a los negros.
Mandela fue elegido
presidente de Sudáfrica en 1994, cuatro años después de su liberación. Su
triunfo fue festejado a lo grande por el pueblo sudafricano, cuya admiración
por Mandela creció al ver la puesta en marcha de una política de reconciliación
nacional, absteniéndose de cobrar venganza de quienes lo privaron de su
libertad por más de un cuarto de siglo.
La ONU, que ordenó la
celebración del Día Internacional de Nelson Mandela, el 18 de julio de cada
año, tuvo una destacada actuación durante la criminal vigencia del apartheid.
En 1962 pidió a los Estados Miembros romper relaciones diplomáticas y
económicas con Sudáfrica, además de establecer el Comité Especial contra el
apartheid. En 1965 aprobó la Convención Internacional sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación racial. En 1973 aprobó la Convención
Internacional sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid. En 1976
aprobó el Programa de Acción contra el apartheid y exhortó a gobiernos,
organizaciones y particulares a que ayuden a erradicarlo.
El Día Internacional de
Nelson Mandela, que se celebra en el aniversario de su nacimiento, es el mejor
homenaje que puede rendirse a un líder que combatió firmemente los prejuicios
raciales y dedicó sus esfuerzos al servicio de los sudafricanos y de la
humanidad, contribuyendo a la creación de una Sudáfrica no racial y
democrática.
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