Armando Maya Castro
La intolerancia religiosa sigue produciendo dolor en Nigeria y en muchas otras naciones del mundo |
El año 2012 está llegando a
su fin con graves manifestaciones de intolerancia religiosa. En México tenemos
el caso de Huejutla, Hidalgo, así como la delicada situación que este flagelo
ha provocado en varias comunidades de Chiapas, donde prevalece un conflicto que
no tuvo solución en la administración de Felipe Calderón Hinojosa ni en las
administraciones que le antecedieron.
En muchas ocasiones he
señalado en este espacio que la intolerancia religiosa se encuentra presente no
sólo en México, sino también en muchas otras naciones del mundo. En Nigeria, al
menos 12 personas acaban de perecer víctimas de ataques perpetrados contra dos
iglesias que se hallaban celebrando sus servicios religiosos de Navidad.
Respecto al tema de la
intolerancia religiosa en Nigeria, Navi Pillay, la alta comisionada de la ONU
para los derechos humanos, declaró en enero del presente año: "Los actos
deliberados que conducen a la 'depuración' de la población sobre la base de la
religión o de la etnia serían también equivalentes a crímenes contra la
humanidad". Estas declaraciones no frenaron las acciones intolerantes del
grupo radical islámico Boko Haram, quien “sigue sembrando el terror en las
calles de los estados del sur, de mayoría cristiana, e incluso del norte, pese
a ser de mayoría musulmana, a través de atentados en iglesias cristianas o
centros públicos cristianos como universidades”. Esta escalada de violencia,
derivada de la falta de respeto a la diversidad religiosa, impide que los
nigerianos practiquen en paz sus creencias religiosas.
Debe reconocerse que la "Declaración
sobre la Eliminación de todas las formas de Intolerancia y Discriminación
fundadas en la Religión o las Convicciones", proclamada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 25 de noviembre de 1981, significó un
trascendental avance para la práctica de la libertad religiosa; sin embargo, lo
estipulado en dicha Declaración no ha podido neutralizar las acciones fanáticas
de las personas y/o grupos intolerantes.
Este documento considera que
la discriminación por motivos religiosos constituye una ofensa a la dignidad
humana, la cual debe ser condenada como una violación a los derechos humanos y a
las libertades fundamentales. Esto es lo que nos dice el artículo primero de la
citada Declaración: “Nadie será objeto de coacción que pueda menoscabar su
libertad de tener una religión o convicciones de su elección”. El problema de
una Declaración de la ONU es que “no tiene valor vinculante para los Estados
firmantes, es decir que no es un Tratado u otro documento internacional que
obligue a los miembros a respetar lo allí estipulado”.
En nuestro país, la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece, entre otras
cosas, que “todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le
agrade, y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto
respectivo…” (Artículo 24). Este ordenamiento jurídico ha permitido que en
México existan diversas religiones y convicciones, sin que se haya logrado
erradicar por completo la intolerancia religiosa.
La Ley de Asociaciones
Religiosas y Culto Público (LARCP), reglamentaria de las disposiciones de
nuestra Carta Magna en materia de asociaciones, agrupaciones religiosas,
iglesias y culto público, establece que el Estado Mexicano garantiza en favor
del individuo el siguiente derecho: “Tener o adoptar la creencia religiosa que
más le agrade y practicar, en forma individual o colectiva, los actos de culto
o ritos de su preferencia”.
A pesar de estas leyes, en
México sigue imponiéndose la intolerancia religiosa sobre la libertad de
creencias y de culto. Prueba de ello es el acoso que se ejerce contra aquellas personas
que, en uso de sus libertades y derechos, decidieron separarse de la religión mayoritaria
para abrazar otra creencia religiosa.
La intolerancia religiosa es
un problema grave, al que lamentablemente no se le ha dado la necesaria atención.
Esta es la razón por la que sigue presente en estados como Chiapas, Hidalgo y
Oaxaca. En éstas y otras entidades del país, la intolerancia religiosa continúa
produciendo asesinatos, lesiones, expulsiones, destrucción de casas, cortes de
agua y energía eléctrica, amenazas y despojos en agravio de los no católicos.
A tres días del inicio del
año 2013, es bueno preguntarnos: ¿logrará solucionar la Segob en el próximo año
los conflictos religiosos que no pudieron resolver las pasadas administraciones
federales? Quienes queremos un México en paz y armonía deseamos que el próximo
año cesen los casos de intolerancia religiosa que permanecen sin solución en varios
estados de la República. Los mexicanos nos merecemos un país donde el respeto a
la diversidad religiosa ponga fin al flagelo de la intolerancia.
@armayacastro
No hay comentarios:
Publicar un comentario