Por Armando Maya Castro
Las leyes de México
prohíben expresamente la participación de las iglesias y de sus ministros en
asuntos político-electorales. Pese a esta prohibición, la conducta de diversos
líderes religiosos es de abierta participación e intervención en el actual
proceso electoral. Algunos de ellos, desde el púlpito, han exteriorizado sus
preferencias políticas, pidiendo a los miembros de sus iglesias que reflexionen
su voto; la intervención de otros ha sido más discreta, mediante llamados a los
candidatos y organismos políticos para que erradiquen de las campañas los
insultos o “guerra sucia”, bajo el argumento de que México quiere “elecciones
civilizadas”. Con llamados así, se evidencia ante la sociedad a los candidatos
y/o partidos que recurren a lo que se conoce como “guerra sucia”.
Fiel
a su costumbre de criticar a las instituciones del país, la arquidiócesis
primada de México, a través del semanario “Desde la Fe”, criticó severamente al
Instituto Federal Electoral (IFE), por no haber aprovechado los tiempos
oficiales en los medios de comunicación para aclarar el uso de las boletas
electorales. La editorial del mencionado órgano de difusión señala que "sería
verdaderamente lamentable que, por falta de una clara información, muchos votos
sean desechados como nulos por algunas inconsistencias que desde hoy pueden
evitarse. La claridad y la sencillez son elementos indispensables junto con una
información oportuna". Con este tipo de críticas, la jerarquía católica intenta
hacer sentir su peso político.
Sobre
la irrupción del movimiento #Yosoy132 en el escenario político del país, las
opiniones al interior de la Iglesia católica están divididas. La arquidiócesis
de México, a través de su órgano de difusión, indica que los jóvenes “llegan
como una refrescante lluvia en medio del calor, para hacernos pensar y sentir,
para sacarnos de nuestra rutina y redescubrir la importancia de cada momento”.
Por su parte, Abel López Guízar, ex párroco de la Iglesia de Fátima, cuestiona
al citado movimiento juvenil en los siguientes términos: "Qué son o a qué
se dedican no sé, realmente no sé, pero como quiera que sea, cualquier
agrupación no debe ser agresiva y respetarse unos con otros, tiene que ser,
deben estar manipulados por alguien o quien les da dinero para que hagan sus
movimientos y carteles, ni modo que ellos, porque los estudiantes siempre están
carentes de dinero, ellos no son".
La
Iglesia presbiteriana no se queda atrás. Ananíes Laguna Coyoc, presidente del
presbiterio “Juan Calvino”, pidió a los evangélicos reflexionar a qué candidato
le darán su voto. En clara alusión a uno de los presidenciables, pidió no
dejarse llevar por lo carismático o bien parecido que pudiera ser un candidato presidencial,
sino votar por aquel cuya plataforma política esté apegada a la justicia, a la
vida y a la paz, así como a la restauración del ser humano y principalmente a
los principios bíblicos. En marzo pasado, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez
hizo un llamado similar a la ciudadanía, pidiéndoles no elegir al próximo
presidente de México “sólo porque está
muy guapo o porque tiene el copete alto”.
Las
autoridades electorales del país deben llamar al orden y sancionar a las
iglesias que, pasando por encima de la ley, se inmiscuyan en asuntos
político-electorales. La Secretaría de Gobernación no puede ni debe permitir
que las asociaciones religiosas –bajo el argumento de que están orientando el
voto de sus fieles– transgredan lo que las leyes de México establecen al
respecto. Nuestras instituciones no pueden ni deben actuar con tibieza,
permitiendo que algunas iglesias violenten el Estado laico y olviden que su
deber es ocuparse cien por ciento de las cosas espirituales.
No
está por demás recordar que, al final de la administración de Vicente Fox
Quesada, el entonces subsecretario de Población, Migración y Asuntos
Religiosos, Lauro López Sánchez, y el
director general para Asuntos Religiosos, Álvaro Castro Estrada, cabildearon
con el Vaticano la posibilidad de llevar a cabo reformas constitucionales que
amplíen los derechos de los ministros de culto y la libertad religiosa. La
reforma al artículo 24 constitucional, que actualmente analizan los congresos
estatales para su aprobación o rechazo, es la primera de estas reformas. Esta modificación
legislativa inauguraría una serie de reformas que colocarían a la Iglesia
católica –de manera legal– en la arena política, lo que sería altamente
perjudicial para la vida de México. Los mexicanos que no quieren ver a la
Iglesia católica ni a ninguna otra Iglesia haciendo política, seguirán
manifestando su enérgico rechazo a la reforma del artículo 24 constitucional.
Twitter: @ArmayaCastro
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