Por Armando Maya Castro
Chiapas, el estado con mayor diversidad religiosa; el 44 por ciento de su población no profesa el catolicismo |
A pesar
de los avances legislativos en materia de libertad religiosa, qué difícil es
encontrar en nuestra sociedad el respeto pleno a la diversidad religiosa, esa
que en nuestro querido México es una realidad innegable desde hace ya varias
décadas, tal como lo demuestran las ocho mil 54 asociaciones religiosas
registradas ante la Secretaría de Gobernación (Segob) a nivel nacional.
Lo que
sí encontramos en nuestra actual sociedad es tolerancia religiosa, pero
racionada, no plena, como si viviéramos aún en el siglo XVI, en el que tuvieron
lugar las llamadas Guerras de Religión de Francia, como resultado del
recrudecimiento de las disputas entre católicos y hugonotes (calvinistas
franceses).
En ese siglo,
los esfuerzos calvinistas prosperaron de tal manera que lograron cierto grado
de libertad religiosa a través de la promulgación del Edicto de Tolerancia de
Nantes, proclamado por el monarca francés Enrique IV, el 13 de abril de 1598.
Las
estipulaciones de este edicto, que concedía libertad de conciencia a los
protestantes y ponía fin a las ya mencionadas guerras de religión, nunca gozó
de la aceptación y beneplácito de Clemente VIII, en ese tiempo pontífice romano
al frente de la Iglesia Católica, quien calificó al Edicto de Nantes como “la
cosa más maldita del mundo” (Henry H. Helley., Compendio Manual de la Biblia, Publicaciones Portavoz Evangélico,
EUA, 1955, p. 693).
En la
obra Historia temática de los Derechos
Humanos se señala que el de Nantes “no es un edicto de plena tolerancia,
menos aún de libertad religiosa propiamente dicha. Esto es así, porque no es
permitido el ejercicio público de la religión reformada en todo el territorio,
sino en los lugares donde en años anteriores había tenido lugar dicha práctica,
que eran zonas determinadas y acotadas. Expresamente se prohíbe el culto
protestante en París y aledaños (art. XIV del edicto)”. Otros autores han
señalado que durante la vigencia del edicto en cuestión los protestantes no
podían “celebrar sus cultos en las ciudades arzobispales y episcopales, ni en
las residencias reales, ni en un radio de cinco millas alrededor de París”.
En
1685, el rey Luis XIV de Francia promulgó el edicto de Fontainebleau (1685),
que significó la supresión y revocación del dicto de Nantes, cediendo a los
parlamentos “la represión de la herejía, a cargo de las autoridades
eclesiásticas”. Esto representó el incremento de la intolerancia religiosa y el
exilio de miles de calvinistas honestos y productivos a Berlín, Prusia y
Holanda.
Así
eran las cosas en Francia hace más de trescientos años y, por desgracia, así
siguen siendo en muchos países de mayoría católica y musulmana, donde se sigue
tolerando de mala gana a las minorías religiosas, algunas de las cuales han
levantado la voz en diversos foros exigiendo que se dé el anhelado tránsito de
la tolerancia al respeto de la diversidad religiosa.
A estas
alturas, con tantas disposiciones legales en materia derechos humanos y
libertades fundamentales, resulta inadmisible que las minorías religiosas
tengan que seguir esperando tolerancia religiosa de los grupos religiosos
mayoritarios, en vez de recibir el debido respeto a sus convicciones
religiosas.
La
falta de respeto a la diversidad religiosa se traduce en actos de
discriminación e intolerancia religiosa en China, Corea del Norte, Nigeria,
Sudán, Siria, Irak y Pakistán, países donde el aumento de las hostilidades por
motivos religiosos debería obligar a sus gobernantes a una intervención más
decidida en la defensa de las minorías religiosas.
En el
caso particular de México, tenemos un sinnúmero de casos sin solución en el
estado de Chiapas, donde prevalece un conflicto que se ha caracterizado por los
actos de crueldad en agravio de los evangélicos de la región de Los Altos de
Chiapas, tales como expulsiones masivas, violaciones, asesinatos y otros
crímenes basados en motivaciones de índole religiosa. Esto sucede en esa
entidad de la República Mexicana hasta el día de hoy, a pesar de que la
Secretaría de Educación estatal desplegó –con el apoyo de diversos grupos
religiosos– el programa “Educar para el respeto, la tolerancia y la paz”, el
cual busca proteger y fomentar la libertad de culto, así como prevenir todas
las formas de discriminación.
La
mañana del jueves pasado, cientos de católicos tradicionalistas de la comunidad
Mitzitón destruyeron y quemaron un campamento ocupado por unas 27 familias
evangélicas, además de retener a Óscar Ventana Heredia, Vicente Fernando
Hernández Heredia, Refugio, Cristóbal y Rodrigo Jiménez Gómez, Juan Jiménez
Díaz, Fausto Jiménez López y Julio Jiménez Jiménez, informó proceso.com.mx.
Este
medio informativo consignó asimismo la detención de dos periodistas que
cubrieron el evento que se registró a un costado de la carretera federal, sólo
por haber tomado fotos y video “sin pedir permiso de la autoridad local”. Los
católicos tradicionalistas despojaron a estos comunicadores de sus equipos y
les decomisaron la camioneta en que se transportaban, procediendo con absoluto
desprecio a las leyes que garantizan las libertades de religión y de expresión.
Por
salud de México, ojalá que este caso de intolerancia religiosa no quede impune y
se castigue a los responsables con todo el rigor de la ley.
Twitter: @armayacastro
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