Por Armando Maya Castro
La cita fue en el templo sede internacional de la Iglesia La
Luz del Mundo, donde la noche del pasado 31 de diciembre transcurrió en medio
de ruegos dirigidos al Creador, cánticos de gozo y gratitud y reflexiones de
carácter doctrinal.
El ambiente festivo, de alegría y regocijo espiritual, era
más que evidente en todos los espacios de la colonia Hermosa Provincia, mismos que
fueron abarrotados por más de 40 mil fieles procedentes de las distintas
colonias y barrios de la Zona Metropolitana de Guadalajara, así como de varias ciudades
de México y Estados Unidos.
La última noche del año fue la noche de la espera. La
califico así porque la multitud reunida en Hermosa Provincia esperaba algo
realmente especial. No esperaba participar en el clásico ritual que consiste en
comerse 12 uvas al compás de las campanadas, creyendo que quien lo haga tendrá
un año próspero. Tampoco esperaba presenciar una fiesta con música y fuegos
artificiales, brindis callejeros y mucha bulla, prácticas inusuales en las ceremonias
religiosas de la Iglesia La Luz del Mundo.
¿Esperaban acaso los fieles de la Iglesia las acostumbradas felicitaciones
y los abrazos que suelen darse al término del servicio de adoración que se
realiza el 31 de diciembre? Desde luego que no esperaban esto, tampoco la suculenta
cena que las iglesias de la zona metropolitana de Guadalajara impartirían horas
después en el Centro Recreativo Samuel Joaquín Flores.
¿Qué esperaban entonces los miembros de la Iglesia La Luz del
Mundo la última noche del año? Esperaban la llegada del 2014, porque en los
primeros minutos de este año se iba a elevar a Dios la súplica esperada: la del
Apóstol de Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, quien demandaría la misericordia del Altísimo en favor de su pueblo.
Pero antes de que esta oración fuese elevada, hubo momentos
de consejo, reflexión y análisis, tanto en el desarrollo del servicio de
adoración como en el punto de doctrina, presididos por los pastores
evangelistas Naasón y Benjamín Joaquín García, respectivamente.
El servicio de adoración, que el hermano Naasón Joaquín calificó
como un servicio de meditación, estuvo marcado por el fervor espiritual de
todos y cada uno de los participantes, incluidos los orfeones de la Iglesia, cuya
ferviente participación provocó el análisis y la reflexión de los fieles,
además de contribuir a incrementar el regocijo espiritual de éstos.
Desde el principio, el hermano Naasón invitó a los fieles de
la Iglesia a realizar un examen de sus propias vidas. Pidió no caer en el error
de minimizar las ofensas propias y magnificar las ajenas, pues ante Dios –dijo
categórico– el pecado es pecado y su pago es la muerte espiritual,
independientemente de la naturaleza del mismo. Explicó que esta muerte consiste
en vivir sin la comunión de Dios, es decir, separados de Dios y de sus
bendiciones. Por ello insistió en la necesidad de un análisis sincero para poder
alcanzar los beneficios de la oración de misericordia, tan esperada por los
integrantes de la Iglesia de Dios.
Al término del servicio, llegó el momento de reflexión con
base en la Palabra de Dios, que fue impartida por el hermano Benjamín Joaquín,
quien explicó con ejemplos bíblicos que la sinceridad y el arrepentimiento son
elementales para ser abarcados por la oración apostólica.
El momento cumbre del evento se vivió cuando el Apóstol de
Jesucristo elevó su oración a Dios en favor de los presentes pero también de
los ausentes, es decir de los fieles de la Iglesia universal, quienes presenciaron
las incidencias del último servicio del año a través del Internet.
Minutos antes de que el Apóstol de Dios orará por su pueblo, el
orfeón monumental de Hermosa Provincia entonó a Dios la alabanza “El año que se
va”. Fue entonces cuando los fieles de la Iglesia universal comenzaron a experimentar
una alegría indescriptible ante la proximidad del perdón divino, sintiendo que
la oración de misericordia abría puertas que permanecían cerradas y presentaba
ante ellos una nueva oportunidad para mejorar sus sentimientos, sus obras y sus
vidas.
No terminaba aún la participación del coro cuando el hermano
Benjamín Joaquín expresó ante la Iglesia: “Estamos empezando a sentir la gracia
de Dios, las cascadas de bendición de lo alto están siendo derramadas en este
lugar”. Enseguida, bajo ese manto de espiritualidad que cubría a la Iglesia, expresó:
“En estos momentos el representante de Cristo está levantando sus manos ante
Dios; su oración la está escuchando el Alto Dios, su plegaria y su ruego por
cada uno de nosotros…”.
Fue en ese instante cuando los miembros de la Iglesia se fundieron
en un abrazo espiritual y prolongado con su Creador, recibiendo por medio de la
oración apostólica el perdón, la reconciliación y una nueva oportunidad, bendiciones
que les han permitido comenzar este año con renovadas fuerzas y con la
disposición de seguir siendo mejores en todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario