sábado, 18 de enero de 2014

EL VATICANO ANTE LA ONU

Por Armando Maya Castro
Ante expertos del Comité de los Derechos del Niño de la ONU, una delegación vaticana negó que la sede papal haya obstaculizado las investigaciones judiciales sobre los delitos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos en  el mundo 
Por primera vez en la historia, una delegación vaticana fue sometida a un interrogatorio sobre los casos de pederastia clerical por parte de un comité de 18 expertos de la ONU, quienes esperaban que el Vaticano ofreciera información veraz, concreta y detallada sobre los abusos sexuales que han cometido miles de clérigos católicos en diversas partes del mundo.

La feligresía católica esperaba también mucho más de esta comparecencia que diversos analistas han calificado sin precedente en la historia del catolicismo; esperaba que el Vaticano se sincerara y reconociera ante el Comité de los Derechos del Niño sus fallas en lo que concierne al manejo de los casos de pederastia clerical.

Lamentablemente esto no ocurrió, ya que los delegados del Vaticano se limitaron a reconocer la existencia de abusadores entre los miembros del clero y demás personal de la Iglesia, como “se encuentran entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo”, aseguró monseñor Silvano Tomasi, quien también señaló que “estos  crímenes no puede justificarse nunca, ya sean cometidos en el hogar, en las escuelas, en la comunidad, en el ambiente de los deportes, o las organizaciones y estructuras religiosas” (ACI Prensa, 16/01/2014).

La delegación vaticana faltó a la verdad en varios aspectos. No dijo la verdad cuando aseveró que jamás se ha negado “a escuchar con atención a las víctimas de abuso y abordar el impacto que tales situaciones tienen en las víctimas de abuso y de sus familias”. Habrá que recordarle a Tomasi que en marzo de 2012 el papa Benedicto XVI, de visita en Guanajuato, no quiso escuchar a un grupo de víctimas de curas pederastas.

Los delegados vaticanos mintieron también cuando señalaron que las diócesis y congregaciones religiosas no rinden cuentas al Vaticano sobre los abusos sexuales, sino que “los crímenes atroces de abusos cometidos contra los niños han sido juzgados y castigados, como es debido, por las autoridades competentes en los respectivos países”.

Esto “no es cierto”, asegura de modo categórico Elio Masferrer Kan, quien se refiere a la existencia de “un documento firmado por el Papa Juan XXIII y el Card. Ottaviani (16/03/1962) ordenando la secrecía de los casos de abusos sexuales a la justicia civil bajo pena de excomunión mayor. Esta instrucción fue girada a todas las instancias organizativas de la Iglesia Católica, informando al Santo Oficio para que éste tome las medidas pertinentes. La Santa Sede tiene la información sobre abusos sexuales y no quiere reconocerlo ni divulgarlos” (El Universal, 17/01/2014).

Y en más sobre el tema, conviene recordar que el papa Juan Pablo II, en un motu proprio (Sacramentorum Sanctitatis tutela, del 30 de abril de 2001), estableció que los delitos contra la moral –entre ellos el abuso sexual a menores– son competencia exclusiva de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en ese tiempo dirigida por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. El escritor Pepe Rodríguez afirma que esa normativa papal exigía “a todos los prelados y superiores de órdenes religiosas que todos los casos de abuso sexual del clero, sin excepción, [debían] ser comunicados y/o remitidos en secreto al Vaticano, que [reservaba] a su Tribunal ad hoc de la Congregación para la Doctrina de la Fe la exclusividad de conocer y decidir, en última instancia, sobre estas conductas delictivas” (Pepe Rodríguez, Pederastia en la Iglesia católica, Barcelona, Ediciones B, 2002, p. 327).

Al negar información detallada sobre qué hace la Iglesia católica cuando uno de sus sacerdotes es acusado de abusos sexuales, el Vaticano dejó ir una gran oportunidad, demostrando así que el pretendido cambio de la Iglesia católica –pregonado a diestra y siniestra por el papa Francisco– no es más que discurso, disertación, retórica.


Por último, me interesa celebrar que la ONU, atendiendo el clamor de las víctimas, haya sometido a interrogatorio al Vaticano. Estoy seguro que la intervención de esta organización coadyuvará a la disminución de los casos de pederastia clerical, lo que se traducirá, con toda seguridad, en menos dolor para los niños y niñas del mundo. 

La humanidad espera que el Vaticano atienda el llamado del Comité de los Derechos del Niño en el sentido de abrir sus archivos para que se conozca toda la verdad en materia de abusos sexuales perpetrados por sacerdotes en distintos países del mundo. La petición de Kirsten Sandberg, presidenta del comité, está sobre la mesa, y se ha hecho porque la ONU sabe lo que todos nosotros sabemos muy bien, que los casos de pederastia clerical que han sido denunciados “son sólo la punta del iceberg”.  

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