Por Armando Maya Castro
El
pasado mes de mayo, un estudio realizado por Plan Internacional reveló que
actualmente el acoso escolar afecta al 70% de estudiantes de Latinoamérica,
región que la citada organización calificó como la más violenta del mundo.
En
el caso concreto de México, las cifras son también alarmantes. A través de uno de
sus comunicados, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer
el año pasado que cuatro de cada 10 alumnos sufren bullying. Los números de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) son
similares: el 40 por ciento de los 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria
y secundaria son víctimas de bullying. Estas cifras, hay que reconocerlo, son dolorosas
y muestran la terrible realidad que tiene presencia en un sinnúmero de escuelas.
Por
ello, me parece una magnífica noticia la capacitación que un especialista de
Bosnia otorgará a 300 maestros jaliscienses “en temas de la cultura de la Paz
para mitigar el impacto de la violencia entre iguales o bullying, informó la
Comisión Nacional para la Cultura de la Paz y no Violencia. El objetivo de esta
capacitación es contar con líderes sociales que empiecen a hablar y capacitar
en el tema de la educación para la paz.
El
presidente nacional de la Comnapaz, Hiram Valdez, destacó la capacidad del
especialista bosnio, afirmando que la experiencia de éste en el conflicto de
Bosnia-Herzegovina fue aplicada en las escuelas, lo que contribuyó de manera
importante a la consecución de la paz.
Este
tipo de acciones contra el acoso escolar son bienvenidas en un país que, de
acuerdo con la OCDE, ocupa el primer lugar en casos de bullying entre
estudiantes de secundaria. Dignos de reconocimiento son, asimismo, los cursos
especiales que está impartiendo la CNDH, a fin de que se conozca, entienda,
prevenga y combata el acoso escolar.
Ahora
que la Secretaría de Gobernación ha publicado la reforma del artículo 24
constitucional, las minorías religiosas establecidas a lo largo y ancho de
nuestro país han expresado su preocupación de que la modificación en cuestión
incremente el bullying por motivos religiosos en las escuelas públicas.
Este
tipo de acoso escolar no es nuevo. Tiene presencia en las escuelas desde hace
mucho tiempo, ejerciéndose en contra de los niños y adolescentes que llegan a
exteriorizar sus creencias en el entorno escolar. En Puebla, la Federación
Nacional de Padres de Familia señaló que tanto en las escuelas públicas como en
las privadas se han presentado casos de hostigamiento en agravio de los menores
de edad que no profesan el catolicismo. Esto a pesar de que la discriminación
religiosa está prohibida por la Constitución General de la República, la Ley de
Asociaciones Religiosas y Culto Público y la Ley Federal para Prevenir y
Eliminar la Discriminación.
En
el año 2011, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de
Jalisco, Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, dio a conocer que en algunas escuelas
jaliscienses se han presentado casos de bullying ejercido por algunos maestros que
han reprobado y exhibido a los menores de edad que se han negado a participar
en la celebración del Día de Muertos, festividad católica que se ha instalado
en las escuelas públicas bajo la fachada de tradición mexicana. En esta misma
entidad, la Secretaría de Educación realizó una encuesta que, en lo relativo a discriminación
religiosa, arrojó el siguiente resultado: el 51% de los alumnos de entre 15 y
19 años rechazan a compañeros con una religión distinta a la que profesan.
Tenga
usted la seguridad que este tipo de discriminación se multiplicará en las aulas
si permitimos que la Iglesia católica –apoyada en la nueva redacción del
artículo 24 constitucional– implante la educación religiosa en las escuelas
públicas. Permitir que prospere el proyecto educativo de esta institución es
permitir que los docentes al servicio del Estado realicen el trabajo evangelizador
que le corresponde hacer a los clérigos de la Iglesia católica; es permitir,
asimismo, que la religión se convierta en un factor de división entre los
alumnos que profesan distintas religiones, lo que con el tiempo se traducirá en
un elemento de polarización social que dañará gravemente nuestra convivencia.
Esta columna fue publicada en El Mexicano de Tijuana, el 23 de julio de 2013
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