martes, 5 de febrero de 2013

EL MEJOR HOMENAJE A NUESTRA CARTA MAGNA



Armando Maya Castro

Tomado del libro Historia Gráfica del Congreso Constituyente de 1916-1917 (Fotografía de Mendoza)
Hoy se celebra el 96 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobada el 31 de enero de 1917 por el Congreso Constituyente reunido en la ciudad de Querétaro por mandato de Don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista durante la Revolución Mexicana.
El 5 de febrero de 1917, justo sesenta años después de la Constitución de 1857, fue promulgada y publicada en el Diario Oficial de la Federación la Carta Magna que nos rige, luego de haber sido firmada por 209 diputados. Entró en vigor a partir del 1° de mayo de ese año, y desde entonces ha sido objeto de cientos de modificaciones. 
El artículo 135 constitucional establece que “…Para que las adiciones o reformas lleguen a ser parte de la misma [de la Constitución], se requiere que el Congreso de la Unión, por el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes, acuerden las reformas o adiciones, y que éstas sean aprobadas por la mayoría de las legislaturas de los Estados”. 
Lamentablemente, muchas de las modificaciones que se le han hecho a nuestra Carta Magna han sido realizadas no con el propósito de perfeccionarla, sino para satisfacer exigencias particulares o de grupo. Con sus honrosas excepciones, la mayoría de los diputados y senadores federales, lo mismo que la mayor parte de los congresos locales, han olvidado que los intereses del pueblo están por encima de los intereses privados o de grupo.
Un ejemplo de lo anterior es la reforma del artículo 24 constitucional, aprobada en un proceso opaco y desaseado que tuvo lugar en la Cámara de Diputados, el 15 de diciembre de 2011. Ese día, 119 diputados del PRI y PAN le dieron al Estado laico la peor estocada de su historia, abriendo la puerta para la realización de actos de culto en los edificios oficiales o la impartición de enseñanza religiosa en las escuelas públicas.
Ahora que conmemoramos los 96 años de la entrada en vigor de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, conviene que nos detengamos a recapacitar sobre el rumbo que está tomando el futuro de México con reformas como la antes mencionada, cuyo propósito es otorgar privilegios a la Iglesia mayoritaria en detrimento de las minorías religiosas. 
El documento “Educar para una nueva sociedad”, elaborado el año pasado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), deja en claro cuáles son las pretensiones de la jerarquía católica. En dicho documento, los obispos mexicanos asientan: "La pedagogía de Dios es reconocer que la Iglesia católica está a favor de la educación sexual de los niños y los jóvenes, la escuela oficial [así llaman a la educación pública] nunca debería cerrar la puerta a los valores trascendentes y a una justa libertad religiosa".
Es evidente que la pretensión de los jerarcas católicos es recuperar el monopolio educativo que la Iglesia católica tuvo en la época colonial y en las primeras décadas del México independiente. Para lograrlo, necesitan que se consume la reforma del artículo 24, a partir de la cual buscarán la reforma que más les interesa: la del artículo 3° constitucional. 
Sería un enorme retroceso para la vida de la nación que la Carta Magna que hoy conmemoramos siga siendo objeto de reformas de este tipo, que fracturan la laicidad del Estado y de la educación, además de echar por tierra las Leyes de Reforma, en las que quedó claramente establecida la separación del Estado y las iglesias.
Los mexicanos esperamos que la clase política mexicana entienda que la defensa y consolidación del Estado laico, aparte de favorecer nuestra endeble democracia, posibilita el respeto a la diversidad religiosa y, en consecuencia, la preservación de la paz social.  
Quienes anhelamos el bienestar integral de nuestro querido México esperamos que otras instituciones sigan el ejemplo de la UNAM, quien acaba de sacar la cara por el Estado laico planteando que la laicidad debe estar presente en todos los niveles educativos, como uno de los grandes asuntos que se debe impulsar y tutelar.
Hoy, a 96 años de la promulgación de nuestra Carta Magna, los mexicanos nos congratulamos con el trabajo realizado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), quien coordinó la traducción de la Constitución mexicana en 10 lenguas indígenas, a fin de promover su importancia y fomentar los derechos de los pueblos en sus propios idiomas. 
Este trabajo indudablemente es bueno, pero es mucho mejor que el Congreso de la Unión y el Gobierno Federal hagan lo necesario para que nuestra Constitución siga respetando, como hasta ahora, la separación del Estado y las Iglesias, así como la naturaleza laica del Estado y la educación. Estoy convencido que el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestra Carta Magna es fortaleciendo las libertades que en ella se garantizan. 

@armayacastro


Publicado en la edición impresa del diario El Mexicano de Tijuana, el martes 5 de febrero de 2013



 

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