Por
Armando Maya Castro
El 9 de enero de 1864, el
presidente Benito Juárez García arribó a Saltillo, perseguido de cerca por sus
enemigos, los imperialistas. Durante su estancia en esa ciudad del norte de
México, el oriundo de Guelatao, Oaxaca estableció ahí su gobierno, reorganizó
sus tropas para seguir con la resistencia y expidió un decreto que otorgaba
autonomía al estado de Coahuila, que entonces era parte de Nuevo León.
El pasado jueves se cumplieron
150 años de ese acontecimiento histórico; para conmemorarlo, el gobierno de esa
entidad, la Secretaría de Cultura y el Colegio Coahuilense de Investigaciones
Históricas organizaron el encuentro de historia con la conferencia magistral
“Juárez, Fundador del Estado Laico Mexicano”.
La doctora Patricia Galeana,
directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones
Mexicanas (INEHRM), fue la invitada especial a la conmemoración juarista, realizada
en el Recinto de Juárez del auditorio “Juan Antonio de la Fuente” de la capital
coahuilense. En ese lugar, la catedrática de la UNAM dictó la conferencia ya
mencionada, explicando a la concurrencia: “Este estadista oaxaqueño —que fue el
presidente Juárez— encabezó a un grupo de hombres destacadísimos que lograron
transformar a México […] la Reforma fue un término muy modesto, fue la
revolución de reforma” (Vanguardia, 10 de enero de 2014).
La catedrática de la UNAM,
autora de 13 libros y coautora y coordinadora de 31 obras de historia política
y diplomática, pidió a los asistentes sentirse muy orgullosos, porque de
Coahuila –dijo– “han salido hombres claves para establecer un sistema federal y
el Estado laico que tenemos y debemos preservar, además de la Revolución que
nos da la primera Constitución en el mundo que acuñó los derechos sociales”. Se
refería, evidentemente, a hombres como don Miguel Ramos Arizpe, padre del
federalismo, a don Juan Antonio de la Fuente, redactor de diversas leyes, entre
ellas la Ley de Libertad de Cultos (4 de diciembre de 1860), así como a coahuilenses
ilustres como Ignacio Zaragoza, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza,
etcétera.
Al referirse a la vida y obra
de Juárez, recalcó que más allá de la reforma separadora de la Iglesia y el
Estado, las ideas del Benemérito de las Américas derivaron en una libertad
“importantísima”: la de pensamiento. Además, en materia cultural don Benito Juárez
“hace la revolución al cambiar una cultura de la intolerancia, por una cultura
de libertad; y sin esta libertad no podría haber un país democrático”
(Vanguardia, 10 de enero de 2014).
Respecto al arribo de Juárez a
Saltillo –causa y razón de la celebración– la doctora Galeana dijo: " Y un
día como hoy, justamente hace 150 años, llegó el presidente Juárez a esta
ciudad en uno de los momentos más aciagos de la historia de México, cuando los
invasores venían siguiendo al gobierno constitucional".
Enseguida señaló que la llegada
de Juárez a Saltillo tiene un gran significado para Coahuila, pues debido a su
estancia va a darse la autonomía de Coahuila respecto de Nuevo León. Por esa
razón, expresó entusiasmada, “me da mucho gusto participar en estos festejos,
en particular porque soy juarista y me ha interesado trabajar a este gran
estadista a lo largo de mi vida. Me he dedicado fundamentalmente a estudiar
este período de nuestra historia, que es lo que podemos llamar el tiempo eje,
cuando se define el estado republicano y laico".
En tiempos como los actuales,
en que la jerarquía católica y los grupos conservadores de extrema derecha se
ha reposicionado en el quehacer político de México, conferencias como la que
dictó la historiadora Patricia Galeana en Saltillo le hacen mucho bien a la
vida democrática de México.
Estará de acuerdo conmigo,
estimado lector, que este tipo de eventos mantienen vigente la obra de Juárez y
contribuyen a consolidar de manera importante uno de los principios
fundamentales de toda democracia: la laicidad del Estado, que garantiza el
respeto de los derechos humanos de todos y en particular los de las minorías.
En el caso particular de
México, este principio se encuentra seriamente amenazado por las exigencias del
clero católico y por el proceder condescendiente de aquellos “servidores públicos”
que, olvidando la ley y el propósito de su elección, se han “consagrado” al
servicio de la Iglesia católica. Son estos funcionaros los que anhelan el fin
del Estado laico y el retorno del Estado confesional, en cuyo marco se legaliza
la intolerancia y se suprime la libertad religiosa.
No se necesita una celebración
especial para recordarles a los enemigos del Estado laico que éste surgió para respetar
el derecho de todos y para dar respuesta a las necesidades y expectativas de
una sociedad que se sabe plural y diversa.
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