martes, 21 de agosto de 2012

EL ESTADO LAICO, DE SALINAS A CALDERÓN


Por Armando Maya Castro

El los últimos sexenios las violaciones al Estado laico han sido constantes


Doce años del Partido Acción Nacional (PAN) en Los Pinos han sido suficientes para mermar considerablemente el Estado laico, régimen que surge a mediados del siglo XIX, gracias a los esfuerzos de Benito Juárez, quien expidió las Leyes de Reforma con el propósito de “organizar jurídicamente a la nación en un Estado republicano, federal, representativo y democrático, anulando la intervención de la Iglesia y de cualesquiera otras corporaciones”. 

El Estado laico recibió la primer embestida, no de un político panista, sino del priísta Carlos Salinas de Gortari, en cuya administración “se formalizaron las relaciones con la Iglesia católica, y el Estado laico fue perdiendo progresivamente esa condición…”. De Salinas a Calderón han sido constantes las agresiones al Estado laico, principio que ha sido el pilar de nuestra democracia y de la paz social que disfrutamos.

Con la llegada de Vicente Fox Quesada a Los Pinos, los golpes al Estado laico fueron contundentes. Fue en la administración del guanajuatense cuando “el clero católico comprometió a los panistas a impulsar una reforma que le quite todos los candados constitucionales a la Iglesia...”. El propio Fox, a lo largo de su sexenio, violentó en varias ocasiones la Constitución y la condición laica del Estado mexicano, llegando al extremo de inclinarse ante el papa Juan Pablo II para besar su sortija, acto de sumisión indigno de un Estado que se presume laico. 

El sexenio de Fox fue prolífico en violaciones al Estado laico. El beso al anillo papal fue de lo más grave, pero no lo único; podemos incluir entre las provocaciones de su gestión los “arrebatos verbales” de quien en ese sexenio se desempeñó como secretario de Gobernación. Me refiero a Carlos Abascal Carranza, un político de quien Carlos Monsiváis dijera; “apenas toma la palabra instala su púlpito virtual”. El fallecido escritor entendía y justificaba el proceder de Abascal “como ciudadano y creyente”, pero no como secretario de Estado, “porque no hay tal cosa como un señor que mientras vigila el proceso electoral es laico, y que deja de serlo al menospreciar por completo la estructura ética de la institución en donde devenga salarios y tribunas” (Milenio, 14 de febrero de 2006).

En la actual gestión, el presidente Felipe Calderón ha violentado en repetidas ocasiones el Estado laico. Entiendo que en este espacio no es posible hablar de todas y cada una de esas violaciones, pero me referiré a la más reciente de ellas: su viaje al Vaticano para invitar al papa Benedicto XVI a Guanajuato, estado donde no únicamente lo acompañó, sino que participó en la misa y tomó, inclinado y sumiso, la comunión de manos de Joseph Ratzinger.

La peor estocada al Estado laico tuvo lugar el 15 de diciembre de 2011. Ese día, con 119 votos del PRI y PAN, la Cámara de Diputados aprobó en “fast track” la reforma del artículo 24 constitucional, abriendo la puerta para la realización de actos de culto en los edificios oficiales o la impartición de enseñanza religiosa en las escuelas públicas. 

Dada la postura pro clerical del Partido Acción Nacional, la actuación de los diputados de ese organismo político se esperaba a favor de la reforma, no así la de los legisladores priístas, quienes al votar a favor de dicha modificación transgredieron no sólo la Carta Magna, sino también la Declaración de Principios del Partido Revolucionario Institucional: “Garantizada por la Constitución la libertad de creencias, el PRI considera al Estado laico como un compromiso histórico irrenunciable y factor básico de la convivencia social y la vida republicana” (Principio 25). 

El PAN, a quien el pueblo de México le dio la espalda en las pasadas elecciones, está a punto de salir de Los Pinos, pero quiere llevarse la satisfacción de haberle cumplido a la jerarquía católica dándole una reforma cuya intención es otorgar prerrogativas a la Iglesia mayoritaria en detrimento de las minorías religiosas del país.  

Es urgente que los congresos estatales saquen de la congeladora la reforma del artículo 24 y den respuesta a las voces que, a lo largo y ancho del país, exigen su rechazo. Los diputados de las legislaturas que tienen congelada la referida modificación deben de tomar en cuenta que en una sociedad plural como la nuestra, el Estado no debe tomar partido por ninguna concepción moral y/o religiosa en particular, pues, de hacerlo, estaría faltando al principio de no discriminación con el que debe gobernarse todo Estado laico.

domingo, 19 de agosto de 2012

EL CONFLICTO ENTRE EL VATICANO Y LA PUCP


Por Armando Maya Castro



En 1917, el sacerdote francés Jorge Dinthilac fundó la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) en la ciudad de Lima. Según el Ranking Web de Universidades del Mundo, la PUCP es la número uno de ese país, y una de las treinta mejores de Latinoamérica. “La calidad de su enseñanza, investigaciones, publicaciones, responsabilidad social, aporte a la cultura e innegable liderazgo académico e institucional” han hecho de ella la única universidad peruana entre las 600 mejores del mundo, esto según The Times y el QS World University Rankings 2009.

Según el libro «Teología en América Latina: El siglo de las teologías latinoamericanas», “En 1942, en tiempos del rectorado del jesuita Rubén Vargas Ugarte, el Vaticano confirió a esta universidad el título de Pontificia, siendo su Gran canciller el Arzobispo de Lima”. 

El pasado 20 de julio, el Vaticano decidió retirar a la Pontificia Universidad Católica del Perú el derecho a usar en su denominación los títulos de “Pontificia” y de “Católica”. Esta disposición obedece a que la PUCP, a partir de 1967, “ha modificado unilateralmente sus Estatutos en diversas ocasiones perjudicando gravemente los intereses de la Iglesia”. 

Para el Vaticano, la estructura actual de esa universidad –con tendencias liberales– no responde a sus intereses ni a la cátedra tradicional y dogmática de la Iglesia católica.

Se trata, pues, de un problema de intereses, agravado –afirma Bernardo Barranco– “por la actuación de la archidiócesis de Lima por el control no sólo de la gestión de la universidad, sino de los cuantiosos bienes patrimoniales de que goza el centro educativo”. En la opinión de Barranco, especialista en temas religiosos, el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, “ha sido factor clave de polarización que ha llamado la atención de la opinión pública del país andino”.

En mayo pasado, antes que el Vaticano le retirara los títulos a la universidad peruana, las autoridades de ésta, mediante carta abierta dirigida a Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, pidieron el retiro del cardenal Cipriani como interlocutor en el conflicto legal que libran la PUCP y el Arzobispado de Lima, por la administración de la fortuna que José de la Riva Agüero y Osma dejara en beneficio de la universidad, no de la jerarquía católica. 

Al tener conocimiento de la misiva que el rector Marcial Rubio enviara a Bertone, el cardenal Cipriani, tras calificar la carta como “agraviante y poco seria”, señaló: “No creo que sea el modo de conversar. Se quejan de mi silencio, se quejan de mis palabras… un poco más de serenidad, por favor”. 

La Conferencia Episcopal Peruana (CEP), que había permanecido al margen del conflicto, salió a cerrar filas con Cipriani. En un comunicado publicado en algunos medios de comunicación, dio su respaldo al cardenal “ante las infundadas acusaciones y agravios que ha recibido” de parte de las autoridades universitarias. Asimismo, pidió que éstas cumplan las disposiciones de Benedicto XVI en el sentido de adecuar sus Estatutos a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae. 

Conviene recordar que este documento, promulgado en 1990 por el papa Juan Pablo II, ordena a todas las universidades de la Iglesia romana respetar la identidad católica, tanto en la investigación como en la enseñanza. Aunque muchos clérigos lo niegan, la demanda del documento papal pone en peligro la autonomía universitaria y la libertad de cátedra.

La Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú, fijó su postura desde el pasado 23 de julio en los siguientes términos: “La PUCP reitera su compromiso con los valores católicos que la inspiran y la alientan cotidianamente. Estos valores nos reafirman como una universidad autónoma, democrática, creativa, crítica, pluralista, con calidad en la enseñanza y en la investigación, comprometida con la sociedad peruana, e identificada con los principios cristianos que fundan los derechos del ser humano”. Esta postura, evidentemente, no es del agrado del clero, quien seguirá presionando para lograr que dicha universidad actúe con la docilidad y sumisión características de las universidades de la Edad Media.   

Una buena noticia es que la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) ha salido a respaldar a la PUCP, reconociendo que ésta se rige por la Constitución Peruana y el ordenamiento jurídico nacional. También ha reconocido que su funcionamiento forma parte del sistema universitario nacional, y que su rector, Marcial Rubio, mantiene su estatus y prerrogativas de miembro del pleno de rectores de la ANR y de la Comisión de Coordinación Interuniversitaria.

martes, 14 de agosto de 2012

MEMORIAL SAGRADO


Por Armando Maya Castro 

La Iglesia La Luz del Mundo celebra hoy la Santa Cena, la ceremonia religiosa más importante y solemne de esta institución; la que reúne en un solo sentir y en una misma fe a más de 300 mil fieles de 43 naciones de África, América, Asia, Europa y Oceanía. Se trata del evento cumbre de la Santa Convocación, el que esperan disfrutar los fieles presentes en Guadalajara, pero también millones de hermanos que no asistieron a esta celebración.

Atrás quedaron los días de preparación espiritual, en los que la Iglesia recibió edificantes consejos bíblicos, impartidos por cientos de colaboradores del Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores. Quedaron también atrás las diversas actividades que se realizaban diariamente como parte de la preparación para la Santa Cena, el evento cumbre de la Santa Convocación.  

El día de hoy se siente diferente, especial, único. Los miembros de la Iglesia saben que la noche de hoy el Apóstol de Jesucristo elevará una Oración de Misericordia; una oración intercesora, que dignificará a quienes han acudido con fe a la colonia Hermosa Provincia de Guadalajara para participar del pan y del vino, elementos que, tras ser bendecidos con Autoridad Apostólica, representarán el cuerpo y la sangre de Cristo.

Con la llegada de este día crece la alegría y el fervor espiritual se incrementa. Estos ingredientes, acompañados de la reflexión, de la necesidad de perdón, y del arrepentimiento, le dan al día de hoy un sabor único. ¿Pero, cuál es la razón de ese gozo, de esas vivencias, de esas emociones? El regocijo no lo produce la reunión multitudinaria, tampoco el templo sede internacional bellamente decorado para tan especial ocasión, sino la paz interior que esta noche alcanzarán las almas.  

La de hoy será una tarde-noche de recuerdos, de remembranzas, pero también de vivencias. La Santa Cena de hoy, como las anteriores, se realizará para cumplir un propósito expresado por Jesucristo, el Hijo de Dios: “Haced esto en memoria de mí”. Es importante aclarar que aunque el banquete de hoy es “recuerdo de su muerte,  y una memoria de su bendita pasión”, la solemnidad, más que apuntar a lo histórico, es la fiesta del ahora, en donde no sólo se evoca lo que Cristo logró a favor nuestro en la cruz, sino que se disfruta de su presencia y de las bendiciones prometidas. 

Hace dos años planteaba en uno de mis artículos la siguiente pregunta: “¿De qué serviría que se evocara lo realizado por Cristo en el siglo I de nuestra Era, si en nuestros días no se obtuviera de aquel sacrificio ningún beneficio espiritual?”  Por ello reitero que la Santa Cena es mucho más que remembranzas; es disfrutar esos beneficios y participar de la fortaleza que el Pan de Vida proporciona. 

¿Pero, cuáles son los orígenes de esta importante celebración? Veamos. Una noche antes de su muerte, el Señor Jesús se reunió en el Aposento Alto con sus discípulos para comer la Pascua, celebración practicada por Israel desde los tiempos de Moisés, en memoria de la libertad que Dios le otorgó al pueblo de Israel el día que lo sacó de la esclavitud de Egipto. Esa noche memorable, y en presencia de sus doce apóstoles, Cristo estableció una nueva festividad, a la que le dio un significado especial cuando mandó a sus discípulos beber de la copa y comer el pan en memoria de su muerte.

La razón por la que la Iglesia La Luz del Mundo le da tanta importancia a la Santa Cena se debe a que el Señor Jesucristo la instituyó y la ordenó con autoridad divina. Se le concede también especial valor porque es un acto que posibilita la comunión con Dios y la comunión de los fieles entre sí. Así lo enseñó el Apóstol Pablo cuando dijo: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (Santa Biblia: 1ª Corintios 10:17).

Al participar de la Mesa del Señor, los fieles de la Iglesia renovarán sus fuerzas y proclamarán una vez más su gloriosa fe en Jesucristo, quien a través del efecto del memorial sagrado unirá a las familias en torno a los altos valores del Evangelio, tales como el amor, la fe, la paz y la fraternidad. 

@armayacastro

sábado, 11 de agosto de 2012

EL BAUTISMO EN LA IGLESIA LA LUZ DEL MUNDO


Por Armando Maya Castro

En la edición número 74 de la Santa Convocación, miles de personas tomarán la importante decisión de ser bautizadas en el bautismo que, de acuerdo con el mandato bíblico, predica y practica la Iglesia La Luz del Mundo. El bautismo otorga perdón de pecados y es un significativo paso de fe y obediencia; significa dos cosas: morir a la pasada manera de vivir y nacer a una vida nueva.

En la Iglesia primitiva, la manera habitual de bautizar era por inmersión total, la única forma con que se puede significar la muerte y resurrección de Cristo. De hecho el término “bautizar” significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”. Siglos después de la primera dispensación apostólica, el bautismo por aspersión o por vertimiento fue un método que se utilizó para bautizar a personas enfermas o postradas. Sin embargo, el bautismo por inmersión era la forma ordenada por Cristo y sus apóstoles. 

Respecto al bautismo por inmersión, el cardenal católico, James Gibbons, dijo: "Durante siglos, después del establecimiento del cristianismo, el bautismo normalmente se confería por inmersión, pero desde el siglo XII la práctica de bautizar por afusión ha prevalecido en la Iglesia Católica Romana, ya que este método es recibido con menos incomodidad que el bautismo por inmersión”. Las palabras del clérigo romano refieren una realidad lamentable: el mandato bíblico fue modificado por razones de comodidad y conveniencia. 

En el siglo I, y parte del II, el bautismo era administrado por inmersión y en el Nombre de Jesucristo. Los ministros oficiantes de aquella época invocaban ese Nombre porque estaban conscientes de que era el único que podía garantizar perdón de pecados a las almas. Así lo enseñó el Apóstol Pedro a los judíos que escucharon su predicación el día del Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados…” (Santa Biblia, Hechos 2:38). Fue en el siglo III cuando esta invocación empezó a caer en desuso al interior de la Iglesia católica. Esto sucedió a partir del papa Esteban (252-257), quien hacía depender la validez del bautismo de la invocación de la Trinidad. 

Aparte del perdón de pecados, el bautismo en el Nombre de Jesucristo logra que los creyentes sean incorporados a la Iglesia del Señor, entorno donde las almas empiezan a disfrutar de la comunión de Dios y de las bendiciones que dicha relación trae consigo.

En la Iglesia instaurada, el bautismo no era administrado a los niños, sino a personas que eran capaces de determinar, de acuerdo con su modo de creer y pensar, si querían o no ser bautizados. Así fue entonces y así es ahora. La Biblia no registra ni un solo caso de niños que hayan sido bautizados. La enseñanza de Jesucristo es clara al respecto: “El que creyere y fuere bautizado será salvo…” (Santa Biblia: Marcos 16:16). San Pedro también fue claro al señalar a los judíos el día del Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo…”. De acuerdo con los textos bíblicos antes citados, los dos requisitos para ser bautizados son: creer y arrepentirse, condiciones que un niño no puede reunir.

William Barclay, en su “Comentario al Nuevo Testamento”, afirma que “el bautismo en la Iglesia original era de hombres y mujeres adultos que venían a la Iglesia espontáneamente del paganismo”. En el seno de la Iglesia católica las cosas cambiaron en el siglo VII, a partir del cual esta institución empezó a bautizar niños, abandonando así el mandamiento primitivo.

En la Iglesia La Luz del Mundo, el bautismo es para los creyentes, para los que son responsables y maduros, para los que tienen la habilidad de actuar basados en su libre albedrío. Esto lo podrán corroborar todas las personas que presencien los bautismos que se realizarán en el marco de la Santa Convocación. Podrán verificar, asimismo, que los bautismos son efectuados por ministros autorizados, quienes oficiarán dichos sacramentos con solemnidad y en estricto apego al mandato bíblico.

Es oportuno mencionar, por último, que los fieles que ya están bautizados, y los que se bautizarán hoy y mañana, podrán sentarse a la Mesa del Señor y participar el próximo 14 de agosto de la Santa Cena, la ceremonia más importante y solemne de la Iglesia La Luz del Mundo.

viernes, 10 de agosto de 2012

SANTA CONVOCACIÓN, UN ENTORNO LIBRE DE DISCRIMINACIÓN


Por Armando Maya Castro 

 

Ayer se celebró el Día Internacional para los Pueblos Indígenas, instituido como tal por la Asamblea General de la ONU, el 12 de diciembre de 1994, “con el propósito de celebrar esta fecha cada año durante el Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo (1995-2004), el cual fue renovado para el decenio de 2005-2014 y tiene como objetivo seguir fortaleciendo la cooperación internacional para la solución de los problemas que afrontan los pueblos indígenas en diversas esferas tales como: la cultura, educación, salud, derechos humanos, medio ambiente y el desarrollo económico y social”.

Desde la conquista de México (1519-1521) y la imposición despótica del catolicismo en nuestra nación, los pueblos indígenas no han dejado de sufrir la pérdida de sus tierras, territorios y recursos naturales. Desde entonces han vivido sometidos y subyugados, librando múltiples batallas en defensa de sus derechos. A pesar de su tenaz lucha, los rezagos sociales que afectan a la población indígena en el área de la salud, la vivienda, la educación y el empleo son numerosos. 

El Día Internacional para los Pueblos Indígenas es visto por muchas personas como la ocasión propicia para conmemorar “el inicio de la relación formal de los pueblos indígenas con el sistema de la Naciones Unidas, pues es el aniversario del primer día de la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas, en 1982. Ofrece la oportunidad a los medios en particular para atraer la atención pública hacia las culturas y problemas que interesan a los indígenas”.

Me parece justo reconocer en este espacio el trabajo que por décadas han realizado las organizaciones no gubernamentales en relación al mejoramiento de la situación de los pueblos indígenas. Similar interés se ha observado en el mundo académico, sector que ha realizado diversas acciones en su campo a favor de los pueblos indígenas, "ya sea por el simple hecho de no ignorarlos como objeto de estudio, ya sea haciendo intercambios entre académicos Mayas y ellos, ya sea formando profesionales Indígenas de nivel universitario".

Sería injusto de mi parte omitir la sobresaliente labor que han realizado los medios de comunicación en pro de los derechos de los indígenas, denunciando abusos y haciendo propuestas de solución a las necesidades y situaciones de conflicto en las regiones indígenas. Este trabajo ha logrado, en buena medida, que disminuyan las acciones de discriminación étnica, fenómeno que impide el desarrollo de los pueblos indígenas y acentúa la marginación cultural, política y social de los mismos.

Asimismo, me parece oportuno resaltar el trabajo que ha llevado a cabo la Iglesia La Luz del Mundo en algunas comunidades indígenas, especialmente de origen náhuatl, mixteco, zapoteco, totonaca, purépecha y maya. Esta labor se la ha venido realizando bajo las directrices del Apóstol de Jesucristo, hermano Samuel Joaquín Flores, quien ha confiado a sus colaboradores el cuidado espiritual y materialmente de los fieles que pertenecen a estos grupos.
En el ámbito educativo, los fieles de origen étnico han experimentado importantes avances mediante las acciones de alfabetización indígena que se realizan en diversas zonas del país. Esta labor ha logrado, entre otras cosas, una importante disminución del número de adultos analfabetos en las comunidades étnicas. Hoy, gracias a estos esfuerzos, miles de hombres y mujeres de habla indígena saben leer, escribir y defender sus derechos.

En el aspecto cultural, la superación de los grupos indígenas que forman parte de la Iglesia La Luz del Mundo ha sido notable. Bajo el impulso de sus pastores, muchas congregaciones ubicadas en comunidades mayas, mixtecas y zapotecas, así como algunas de origen náhuatl, han formado coros y orfeones que han llegado a participar en eventos internacionales, como es el caso de la Santa Convocación 2012, celebración a la que han acudido algunos de estos coros. 

El Apóstol de Jesucristo, pensando en la salud y bienestar de las personas que viven en las poblaciones indígenas de la región norte del estado de Puebla, fundó dos clínicas que ofrecen servicios médicos de bajo costo al público en general. Estos centros de salud se encuentran situados en Zacapoaxtla, municipio donde habitan un total de 19,276 personas que hablan alguna lengua indígena, y donde la Iglesia La Luz del Mundo tiene notable presencia. 

Deseo destacar, por último, la presencia y activa participación de un sinnúmero de delegados indígenas nacionales y extranjeros que participaros el día de ayer en la Bienvenida, ceremonia que se realizó en la colonia Hermosa Provincia de Guadalajara, un espacio donde la fuerza del Evangelio y el amor fraternal han logrado erradicar la discriminación por motivos de origen étnico. 

sábado, 4 de agosto de 2012

LA HOSPITALIDAD EN LA SANTA CONVOCACIÓN


Por Armando Maya Castro

Los convidados a la Santa Convocación 2012 han comenzado a llegar a la colonia Hermosa Provincia de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, donde se desarrollarán las actividades mas importantes de este que es el evento religioso más solemne de esta comunidad cristiana. 
La llegada de los peregrinos a Guadalajara es un acontecimiento lleno de emociones y sentimientos especiales: gratitud, espiritualidad, alegría. Lo anterior se advierte desde el momento en que los hermanos descienden gozosos de los autobuses y se dirigen al templo para agradecerle a Dios su protección en el transcurso del viaje.

Con el arribo de los peregrinos a la Perla Tapatía, las sedes donde se llevará a cabo la Santa Convocación van a vivir días de intensa actividad. Se intensificará el trabajo de la Comisión Internacional de Recepción y Hospedaje, instancia que dará seguimiento a su plan de trabajo consistente en brindar alojamiento a los delegados nacionales y extranjeros que han sido invitados a participar de la Santa Cena, acto solemne ordenado por Jesucristo en memoria de su sacrificio redentor.

Este trabajo lo realizan con antelación cientos de ministros que pertenecen a la Comisión Internacional de Recepción y Hospedaje. Consiste en visitar a las familias asentadas en Guadalajara y Tonalá, concientizándolos sobre la necesidad de proporcionar hospedaje de calidad a los peregrinos. Se trata de una actividad ardua, a la que se dedican muchas horas de trabajo, a lo largo de varias semanas. El objetivo: asegurar hospedaje suficiente y digno a los participantes de esta festividad cristiana. 

Ignacio Larrañaga, en su libro “Dios adentro”, explica la diferencia entre el turista y el peregrino en los siguientes términos: “Un turista sabe dónde dormirá hoy, qué museo visitará mañana y qué ciudades recorrerá al día siguiente. Un peregrino, en cambio, no sabe nada, ni dónde dormirá hoy ni que será el día de mañana. La fatiga, la incertidumbre y la inseguridad son el plan cotidiano del peregrino”.

La diferencia entre los peregrinos que menciona Larrañaga, y los que en estos días están arribando a la colonia Hermosa Provincia, es enorme. Quienes vienen a la Santa Convocación no llegan inseguros, sino con la certeza de que en Guadalajara encontrarán una comunidad hospitalaria; una comunidad que actúa bajo el impulso de los altos valores del cristianismo: amor, solidaridad, desinterés, etcétera.

Gracias a la fuerza de estos valores, los invitados del Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores, llegarán a la Hermosa Provincia como si esta colonia fuese su propio hogar; un hogar donde los anfitriones tapatíos y tonaltecas pondrán a disposición de los hermanos que vienen de otras latitudes: 10 mil casas particulares que albergarán a más de 245 mil huéspedes, y 6 edificios albergues que captarán un promedio de 20 mil personas. El resto de los invitados se hospedarán en 30 hoteles de la ciudad, así como en 30 planteles que han sido facilitados por la Secretaría de Educación Jalisco.

Me permito señalar, por último, que entre los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo la verdadera religiosidad tiene que ver con la capacidad de compartir y de acoger a las familias que han sido convidadas a renovar su compromiso de practicar y vivir los valores que enseñó Jesucristo el Hijo de Dios: fe, paz, fraternidad, caridad, respeto y bondad.

miércoles, 1 de agosto de 2012

EL UMBRAL DE UN AÑO NUEVO ESPIRITUAL


Por Armando Maya Castro

La pascua judía fue establecida como solemnidad conmemorativa el día que el pueblo de Israel alcanzó por misericordia de Dios su libertad. Atrás quedaron los sufrimientos de ese pueblo, quien vivió sometido a lo largo de cuatrocientos treinta años a un rey que se arrogaba el derecho de explotar y disponer de la vida de los hebreos según sus intereses egoístas.

La ceremonia principal de la pascua consistía en el sacrificio y posterior consumo de un cordero, cuya sangre –en el caso particular de la primera pascua– fue colocada sobre los dinteles y los postes de las casas donde vivían los israelitas. De esta manera, los primogénitos de las viviendas pintadas con la sangre del cordero quedaban a salvo del destructor. 

A la semejanza de las demás naciones, Israel tenía un año civil que comenzaba en el otoño, pero su año eclesiástico principiaba con la celebración de la pascua, en la primavera. Por mandato divino, el punto de partida para contar los meses del año debía ser el mes en que Dios otorgó a los israelitas su libertad.

Israel nunca buscó ser diferente a los demás pueblos en sus leyes, costumbres y calendario. Fue la voluntad de Dios, expresada a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, la que determinó: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año” (Santa Biblia, Éxodo 12:2).

A partir de dicho mandato, abib dejó de ser para los israelitas el mes que ocupaba el lugar séptimo en el año y se convirtió en el primero de los meses del año, es decir, en el más importante del calendario hebreo. Abib se convirtió también en el mes del memorial de liberación, donde los judíos celebraban su fiesta más importante. Esa experiencia de gozo por la libertad alcanzada perduró de generación en generación, dándole vigencia la celebración anual de la pascua. 

En los tiempos actuales, la Iglesia La Luz del Mundo tiene también su año espiritual. Inicia el primero de agosto, cuando el Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores, eleva su oración implorando el amparo y protección de Dios en favor de los fieles que han sido convidados a celebrar la Santa Cena, el evento cumbre de la Santa Convocación, misma que se desarrolla del 7 al 15 de agosto en diversas sedes del oriente de la zona metropolitana de Guadalajara.  

El primero de agosto es un día largamente esperado por los miembros de la Iglesia de Jesucristo. Es anhelado por quienes han sido invitados a participar de la Santa Cena en la Perla Tapatía, pero también por aquellos que, sin desplazarse hacia esta ciudad, esperan la bendición que la oración apostólica envía a las naciones conquistadas por el Evangelio de Dios. 

El primero de agosto es también esperado por los miembros que viven en la zona metropolitana de Guadalajara, quienes como buenos anfitriones brindan afecto sincero a los invitados a la Santa Cena incluso desde antes de su llegada a esta magna celebración. Así lo demuestra la jornada de oración en que habrán de participar todos ellos a partir de este día y hasta el 9 de agosto, suplicando a lo largo de nueve días la protección de Dios a favor de las delegaciones que estarán presentes en la Santa Convocación 2012. 

Es la fuerza de ese amor la que ha estado impulsando a más de 10 mil familias tapatías y tonaltecas a preparar sus hogares para brindar hospedaje digno y fraterno a los invitados del Apóstol de Jesucristo. Me atrevo a asegurar que cada una de estas familias proceden no como parentelas disgregadas, sino como lo que en verdad son: una sola familia, unida por el vínculo del amor fraternal. 

La actitud hospitalaria de los fieles de la zona metropolitana de Guadalajara ha sido motivo de admiración para muchas personas que no pertenecen a la Iglesia La Luz del Mundo. En cierta ocasión, mi amigo Mauricio Navarro, conductor de un importante programa de radio en la ciudad de Guadalajara, preguntaba a su audiencia: “¿Usted le abriría su casa a un extraño y le permitiría pernoctar en ella por varios días? ¿Verdad que está difícil? Pues déjeme decirle: eso es lo que hacen los hermanos de La Luz del Mundo cada año en su fiesta”. Cuando Mauricio me cedió el micrófono le expliqué que en la convivencia cristiana que se vive en la Santa Convocación se eliminan las diferencias y se disfruta una relación de paz, unidad y amor mutuo. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que una convivencia así sólo puede ser posible en una atmosfera impregnada del amor de Dios.