Por Armando Maya Castro
El proyecto de convertir al
catolicismo en un imperio no es nuevo; empezó con el emperador Constantino, quien
promulgó para tal fin el Edicto de Milán (313 d. C.). A partir de la
publicación de dicho edicto, “acontecen
una serie de eventos que los historiadores no han tenido más remedio que
señalarnos como los causantes del engendro de un tipo de Iglesia imperial, a
imagen y semejanza de la propia apostasía romana, y que corrompe las
estructuras esenciales de la doctrina cristiana”, sostiene Abraham Dastferrez.
De esta manera, se inauguró la
intolerancia religiosa que pervive hasta nuestros días, con manifestaciones
amargas y dolorosas en diversas partes del mundo. En México, Chiapas es el más
fecundo en eventos de intolerancia, pero también se producen casos de esta
naturaleza en otros estados, como es el caso específico de Puebla.
En esa entidad, la asociación Unidos
por México acusó al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas de hacer caso omiso a
un problema de intolerancia religiosa promovido por la Iglesia católica. Manuel
Guzmán Pérez, secretario general operativo de la citada asociación, afirma que
la inacción de las autoridades está ocasionando ilícitos y violaciones a los
derechos humanos, tales como desplazamientos de familias por sus convicciones
religiosas, hasta el asesinato de miembros de la comunidad evangélica.
Es lamentable que el gobernador
panista no haya atendido a los integrantes de estos grupos religiosos, quienes
denuncian así la “cerrazón” de Moreno Valle: “desde que llegó al poder le hemos
solicitado una audiencia para platicar con él y hasta la fecha la seguimos
esperando. Lo que sentimos es que no hay pluralidad ni tolerancia”, manifestó Guzmán Pérez.
Hay que tener presente que en San
Rafael Tlanalapan, comunidad del mismo estado, católicos tradicionalistas
amagaron con “crucificar y linchar” a evangélicos el pasado mes de septiembre,
advirtiendo que no habría tolerancia para nadie que no comparta el credo
católico en la localidad. Esta situación ocasionó el desplazamiento de diversas
familias. El secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, minimizó la
cuestión afirmando que se trata de diferencias de fervor religioso.
¿Querrán acaso las autoridades
poblanas que suceda lo que aconteció en el pasado con algunos grupos que el
catolicismo se dio a la tarea de extinguir? Me refiero a los maniqueístas, que durante siglos
representaron un serio desafío para la Iglesia
católica, siendo sentenciados desde el principio a la pena capital. Se
trataba de los seguidores de Mani, sabio persa que decía ser el último de los
profetas, dentro de los que consideraba a Zoroastro, Buda y Jesús. A este
movimiento, el historiador jesuita Daniel Olmedo lo calificó como una “mezcla monstruosa de cristianismo, budismo y
mazdeísmo”.
La Iglesia romana justificó el ataque a
la mencionada religión argumentando que su doctrina era subversiva y peligrosa
para la moral. Observe usted cómo la Iglesia católica se arrogaba el derecho de
definir qué convicciones eran buenas y cuáles eran malas. Algo así se pretende ahora
con la reforma del artículo 24, que brindará protección constitucional
únicamente a las convicciones éticas, dejando sin dicha protección a las convicciones
que el Estado defina como no éticas.
Volviendo al caso del maniqueísmo,
conviene recordar que los inflexibles castigos que la Iglesia romana descargó
sobre los maniqueos, a lo ancho y largo del imperio, terminaron por debilitar a
este grupo religioso. El edicto de tolerancia de Constantino favoreció sólo a
la Iglesia católica. Para los maniqueístas y demás agrupaciones religiosas no
había tolerancia de ningún tipo.
El “Diccionario de Teología Dogmática” de Wolfgang Beinert
nos dice que “el maniqueísmo se difundió rápidamente a partir del siglo II,
influyendo en muchos cristianos por el carácter radical y la falta de
compromiso en sus enseñanzas”. La trascendencia de
las doctrinas maniqueas y, sobre todo, su influencia en algunos de los fieles
católicos, provocó alarma en la Iglesia, quien consideraba a este
movimiento como un rival de cuidado, debido a que cada día eran más los adeptos
que ganaba a lo largo y ancho del Imperio, pero especialmente en el norte de
África. ¿Qué hicieron los clérigos católicos para interrumpir el exitoso avance
del maniqueísmo? Lanzar anatemas a diestra y siniestra sobre aquélla forma de doctrina
y sobre quienes la adoptaran. En el Concilio I de Braga, celebrado el año 563,
se arrojaron diversos anatematismos contra los maniqueos.
El siglo IV fue el de mayor desarrollo
e influencia para el maniqueísmo, siendo también el siglo en que los
practicantes del maniqueísmo sufrieron mayor acoso. Estas persecuciones eran
orquestadas por la Iglesia romana, contando con el apoyo de los protectores de
ésta: las autoridades imperiales. Royston Pike señala que “el maniqueísmo fue perseguido ferozmente
por los emperadores bizantinos y los pontífices romanos...”. Con
el apoyo que el imperio otorgaba a la Iglesia católica, los maniqueos no tenían
posibilidad alguna de sobrevivir. La dupla Imperio e Iglesia sumó esfuerzos
hasta lograr la extinción de aquella corriente religiosa.
Después del movimiento de Mani
aparecieron en el seno mismo de la Iglesia hombres como Donato, Arrio,
Nestorio, Vigilancio y muchos más, cuyo pensamiento teológico difería de la
doctrina oficial de la Iglesia católica. Estos disidentes fueron sancionados de
inmediato con la excomunión, pena que a los citados disidentes no les
preocupaba en lo más mínimo. Las autoridades eclesiásticas, al percatarse que
los correctivos simples no bastaban para someter a los disidentes, terminaron
por establecer sanciones más enérgicas.
Los mexicanos no podemos permitir que
la intolerancia religiosa y las reformas que demanda el catolicismo –como la
del artículo 24 constitucional– debiliten la diversidad religiosa que existe en
México. Tampoco podemos permitir que, atropellando los derechos de las
minorías, se favorezca a una religión empecinada en recuperar antiguos
privilegios. No a la intolerancia religiosa. No a la reforma del artículo 24
constitucional.
Twitter:
@armayacastro
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