sábado, 5 de mayo de 2012

OBJETIVO DE LA INTOLERANCIA RELIGIOSA


Por Armando Maya Castro

El proyecto de convertir al catolicismo en un imperio no es nuevo; empezó con el emperador Constantino, quien promulgó para tal fin el Edicto de Milán (313 d. C.). A partir de la publicación de dicho edicto,  “acontecen una serie de eventos que los historiadores no han tenido más remedio que señalarnos como los causantes del engendro de un tipo de Iglesia imperial, a imagen y semejanza de la propia apostasía romana, y que corrompe las estructuras esenciales de la doctrina cristiana”, sostiene Abraham Dastferrez.

50 familias evangélicas fueron expulsadas de Tlanalapan

De esta manera, se inauguró la intolerancia religiosa que pervive hasta nuestros días, con manifestaciones amargas y dolorosas en diversas partes del mundo. En México, Chiapas es el más fecundo en eventos de intolerancia, pero también se producen casos de esta naturaleza en otros estados, como es el caso específico de Puebla. 

En esa entidad, la asociación Unidos por México acusó al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas de hacer caso omiso a un problema de intolerancia religiosa promovido por la Iglesia católica. Manuel Guzmán Pérez, secretario general operativo de la citada asociación, afirma que la inacción de las autoridades está ocasionando ilícitos y violaciones a los derechos humanos, tales como desplazamientos de familias por sus convicciones religiosas, hasta el asesinato de miembros de la comunidad evangélica. 

Es lamentable que el gobernador panista no haya atendido a los integrantes de estos grupos religiosos, quienes denuncian así la “cerrazón” de Moreno Valle: “desde que llegó al poder le hemos solicitado una audiencia para platicar con él y hasta la fecha la seguimos esperando. Lo que sentimos es que no hay pluralidad  ni tolerancia”, manifestó Guzmán Pérez. 

Hay que tener presente que en San Rafael Tlanalapan, comunidad del mismo estado, católicos tradicionalistas amagaron con “crucificar y linchar” a evangélicos el pasado mes de septiembre, advirtiendo que no habría tolerancia para nadie que no comparta el credo católico en la localidad. Esta situación ocasionó el desplazamiento de diversas familias. El secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, minimizó la cuestión afirmando que se trata de diferencias de fervor religioso. 

¿Querrán acaso las autoridades poblanas que suceda lo que aconteció en el pasado con algunos grupos que el catolicismo se dio a la tarea de extinguir? Me refiero a los  maniqueístas, que durante siglos representaron un serio desafío para la Iglesia  católica, siendo sentenciados desde el principio a la pena capital. Se trataba de los seguidores de Mani, sabio persa que decía ser el último de los profetas, dentro de los que consideraba a Zoroastro, Buda y Jesús. A este movimiento, el historiador jesuita Daniel Olmedo lo calificó como una “mezcla monstruosa de cristianismo, budismo y mazdeísmo”.

La Iglesia romana justificó el ataque a la mencionada religión argumentando que su doctrina era subversiva y peligrosa para la moral. Observe usted cómo la Iglesia católica se arrogaba el derecho de definir qué convicciones eran buenas y cuáles eran malas. Algo así se pretende ahora con la reforma del artículo 24, que brindará protección constitucional únicamente a las convicciones éticas, dejando sin dicha protección a las convicciones que el Estado defina como no éticas. 

Volviendo al caso del maniqueísmo, conviene recordar que los inflexibles castigos que la Iglesia romana descargó sobre los maniqueos, a lo ancho y largo del imperio, terminaron por debilitar a este grupo religioso. El edicto de tolerancia de Constantino favoreció sólo a la Iglesia católica. Para los maniqueístas y demás agrupaciones religiosas no había tolerancia de ningún tipo. 

El “Diccionario de Teología Dogmática” de Wolfgang Beinert nos dice que “el maniqueísmo se difundió rápidamente a partir del siglo II, influyendo en muchos cristianos por el carácter radical y la falta de compromiso en sus enseñanzas”. La trascendencia de las doctrinas maniqueas y, sobre todo, su influencia en algunos de los fieles católicos, provocó alarma en la Iglesia, quien consideraba a este movimiento como un rival de cuidado, debido a que cada día eran más los adeptos que ganaba a lo largo y ancho del Imperio, pero especialmente en el norte de África. ¿Qué hicieron los clérigos católicos para interrumpir el exitoso avance del maniqueísmo? Lanzar anatemas a diestra y siniestra sobre aquélla forma de doctrina y sobre quienes la adoptaran. En el Concilio I de Braga, celebrado el año 563, se arrojaron diversos anatematismos contra los maniqueos.  

El siglo IV fue el de mayor desarrollo e influencia para el maniqueísmo, siendo también el siglo en que los practicantes del maniqueísmo sufrieron mayor acoso. Estas persecuciones eran orquestadas por la Iglesia romana, contando con el apoyo de los protectores de ésta: las autoridades imperiales. Royston Pike señala que “el maniqueísmo fue perseguido ferozmente por los emperadores bizantinos y los pontífices romanos...”. Con el apoyo que el imperio otorgaba a la Iglesia católica, los maniqueos no tenían posibilidad alguna de sobrevivir. La dupla Imperio e Iglesia sumó esfuerzos hasta lograr la extinción de aquella corriente religiosa.

Después del movimiento de Mani aparecieron en el seno mismo de la Iglesia hombres como Donato, Arrio, Nestorio, Vigilancio y muchos más, cuyo pensamiento teológico difería de la doctrina oficial de la Iglesia católica. Estos disidentes fueron sancionados de inmediato con la excomunión, pena que a los citados disidentes no les preocupaba en lo más mínimo. Las autoridades eclesiásticas, al percatarse que los correctivos simples no bastaban para someter a los disidentes, terminaron por establecer sanciones más enérgicas. 

Los mexicanos no podemos permitir que la intolerancia religiosa y las reformas que demanda el catolicismo –como la del artículo 24 constitucional– debiliten la diversidad religiosa que existe en México. Tampoco podemos permitir que, atropellando los derechos de las minorías, se favorezca a una religión empecinada en recuperar antiguos privilegios. No a la intolerancia religiosa. No a la reforma del artículo 24 constitucional. 


Twitter: @armayacastro

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