martes, 27 de agosto de 2013

LA BESTIA Y LOS DERECHOS HUMANOS

Armando Maya Castro
Descarrila La Bestia: mueren varios centroamericanos que dejaron sus países de origen para ir en busca del sueño americano

Le apodan “La Bestia” o “El tren de la muerte”. Es la red de trenes de carga que hace un recorrido lento desde la frontera de México y Guatemala rumbo al norte del país. El sobrenombre le fue asignado por los propios migrantes de origen centroamericano, quienes lo abordan para viajar en el techo o en las escaleras hacia el centro y norte de México y, desde ahí, hacia los Estados Unidos.

De acuerdo con los registros de la Cruz Roja Mexicana, cada dos días se recoge a un migrante mutilado. Un reporte de la Benemérita Institución indica que en el 2011 se registraron alrededor de 50 accidentes de migrantes centroamericanos que resultaron mutilados tras caer del ferrocarril en el que viajaban.

El reciente descarrilamiento de La Bestia, registrado en Huimanguillo, Tabasco, se suma a la larga lista de sucesos trágicos que les ha tocado vivir a quienes abandonan sus países de origen con el objetivo de cruzar el territorio mexicano para llegar a la Unión Americana. Sobre este percance, la Procuraduría General de Justicia de Tabasco (PGJT) ha informado que al menos cinco centroamericanos resultaron muertos y 18 más se encuentran lesionados. Lo importante es que el gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto, desde que tuvo conocimiento de este lamentable accidente, ofreció brindar la información y el apoyo necesario.

Nadie ignora que los migrantes que abordan La Bestia, en su afán por laborar en la economía más desarrollada del mundo, enfrentan condiciones brutales: hambre, temperaturas extremas, riesgos físicos y agresiones de todo tipo. Además, se enfrentan a extorsiones de criminales que les exigen el pago de fuertes sumas de dinero por permitirles permanecer en el ferrocarril.

La Organización Internacional para las Migraciones señala que alrededor de 400 mil indocumentados centroamericanos cruzan cada año territorio mexicano para llegar a Estados Unidos. Se trata de personas que pertenecen a los grupos sociales más desfavorecidos: mujeres, minorías étnicas, grupos indígenas, etcétera. A menudo, la condición de pobreza de estas personas en sus países de origen las coloca en un estado de desesperación que las obliga a poner sus ojos en México y Estados Unidos, convirtiéndose así en víctimas de trata.

La Bestia recorre una de las rutas más peligrosas y violentas para los migrantes indocumentados, en la que mujeres y hombres centroamericanos se enfrentan a los peligros ya mencionados, así como a diversas violaciones a sus derechos humanos. Lo peor del caso es que, debido a su precaria situación legal, muchos de ellos se colocan en un estado de vulnerabilidad jurídica frente a los abusos de algunos empleadores, agentes de migración, burócratas corruptos y delincuentes organizados.

Lo peor del caso es que muchos migrantes que son víctimas de discriminación en suelo mexicano tienen temor de exigir sus derechos y denunciar los atropellos en su contra. La mayoría de ellos son dominados por el temor a ser retenidos en una estación migratoria para luego ser deportados a sus países. En este mismo espacio he señalado que esta situación debe obligar al Estado Mexicano a promover el acceso a servicios federales y locales para los migrantes, facilitando a todos ellos el acceso a la administración de justicia, sin importar su nacionalidad o estatus migratorio.

Es justo reconocer que la Segob, responsable de atender la problemática en cuestión a través del Instituto Nacional de Migración, ha emprendido diversas acciones orientadas a brindar a los migrantes centroamericanos un trato digno y respetuoso. Sin embargo, el crecimiento de la inmigración ha sido de tal proporción, que las acciones del Gobierno Federal para solucionar al citado fenómeno se han visto rebasadas.

Los mexicanos confiamos en que las autoridades y los defensores de los derechos humanos seguirán trabajando en favor de los derechos humanos de los migrantes, realizando los esfuerzos que sean necesarios para que todos ellos reciban en nuestro país un trato adecuado a su dignidad humana.



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