Armando Maya Castro
Estados Unidos, que dice contar con pruebas irrefutables de que el régimen sirio es el responsable del ataque con sustancias tóxicas, prepara un ataque militar contra Siria |
Aunque
el gobierno y el ejército árabe sirio negaron la utilización de armas químicas
en el ataque que se perpetró contra la población civil en un suburbio de
Damasco, el pasado 21 de agosto, el trabajo de investigación realizado por los
expertos de la ONU en Siria revela que al parecer sí se utilizó algún tipo de
sustancia que ha matado a mucha gente, informó Lakhdar Brahimi, enviado
especial de la ONU y la Liga Árabe a esa nación situada a la orilla del mar
mediterráneo.
Brahimi,
quien calificó como “inaceptable” e “indignante” el uso de gases tóxicos en la
guerra civil de Siria, señaló que el hecho causó la muerte de “300, 600, quizás
1.000 o más personas”. Enseguida, el diplomático argelino señaló que el hecho
“confirma lo peligrosa que es la situación en Siria y lo importante que es para
los sirios y la comunidad internacional desarrollar el empeño político para
encarar con seriedad este tema y buscar una solución”.
Estados
Unidos y sus aliados, que dicen contar con pruebas irrefutables de que el
régimen sirio es el responsable del ataque con sustancias tóxicas, preparan un
ataque militar de “duración limitada”. Esto a pesar de que Brahimi dejara en
claro que cualquier acción militar encabezada por el país de las barras y las
estrellas debe ser aprobada primero por los 15 miembros del Consejo de
Seguridad, cuyos cinco miembros permanentes –Gran Bretaña, China, Francia,
Rusia y Estados Unidos– tienen poder de veto.
De consumarse el ataque
militar contra Siria, los 20 millones de seres humanos que viven en esa nación
van a sufrir las consecuencias del mismo: terror, destrucción, hambre,
dolor y muerte. En caso de prosperar el intento intervencionista de Estados
Unidos, los más de 100 mil muertos que en un lapso de 27 meses ha dejado la
guerra civil siria, se van a multiplicar irremediablemente. La ofensiva
agravará, asimismo, la situación de cientos de miles de niños que se encuentran
en una situación de sufrimiento extremo. Esta situación hizo que Lakhdar
Brahimi se pronunciara en contra de una intervención militar, afirmado que "ya hay suficientes muertos en Siria, no se quiere más
muertos, se quiere que paren las muertes".
El
principal argumento para el ataque contra Siria es que el régimen de ese país
utilizó armamento químico, lo que es "contrario al Derecho internacional
desde 1925, año en el que un número sorprendentemente elevado de Estados
ratificaron el Protocolo de Prohibición del Uso en Guerra de Gases Asfixiantes,
Venenosos y otros Gases y Métodos de Guerra Bacteriológica" (Geoffrey
Robertson, “Crímenes contra la humanidad: la lucha por una justicia global”,
Siglo XXI, Madrid, 2008, p. 208).
En
las últimas cuatro décadas, la comunidad internacional ha realizado serios esfuerzos
para restringir el uso de armas de destrucción masiva. Horst Fischer y Jaime
Oraá, autores del libro Derecho Internacional y Ayuda Humanitaria, señalan al respecto.
"La convención de 1971 sobre armas biológicas prohíbe el uso, producción,
almacenamiento y transferencia de tales armas. El Protocolo de Ginebra en 1925
sobre el gas fue puesto al día en 1993 en París con la nueva convención sobre
armas químicas no sólo prohibiendo su uso sino regulando en detalle la
producción de agencias químicas que pudieran ser capaces de utilizar tales
armas. Es también importante de la Convención de París de 1993 que se requiera
a los Estados parte del tratado a destruir armas químicas ya existentes".
Sé
muy bien que la postura de Estados Unidos goza del apoyo de diversas naciones, pero
también ha sido cuestionada por países como China, Rusia y Venezuela. La
Iglesia Ortodoxa rusa, quien expresó su “fuerte preocupación” por los posibles
escenarios que se presentan en Siria, se manifestó en contra de la intervención
militar. El arzobispo Hilarion de Volokolamsk, presidente del departamento que
se ocupa de las relaciones públicas del Patriarcado de Moscú, advirtió: “Una
vez más, miles de víctimas serán sacrificadas en el altar de una imaginaria
democracia”. Según el metropolitano, entre las víctimas estarán antes que nada
“los cristianos, de cuya suerte nadie se preocupa”. Justamente ellos “corren el
peligro de convertirse en los principales rehenes de la situación y las
principales víctimas de las fuerzas extremistas radicales, que con la ayuda de
los Estados Unidos llegarán al poder”.
Millones
de seres humanos coincidimos en que ponerle fin al conflicto en Siria debe ser
la principal prioridad de la comunidad internacional. En lo que no coincidimos es
en que dicho propósito pretenda alcanzarse mediante un ataque que puede alterar
la situación que prevalece en el Medio Oriente, agravando la situación de los derechos
humanos en Siria y poniendo en riesgo la paz mundial.
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