Por Armando Maya Castro
La Inquisición decidía qué era herejía y qué no |
La reforma del artículo 24 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos preocupa porque –de ser avalada por la mayoría de los Congresos locales– sólo protegerá a las “convicciones éticas”, excluyendo de dicha protección a las convicciones que se consideren “no éticas”. En el estudio jurídico “México: ¿un Estado confesional? La libertad de convicciones éticas”, la organización Foro Cívico México Laico sostiene que “la distinción entre «convicciones éticas» y «convicciones no éticas» generará serios conflictos, porque no existe un orden ético uniforme o único”.
Los dilemas éticos colocan
al individuo “ante una verdadera e inevitable situación conflictiva, en la cual
se pueden presentar muchos cuestionamientos antes de una elección”. Se trata de
un asunto que corresponde al fuero interno de las personas, donde el Estado no puede
ni debe intervenir. Si lo hace –nos dice el citado estudio jurídico– “el
Estado estará, primero, invadiendo un
campo que le está vedado: la conciencia o ética individual y, segundo, definiendo una ética oficial o constitucionalmente
protegida”.
Si la mayoría de las
Legislaturas estatales aprueban en los próximos días la reforma del artículo 24
constitucional, estarán poniendo en manos del Estado mexicano una facultad que
sólo se arrogan los estados totalitarios: la de establecer qué es y qué no es éticamente
válido. De concretarse dicha reforma, el Estado “ya no sólo tendrá el monopolio
de lo jurídico, sino también el monopolio de lo ético”.
La reforma del artículo 24 constitucional hará que México
transite de un Estado laico a un Estado confesional, lo que equivale a un Estado
totalitario, opresor de la conciencia humana y perseguidor de la “herejía”, o
de lo que éste califique como malo. Un Estado con estas características no puede
ser considerado democrático ni liberal. Sus tendencias autoritarias y abusivas
en relación con los intereses sociales, inducen a quienes ejercen el poder a desconocer
el valor de la tolerancia y el alcance real de la misma.
Por lo regular, los estados con vocación hegemónica y
tendencias autoritarias fomentan el distanciamiento, la incomprensión y la
discrminación. Los mexicanos no queremos un Estado que se arrogue la facultad
de calificar nuestras creencias, y de
proteger sólo aquellas que el propio Estado decida que son éticas. Por esa razón,
millones de personas a lo largo y ancho de México levantan la voz pidiendo a
las Legislaturas de los estados que rechacen la reforma del artículo 24
constitucional, una reforma que –de manera indebida– “faculta al Estado para
escudriñar las convicciones o creencias personales, permitiéndole calificarlas de éticas (buenas, morales)
o no éticas (malas, inmorales), a fin de proteger sólo las primeras”.
La reforma del artículo 24 constitucional tiene la intención de
regresar a los mexicanos a los tiempos del Santo Oficio, tribunal que se
encargaba de definir qué creencias eran herejes y cuáles no lo eran. En
aquellos tiempos, cuando alguna persona se pronunciaba contra cualquier
doctrina católica, los inquisidores se encargaban de determinar si en tales
palabras o “proposiciones” existía o no herejía. Michel Boeglin, en su obra “Inquisición
y Contrarreforma: El Tribunal del Santo Oficio de Sevilla [1660-1700]”, indica
que la inquisición se atribuyó dicho poder durante trescientos cincuenta años,
hasta su abolición definitiva en 1834. “Tres siglos y medio durante los cuales,
como corte de justicia, se sedentarizó, defendió sus prerrogativas, extendió su
influencia; en otros términos evolucionó, alcanzando su momento más álgido a
mediados del siglo XVI…”.
A lo largo de aquellos siglos, esta compleja organización “mantuvo
un rígido control sobre las conciencias, sobre la actividad intelectual y sobre
la vida pública y privada de los españoles”. A partir del siglo XVIII, la Inquisición
ya no persiguió únicamente a las ideas protestantes, sino también “a las ideas
de la modernidad religiosa (tolerancia) y política (republicanismo), que
acabaron por imponerse a la Inquisición, cuya actuación disminuyó
considerablemente”.
Los congresos estatales tienen en sus manos la manera de
evitar el resurgimiento de un Estado confesional, con instituciones intolerantes,
dedicadas a amedrentar de forma violenta e impositiva las conciencias de los
seres humanos. El voto en contra de la reforma del artículo 24 constitucional
evitará el retorno de la Inquisición, tribunal que fue, en manos de la Iglesia
católica, un instrumento de intolerancia, tiranía y opresión de las
conciencias. No a la reforma del artículo 24.
Twitter: @armayacastro
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