sábado, 16 de noviembre de 2013

ESTADO LAICO Y TOLERANCIA



Por Armando Maya Castro
Por respeto al principio histórico de la separación del Estado y las iglesias, la Segob no debería establecer convenios en materia de seguridad con la Iglesia católica. Acuerdos de esta naturaleza son altamente discriminatorios y opuestos a las disposiciones del Estado laico que rigen a este país
La Declaración de Principios sobre la Tolerancia, adoptada por los países de la UNESCO el 16 de noviembre de 1995, proclamó solemnemente Día Internacional para la Tolerancia el 16 de noviembre de cada año. Esta celebración fue proclamada para “hacer un llamamiento a la opinión pública, poner de relieve los peligros de la intolerancia y reafirmar nuestro apoyo y acción en pro del fomento de la tolerancia y de la educación para ésta…”, afirma la citada Declaración.

La tolerancia, que plantea la coexistencia armónica de diferentes grupos, pensamientos y creencias, sólo puede ser posible en el marco de un Estado laico. Este régimen, aparte de propiciar la tolerancia, favorece la convivencia pacífica y armónica entre todos los grupos y entre todas las religiones y credos.

Durante su participación en el Primer Foro de Baja California “Análisis del Estado Laico”, Miguel Carbonell se refirió a este tema en los siguientes términos: “sólo en un Estado laico se garantiza la tolerancia y eso incluye la tolerancia religiosa, y de esa tolerancia se derivan derechos como la libertad de expresión, de conciencia y asociación (El Mexicano, 28 de abril de 2012).

El Estado laico, garante de diversos derechos y libertades, es la base de una relación de respeto, igualdad y tolerancia. Antes de que Benito Juárez y los hombres de la Reforma llevaran a cabo la creación de este importante régimen jurídico, la tolerancia religiosa era inexistente en nuestro país. Patricia Galeana afirma que en la vigencia del Estado confesional “el tribunal de la Inquisición se encargó de perseguir cualquier idea heterodoxa”. Al abundar sobre el tema, la destacada historiadora añade: “en la España de 1615, la libertad de conciencia se entendía, como inaceptable permisividad frente al mal”.

La expedición de la Constitución de 1857 y de las leyes de Reforma (1859-1860) puso fin al Estado confesional, vigente a lo largo del virreinato y en las primeras décadas del México independiente, cuyas primeras constituciones establecían la intolerancia religiosa al adoptar al catolicismo como credo único y permitido. Las leyes antes mencionadas, aparte de suprimir las constituciones intolerantes del México post independiente, ofrecieron a los mexicanos un horizonte de libertades que fueron fortalecidas al ser promulgada la Constitución de 1917.

En la vigencia del Estado confesional, que se distinguió por otorgar inmenso poder y todo género de privilegios a la jerarquía católica, se excluyó, anatematizó y persiguió a los judíos y protestantes, así como a las personas que impugnaban el dogma represivo y autoritario de la Iglesia romana.

En varias poblaciones de Chiapas, Oaxaca, Hidalgo y Puebla, golpeados por la intolerancia religiosa, nada hay que celebrar por el Día Internacional para la Tolerancia. En estas regiones y en muchas otras partes de la República mexicana abundan las personas y los grupos beligerantes, quienes siguen actuando con agresividad e intolerancia contra las creencias o prácticas religiosas de los no católicos.

En Chiapas, uno de los estados antes mencionados, la investigadora Marina Patricia Jiménez Ramírez reconoció que "prevalecen muchas situaciones de discriminación […] y las condiciones de pobreza generan desigualdad en los derechos. La tolerancia -añadió- no es una aceptación de las situaciones en que uno vive, hay que buscar soluciones integrales y urgentes sustentadas en el diálogo".

Nos preocupa lo que sucede en estas regiones de México, pero también los reiterados ataques en contra del Estado laico. Estos atentados no son recientes, se vienen dando desde el sexenio de Vicente Fox Quesada, quien violó –como lo hizo también Felipe Calderón Hinojosa– las disposiciones del Estado laico que rigen a este país.

Lamentablemente, el proceder de la clase política de nuestro tiempo sigue en la misma dirección, favoreciendo abiertamente a la jerarquía católica, con la que se reúnen y establecen acuerdos en abierta violación al Estado laico y en franca discriminación a las minorías religiosas. Me refiero, evidentemente, al acuerdo entre el Estado y la Iglesia católica, a través del cual la Segob estableció una línea directa con los obispos del país para casos de violencia e inseguridad.

Estoy plenamente convencido que estos acuerdos y reuniones excluyentes debilitan de manera importante al Estado laico, sin el cual no puede haber tolerancia ni respeto a los derechos humanos. Coincido totalmente con el extinto jurista Jorge Carpizo McGregor, quien fue claro al señalar que cuando el Estado laico es atacado se pone en riesgo la tolerancia y el Estado de derecho. 



 

jueves, 14 de noviembre de 2013

A PROPÓSITO DEL DÍA INTERNACIONAL PARA LA TOLERANCIA

Por Armando Maya Castro
El 16 de noviembre de cada año se celebra el Día Internacional para la Tolerancia con actividades dirigidas tanto a los centros de enseñanza como al público en general



El próximo 16 de noviembre es el Día Internacional para la Tolerancia, proclamado como tal por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 12 de diciembre de 1996. El objetivo: difundir por doquier la premisa de que “la tolerancia es el cimiento sólido de toda sociedad civil y de la paz”.

El Diccionario de la Real Academia Española define el término tolerancia de la siguiente manera: “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Otra definición importante la encontramos en la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, de acuerdo con la cual “la tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos”. Agrega la definición en cuestión que “la tolerancia consiste en la armonía en la diferencia”.

Pese a las anteriores definiciones, considero conviene aclarar que en sus orígenes el término tolerancia no tenía relación alguna con el respeto. Isidro H. Cisneros sostiene que la expresión “tolerancia” proviene del latín tolerantia-ae, que significa soportar algo aun con cierto sufrimiento. 

Por el anterior significado, las personas que se oponen a ser soportadas al saber que son incómodas, molestas y gravosas por sus ideas o convicciones, piden que se emplee el término respeto en vez de tolerancia. Admito que la tolerancia no es un valor menor, y que “son muchos los tratados internacionales en los que se sientan como base de la convivencia no sólo el respeto a los derechos fundamentales, sino también la práctica de la tolerancia”. 

Sé perfectamente bien que un elevado porcentaje de la población mundial está satisfecho con el término tolerancia. También sé que dicha expresión es “oficial” en los documentos y en la convocatoria de la Organización de las Naciones Unidas a la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia. A pesar de ello, millones de personas creemos que el término puede llegar a generar situaciones de discriminación.

En materia de creencias religiosas y de culto es mil veces preferible que se hable de respeto y aceptación a la diversidad religiosa, en vez de tolerancia religiosa. Hay mucho que hacer al respecto, y creo que el trabajo debe seguir en esa dirección, pese al pesimismo de quienes piensan que si a estas alturas no ha sido posible lograr la tolerancia, mucho menos se logrará una cultura de respeto y aceptación a lo diferente.

Es importante que las personas y los grupos interesados en lograr el tránsito de la tolerancia al respeto sigan trabajando en la organización de congresos,  simposios, seminarios y talleres para la defensa del Estado laico y la difusión del respeto a los derechos religiosos. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que el fortalecimiento de la laicidad estatal es lo único que puede ayudarnos a erradicar por completo la discriminación e intolerancia religiosa, flagelo que ha golpeado y sigue golpeando con brutalidad a miles de evangélicos en varios estados de la República mexicana, entre ellos Chiapas, Oaxaca, Hidalgo y Puebla.

Estoy completamente de acuerdo en que la educación es “el medio más eficaz de prevenir la intolerancia”, tal como se afirma en el artículo 4.1 de la Declaración de Principios sobre la Tolerancia. El artículo en cuestión asienta, asimismo, que “la primera etapa de la educación para la tolerancia consiste en enseñar a las personas los derechos y libertades que comparten, para que puedan ser respetados y en fomentar además la voluntad de proteger los de los demás”. Lo ideal sería educar no sólo en la tolerancia, sino también en cuestiones de laicidad, como los hacen actualmente las escuelas públicas de Francia. 

Quiero dejar asentado, por último, que para lograr el anhelado tránsito de la tolerancia al respeto se necesita trabajar mucho más en serio en la consolidación del Estado laico, régimen que norma su actitud ante el hecho religioso de acuerdo a los siguientes principios: 1) Principio de imparcialidad ante las doctrinas religiosas; 2) Principio histórico de separación entre el Estado y las Iglesias; 3) Principio de garantía de la libertad religiosa; 4) Principio de igualdad jurídica de las asociaciones religiosas. Un Estado que se rige bajo los anteriores principios no privilegia a una determinada asociación religiosa; privilegia, eso sí, la protección de los derechos humanos de todas las personas y de las minorías.

El Día Internacional para la Tolerancia es una magnífica oportunidad para demandar el fortalecimiento de la laicidad e insistir en el combate a “la hostilidad religiosa, que da poder o favorece a las personas cuyo credo está oficialmente considerado como la única interpretación de la verdad religiosa”.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

DISCRIMINACIÓN ÉTNICA

Por Armando Maya Castro
Aeroméxico, involucrada en un nuevo caso de discriminación; esta vez en agravio de seis jóvenes indígenas de Oaxaca


Es altamente indignante lo que está sucediendo en México en materia de discriminación: siete indígenas de Sola de Vega y San Jacinto Tlacotepec, Oaxaca, denunciaron haber sido discriminados por Aeroméxico, la aerolínea más grande de México, fundada en noviembre de 1934 por el empresario y político Antonio Díaz Lombardo. 

Los indígenas presuntamente discriminados explicaron que la línea aérea, a través del supervisor Francisco Cáceres, canceló su vuelo y se negó a reasignarles otro debido a su origen indígena y a su forma de vestir, mientras que a otros pasajeros sí los atendió adecuadamente. 

Sandra Mónica Ramírez ejecutó las órdenes del supervisor, negando el abordaje a José Rojas, Florentino Bautista, Severiana López, Gilberto Ruiz, Benedicto Heras y Marcelo Pérez. Cuando éstos quisieron saber por qué se les negaba el acceso al vuelo AM544, que cubría la ruta Oaxaca-México, el supervisor les respondió con lujo de prepotencia: “Háganle como quieran”. 

Algunas versiones periodísticas indican que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) abrió una queja por el caso de los indígenas afectados, dando a conocer que el titular de este organismo, Ricardo Bucio Mújica, lo confirmó en su cuenta de Facebook. 

El pasado domingo, y luego de casi una semana de presiones en las redes sociales, la aerolínea emitió un comunicado en el que explicó que “por razones operacionales se realizó un cambio de avión, lo que implicó ofrecer el servicio con un avión Embraer 170 de 76 asientos y no un Embraer 190 de 99 como estaba previsto. Esto motivó que más de 20 clientes no pudieran subir al vuelo, entre ellos un grupo de siete personas cuyo itinerario final era Hermosillo”. La empresa señala, además, que “el supervisor en turno de Aeroméxico explicó a los pasajeros que quedaron en Oaxaca la situación y ofreció en compensación hotel, alimentos, traslado y un boleto de avión en ruta nacional” (proceso.com.mx, 10 de noviembre de 2013). 

Este comunicado obliga a las instancias nacionales que luchan contra la discriminación a realizar una investigación sin demora y a fondo para conocer la verdad de los hechos. La sociedad espera que este comunicado sea tomado como lo que es: la versión de Aeroméxico, sin restarle credibilidad a los señalamientos de los presuntos afectados.

El derecho a la no discriminación para todas las personas está reconocido en el Artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, que en su artículo 4° establece: “Para los efectos de esta ley se entenderá por discriminación toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, talla pequeña, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas”. 

A pesar de que los anteriores ordenamientos jurídicos prohíben terminantemente la discriminación, el trato excluyente y abusivo en agravio de los indígenas sigue siendo el pan nuestro de cada día. Desde que los españoles se apoderaron de las tierras y riqueza de los pueblos nativos, la discriminación ha golpeado brutalmente a los grupos étnicos. De entonces a la fecha los indígenas de México han sido marginados de la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, los servicios, la participación política, etcétera. Como resultado de lo anterior, las comunidades indígenas presentan los niveles más bajos de bienestar en relación con el resto del país.

El pasado 19 de marzo, la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica  (GCE) realizó una encuesta telefónica, de acuerdo con la cual 73 por ciento  de los mexicanos considera que la población indígena es la más discriminada en México. Según la Encuesta Nacional de Discriminación ENADIS 2010, elaborada por el Conapred y la UNAM, 44 por ciento de mexicanos y mexicanas consideran que no se respetan los derechos de las personas indígenas.

El caso Aeroméxico, así como otros más, entre ellos el de Irma López Aurelio, la indígena mazateca que dio a luz en el patio de una clínica oaxaqueña, debería obligar al gobierno federal a iniciar una campaña nacional de difusión en los medios de comunicación sobre los derechos de los pueblos indígenas. 

Actualmente, sólo 22 estados de la República cuentan con un marco normativo antidiscriminatorio. Lo ideal sería que todas las entidades contaran con una ley estatal contra la discriminación. Con este propósito, el Conapred ha puesto al alcance de todos los congresos estatales una Ley Modelo para que presenten sus iniciativas. Se accede a la misma a través de la siguiente dirección: http://www.conapred.org.mx/index.php?contenido=pagina&id=504&id_opcion=650&op=650.

Concluyo recordando la frase final del artículo “Aeroméxico, la discriminación y qué hacer”, en referencia a otro caso de discriminación cometido por la aerolínea en cuestión, quien a través de un casting enviado por una agencia publicitaria detalló que no quería actores morenos: “Resulta paradójico –afirma José Roldan Xopa, autor del citado artículo– que una empresa cuyo emblema es un caballero águila, excluya a la raza de donde proviene (quizás, bien mirado, sea un caballero águila con rasgos no indígenas)”.