viernes, 20 de marzo de 2015

ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ

Por Armando Maya Castro
Esta escultura de bronce, representando a Juárez en posición sentado y teniendo en sus manos las Leyes de Reforma, se sitúa en la plaza central de San Pablo Guelatao, Oaxaca. Junto a él, un muro de cantera verde y rosa con una leyenda de la frase juarista que se conoce en todo el mundo: "El respeto al derecho ajeno es la paz" 

Un día como hoy, pero de 1806, nació Benito Juárez García en San Pablo Guelatao, un pueblo de la jurisdicción de Santo Tomás Ixtlán en el estado de Oaxaca, que en ese tiempo “apenas contaba con veinte familias”, como lo escribió el propio Juárez en su libro Apuntes a mis hijos. 

Sus padres, Marcelino Juárez y Brígida García, "indios de la raza primitiva del país", fallecieron cuando el pequeño Benito tenía tres años. Al faltar sus progenitores, él y sus hermanas María Josefa y Rosa quedaron al cuidado de sus abuelos paternos, Pedro Juárez y Justa López, “indios también de la nación zapoteca”, apunta Juárez en su obra autobiográfica antes mencionada. 

A los pocos años, dejaron de existir también los abuelos de Benito, quien se quedó bajo la tutela de su tío Bernardino Juárez. La pobreza en la que éste vivía no le impidió despertar en su sobrino el interés de superación: “aprender el idioma castellano, lograr que los patrones de una casa particular de Oaxaca lo recibieran en ella a cambio de techo, alimento, ropa y el compromiso de enseñarle a leer y escribir el castellano y, como sueño inalcanzable, lo apoyaran a seguir la carrera sacerdotal, por ser el único medio para los indígenas pobres de realizar estudios superiores en el Seminario que funcionaba en esa ciudad”, resume Eduardo Philibert Mendoza en su libro Personajes Notables de la Historia de México 2

Lo que consiguió a partir de entonces es presentado por la historia oficial como un ejemplo de superación personal. Y no podía ser de otra manera si tomamos en cuenta que aquel zapoteco de humilde condición, tras aprender a hablar, leer y escribir en español, cursó estudios hasta recibirse de abogado, logrando ascender y superarse: fue gobernador de Oaxaca, ministro de la Corte de Justicia y presidente de la República. 

Además, el gobierno del Benemérito de las Américas expidió las Leyes de Reforma, a las que Jorge Carpizo define como "la destrucción de las estructuras coloniales y medievales que habían perdurado durante el México independiente; esas leyes son parte del sustento mismo de nuestro constitucionalismo: libertad, igualdad, tolerancia, pluralismo, Estado laico, principio de legalidad y respeto a los derechos de las minorías. Estas leyes son el fundamento de nuestro Estado y la defensa del sistema constitucional" (“Juárez, jurista y defensor de la Constitución”, en Manuel Camacho Solís, Actualidad de Juárez, D.F.: UNAM, 2004, p. 36). 

En el aniversario del natalicio de Benito Juárez es importante mencionar que el mérito de las Leyes de Reforma no es sólo suyo, sino de una pléyade de liberales a la que pertenecieron, entre otros, Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada, encargados de redactar las leyes en cuestión. 

Con las Leyes de Reforma, Juárez y los liberales de su tiempo lograron la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la separación entre la Iglesia y el Estado, la exclaustración de monjes y frailes, la secularización del registro civil, de los cementerios y de las fiestas públicas, además de la promulgación de la Ley sobre Libertad de Cultos, publicada el 4 de diciembre de 1860. 

Respecto a la libre expresión, es obligado recordar que en el periodo presidencial de Benito Juárez mejoraron de manera considerable las condiciones para la libertad de expresión, especificadas en la primera Constitución liberal que tuvo México, la de 1857. Gracias a ello, en ese tiempo se publicaron periódicos de diferentes tendencias políticas e ideológicas, en los que se exponían y defendían las ideas de los grupos, ya fueran conservadores o liberales. 

El especialista en temas históricos, José Manuel Villalpando, señala que “Con Juárez México vivió por primera vez una época de plena libertad de expresión, sin cortapisa alguna. No hubo censura, ni periodística ni editorial. Juárez extendió la libertad hasta el campo de la educación: la que impartiera el estado sería laica pero los particulares podían impartirla en cualquier nivel” (José Manuel Villalpando, Benito Juárez: una visión crítica en el bicentenario de su nacimiento, México, Planeta, 2006, pp. 125 y 126). 

Lamentablemente, hoy por hoy el carácter laico del Estado y de la educación se encuentran bajo amenaza, como también se haya en riesgo la libertad de expresión, lo que obliga a los mexicanos de hoy a redoblar esfuerzos para poner a salvo el legado jurista. 

Twitter: @armayacastro

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