sábado, 18 de abril de 2015

ESPAÑA BUSCA SER UN ESTADO LAICO; MÉXICO RETROCEDE EN LA MATERIA

Por Armando Maya Castro
La apuesta de Pedro Sánchez, secretario del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), es hacer un Estado laico en España. 

A diferencia de México, que constitucionalmente es un Estado laico, España no lo es. Como varios países europeos, España es un Estado aconfesional, que no es lo mismo que un Estado laico, pese a que algunos confunden aconfesional con laico.

Y es que no puede ser laico un país que el 3 de enero de 1979, en la vigencia de la Constitución española de 1978, firmó los acuerdos que sustituyeron el Concordato de 1953 entre España y el Vaticano, orientados a financiar a la Iglesia romana y a impulsar su proselitismo a través de la educación.  

No puede llamarse laica, sino confesional, una nación cuya Carta Magna señala, primero, que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española”, e inmediatamente después cita expresamente el nombre de una religión particular, indicando que esos poderes públicos “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones” (Artículo 16.3).

La mención de una confesión religiosa específica en el texto constitucional constituye un atentado a la igualdad jurídica de las iglesias, un principio que en cualquier Estado laico, democrático y pluralista tiene plena garantía. Este tratamiento constitucional desigual y discriminatorio, es imposible que se dé en un Estado genuinamente laico. 

Aunque no explicite ningún privilegio para la religión que se cita con nombre y apellidos, la sola mención de la Iglesia Católica en la Constitución concede a esta religión un privilegio implícito que niega a las demás confesiones religiosas. Alguien podría argumentar, en defensa del texto constitucional, que no pueden mencionarse a todas porque son muchas. Si esto es así, los constitucionalistas españoles debieron haber asentado en el texto constitucional que los poderes públicos mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con todas las confesiones religiosas, sin mencionar el nombre de una iglesia. 

Además, todos sabemos que el Estado español, en conformidad con los acuerdos entre España y el Vaticano, proporciona dinero a la Iglesia católica para sus colegios, arregla los edificios religiosos de esta institución religiosa, sufraga el salario de los profesores de religión. Asimismo, tiene privilegios económicos en exenciones de impuestos y recibe terrenos gratis para sus parroquias, entre otros privilegios. 

Por lo anterior, me parece altamente atractiva la propuesta en materia de laicidad de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secretario del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). La tarde del pasado miércoles, el economista y político español hizo el siguiente anuncio: “Mi apuesta será hacer un Estado laico en España. A todos los niveles, en educación, en materia de impuestos y también sobre las propiedades que tiene la Iglesia Católica”, explicó. 

Sánchez, quien acaba de recibir del expresidente del gobierno español, Felipe González, el apoyo como candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, aseguró que, de llegar a la Moncloa, sacará la religión de las escuelas públicas y volverá a recuperar la asignatura de educación para la ciudadanía.
La apuesta de Pedro Sánchez empieza por la escuela, “una educación laica, sin religión en la escuela, pero siempre con respeto a los creyentes”, señaló al abundar sobre el tema, y agregó: “Yo llevo a mis hijas a un colegio público donde les enseñen educación cívica y no religión, un colegio donde se formen ciudadanos y no sotanas”.

Esta propuesta llega en un tiempo en que la Conferencia Episcopal Española ha elaborado un currículo de Religión Católica para primaria, secundaria y bachillerato, con claros contenidos catequéticos, que favorecen los intereses del romanismo en materia educativa. 

Mientras que en España el PSOE y Podemos se pronuncian por un Estado laico, en México se sigue produciendo un preocupante retroceso en materia de laicidad. El mejor ejemplo, la reforma del artículo 24 constitucional, cuyo dictamen contemplaba el desmantelamiento del carácter laico del Estado y de la educación. Por este y otros embates contra el Estado laico, urge sacar de la congeladora la iniciativa Ley General de Laicidad, presentada el 23 de octubre de 2014 en la Cámara de Diputados por el perredista Víctor Raymundo Nájera Medina. Esta propuesta es necesaria para acabar con “los casos de violaciones del Estado laico por diversas autoridades en diversos lugares del país y la ausencia de sanciones, a pesar de la promulgación de la reforma al artículo 40”, que define al Estado mexicano como una República laica. Por bien de México, ojalá que pronto se discuta y apruebe, en los términos en que fue presentada, la Ley General de Laicidad.

Twitter: @armayacastro

Publicado en el diario El Occidental, el sábado 18 de abril de 2015


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