sábado, 7 de noviembre de 2015

EL ACTUAL ROSTRO DE LOS CABOS

Por Armando Maya Castro
A poco más de un año del desastre provocado por el huracán "Odile", Los Cabos luce un rostro diferente. En la labor de reconstrucción del municipio y de auxilio a los damnificados, sobresalieron las acciones del gobierno federal, así como de diversas instituciones, entre ellas la Iglesia La Luz del Mundo (Foto: Sipse.com)

El presidente Enrique Peña Nieto estuvo el pasado 4 de noviembre en Los Cabos, Baja California Sur, donde inauguró el libramiento San José del Cabo-Cabo San Lucas, una obra que beneficiará a miles de turistas, así como a 238 mil personas que viven en Los Cabos, uno de los municipios más visitados debido a su extraordinaria belleza natural. 

Durante la inauguración del libramiento, que mide 12 metros de ancho y 38,7 kilómetros de largo, el Jefe del Ejecutivo Federal recordó en los siguientes términos el paso del huracán “Odile” por la península de Baja California Sur, en septiembre de 2014: “A un año del huracán ‘Odile’ el rostro que tiene Baja California Sur y Los Cabos es muy distinto del que presentaba en aquel entonces y aquí estuvo el gobierno de la República acompañando el esfuerzo de los sudcalifornianos quienes demostraron que ante la fuerza destructiva de la naturaleza estaba también la fuerza constructiva de los sudcalifornianos para superar ese momento adverso”.

Los habitantes de Los Cabos tienen presente la celeridad con que el gobierno de la República respondió a la emergencia provocada por “Odile”, realizando, entre otras, las siguientes acciones: liberó alrededor de 500 millones de pesos para iniciar el programa de reconstrucción, consistente en levantar postes, árboles, estructuras, viviendas y reparar calles, así como llevar despensas y agua a las familias sudcalifornianas afectadas. Asimismo, habilitó 164 refugios para albergar a 30 mil personas; restableció en poco tiempo el suministro de energía eléctrica, colocando 534 torres de alta tensión derribadas por el huracán; implementó un operativo especial, encabezado por la Gendarmería, la Marina, Policía Federal y el Ejército, para evitar el pillaje y saqueo de tiendas y negocios en San José del Cabo y Cabo San Lucas. 

Respondieron también a la emergencia diversas instituciones, entre ellas la benemérita Cruz Roja Mexicana, quien habilitó una cuenta bancaria para donativos, así como el acopio de víveres para apoyar a las personas que perdieron sus pertenencias. 

En el marco de la situación caótica provocada por el multicitado fenómeno natural, la Iglesia La Luz del Mundo se solidarizó con la zona siniestrada. Sobre sus diversas acciones de solidaridad en beneficio de los damnificados, el sitio web del semanario Zeta publicó, el 17 de septiembre de 2014: “...la iglesia La Luz del Mundo en Tijuana, reunió víveres, medicamentos, agua embotellada y otros artículos necesarios que serán destinados para los damnificados de Baja California Sur, quienes sufrieron afectaciones por el paso del huracán ‘Odile’”. En el párrafo final de la nota en cuestión se lee: “Un grupo de ministros de la congregación partieron con rumbo a las ciudades más afectadas por el fenómeno, a fin de llevar la ayuda tanto material como apoyo espiritual”. 

Sobresalió, por encima del trabajo de los ministros que viajaron a Baja California Sur, la labor solidaria y desinteresada del actual apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín García, quien en su estancia en la península sudcaliforniana, en septiembre de 2014, brindó techo, comida, ropa, atención médica y mucho amor a los damnificados, cumpliendo así la encomienda del apóstol Samuel Joaquín Flores, en ese tiempo director internacional de la Iglesia La Luz del Mundo. 

Todas y cada una de sus acciones dieron a los fieles de esta región la certidumbre de que el hermano Naasón Joaquín es un hombre de sentimientos fuera de serie, como lo ha demostrado a través de las obras que ha realizado a lo largo de los once meses que lleva al frente de la Iglesia del Dios Vivo, Columna y Apoyo de la Verdad La Luz del Mundo. 




viernes, 2 de octubre de 2015

NO A LA DISCRIMINACIÓN RELIGIOSA

Por Armando Maya Castro
Por respeto a la diversidad religiosa, la religión debe estar fuera de las escuelas públicas. Sólo así podrá mantenerse el entorno escolar libre de discriminación religiosa

Oaxaca, la tierra de Don Benito Juárez García, vuelve a ser noticia en materia de discriminación religiosa; esta vez en agravio de un estudiante que profesa el judaísmo, y al que las autoridades de la Secundaria Técnica número 2, ubicada en el municipio de San Juan Bautista Tuxtepec, le niegan arbitrariamente el acceso a dicho centro educativo. 

El argumento de los directivos de la escuela antes mencionada, autores de este lamentable acto de discriminación, es que el menor de edad, devoto de la religión judía, usa en su indumentaria el kipá y el tzitzit, dos elementos característicos del judaísmo, que en el caso específico de México, no violentan ninguna de nuestras leyes. 

El atropello en cuestión ya está en manos de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, creada para la defensa, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos y la no discriminación. Este organismo público autónomo del Estado Mexicano, que cuenta con personalidad jurídica y patrimonio propio, solicitó al Instituto de Educación Pública de Oaxaca la adopción de una medida cautelar o precautoria, a efecto de que se instruya al director de la escuela para que se abstenga de impedir el servicio educativo al agraviado con motivo de sus prácticas religiosas. 

Los directivos de las escuelas, pero principalmente las autoridades educativas de todos los estados de la República Mexicana, tienen el deber de mantener los espacios de educación pública libres de discriminación, un flagelo que niega la igualdad fundamental de todos los seres humanos, proclamada por diversas declaraciones de las Naciones Unidas. Me refiero a la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones, incluida –por supuesto– la religiosa, un problema que crece en la medida en que algunos grupos de poder erosionan paulatinamente el carácter laico de la educación pública. 

Si las autoridades de educación y los directivos de las escuelas lo han olvidado, nosotros, los mexicanos, tenemos el deber recordarles que México es, por mandato constitucional, un Estado laico, y que la educación que éste imparte debe ser laica, es decir libre de dogmatismos y elementos religiosos. 

Tengamos presente, hoy y siempre, que tenemos el deber de preservar intacto el legado laicista de Benito Juárez y los hombres de la Reforma, quienes legislaron para que la educación fuera laica. La ocasión es propicia para recordar una de las grandes creaciones del Benemérito de las Américas: la fundación de la escuela Nacional Preparatoria, que nació con el propósito de suprimir la religión de la educación, y que ésta se fundamentara en los avances de la ciencia. Si logramos preservar este importante legado, evitaremos, al mismo tiempo, que la educación religiosa retorne a las escuelas públicas, donde lleva a cabo una labor nociva, de exclusión y polarización, así como de constantes violaciones a los derechos humanos. 

Por esta razón, tenemos el deber de denunciar mediáticamente, así como ante las instancias correspondientes, todas las expresiones de discriminación en las escuelas oficiales, donde debe permanecer inalterable la educación laica, un modelo de educación que ha demostrado ser el único que garantiza el respeto a la diversidad, así como la convivencia armónica entre los educandos. 

Twitter: @armayacastro

Publicado el 1 de octubre de 2015 en el diario El Mexicano

http://www.el-mexicano.com.mx/informacion/editoriales/3/16/editorial/2015/10/01/887551/en-plan-reflexivo

miércoles, 30 de septiembre de 2015

A 250 AÑOS DEL NATALICIO DE MORELOS

Por Armando Maya Castro
Foto: Quadratín Morelos

El Generalísimo José María Morelos y Pavón, hijo de don Manuel Morelos y de doña Juana María Guadalupe Pavón, nació el 30 de septiembre de 1765. Mañana se cumplirán 250 años de este importante acontecimiento. 

El aporte de Morelos en la lucha por la independencia de México es realmente admirable. A la muerte de Miguel Hidalgo y Costilla, el Siervo de la Nación se encargó de continuar con la lucha de independencia: lideró el movimiento insurgente y se convirtió en símbolo de una lucha que tenía como principal objetivo expulsar del poder político al dominio español y promover las transformaciones que México necesitaba. 
A la semejanza de Hidalgo, Allende y Aldama, el autor del Acta de Independencia de Chilpancingo y de los Sentimientos de la Nación enfrentó numerosos obstáculos cuando, por amor a México, decidió unirse a la causa de la independencia, al lado de los héroes antes mencionados, y de los insurgentes que derramaron su sangre por darnos patria y libertad. Uno de esos obstáculos fue, sin lugar a dudas, la Iglesia católica, quien lo excomulgó al igual que al Padre de la Patria. 

Es importante preguntarnos: ¿por qué razón el alto clero católico de aquella época se opuso a la independencia de México? Veamos el porqué: Antes del inicio de la Guerra de Independencia (16 de septiembre de 1810), la riqueza de México era absorbida totalmente por la Corona de España y, desde luego, por la Iglesia romana. El historiador Alfonso Toro, en su libro La Iglesia y El Estado, describe el proceder de esta institución en aquellos tiempos: "De esta manera, el clero, explotando la riqueza de los indios y el fanatismo de los ricos españoles, acabó por absorber casi toda la propiedad de la Nueva España, arruinando la agricultura, la industria y el comercio...". El historiador Lucas Alamán, pese a ser un ardiente defensor del clero, estimaba que, al hacerse México independiente, "la mitad de la propiedad y capitales de todo género existentes en el país estaban en manos del clero".

El testimonio de estos historiadores demuestra que en aquellos tiempos el clero gozaba de las mejores rentas y "llevaba una vida ostentosa y relajada que lo conducía al relajamiento". Al apoyar a la corona española, la Iglesia defendía su privilegiada posición y sus cuantiosas propiedades, reprobando la lucha independentista, que buscaba la exclusión de la nobleza y la burocracia españolas, la abolición de la esclavitud y la igualdad de pueblo.

Podemos asegurar, entonces, que la Iglesia se opuso al movimiento independentista no porque le interesara evitar un baño de sangre, sino porque la insurgencia ponía en riesgo sus intereses consolidados a lo largo del virreinato. Si a la Iglesia romana la hubieran movido intereses pacifistas, nunca habría permitido que un importante número de clérigos se enrolara en las filas del ejército realista. El historiador José Bravo Ugarte señala que fueron decenas de clérigos los que tuvieron una participación activa en el bando realista, identificando con nombre y apellido a 91 de ellos.

A la jerarquía católica la delatan su actitud, los edictos de excomunión en contra de Hidalgo, Morelos y demás líderes insurgentes, así como la permisión otorgada a los sacerdotes que militaban en el ejército realista. La delata, además, el tardío reconocimiento a la independencia de México, algo que hizo hasta el 29 de noviembre de 1836, es decir, quince años después del 27 de septiembre de 1821, fecha en que el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México, quedando consumada la independencia de nuestro país. 

A 250 años del natalicio de Morelos, es obligado señalar que el Plan de Iguala (24 de febrero de 1821), que declaraba independiente de la corona española a nuestro querido México, no incluyó los más importantes ideales políticos y sociales de Hidalgo y Morelos. Duele decirlo, pero así fue.

Twitter: @armayacastro 


Publicado el 30 de septiembre en el diario El Mexicano:


sábado, 12 de septiembre de 2015

ASÍ SE LOGRÓ LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

Por Armando Maya Castro

Sucedió una noche de septiembre de 1810, en Querétaro, la ciudad donde, desde 1808, comenzó a gestarse la Conspiración de Querétaro, un movimiento clandestino que buscaba independizar a México del dominio español. Lamentablemente, las acciones del grupo conspirador fueron denunciadas por el empleado de correos José Mariano Galván, quien traicionó así al grupo al que también pertenecía. 

Esa noche, otro de los conspiradores, el corregidor queretano José Miguel Domínguez, decidió encerrar en su habitación a su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, participante activa en las reuniones de la Academia Literaria de Querétaro, el disfraz bajo el cual operaba el grupo que buscaba instaurar en México un gobierno independiente. 

Mientras que el corregidor –partidario también de la independencia de México– buscaba socavar a los sublevados, Doña Josefa pudo alertar desde su reclusión a su vecino Ignacio Pérez, integrante también del grupo de conspiradores, quien la noche del 15 de septiembre de 1810 cabalgó hasta San Miguel el Grande para avisar a Juan Aldama. Cuando éste supo que la conspiración había sido descubierta, se dirigió presuroso a Dolores para alertar del peligro a Miguel Hidalgo e  Ignacio Allende. 

Sobrevinieron luego los acontecimientos que tuvieron lugar en el marco de la primera etapa de la guerra de independencia, tanto en Guanajuato como en otros lugares de México: el Grito de Dolores emitido por Miguel Hidalgo el 15 de septiembre de 1810, suceso que ha pasado a la historia como el comienzo del movimiento insurgente; la excomunión de Hidalgo y demás insurrectos por parte del obispo Manuel Abad y Queipo, ratificada posteriormente por altos jerarcas de la Iglesia católica, entre ellos el arzobispo de México, Francisco Javier Lizana y Beaumont, así como por los obispos de Guadalajara, Antequera y Puebla: Juan Ruiz y Cabañas, Antonio Bergosa y Manuel González del Campillo, respectivamente. 

Otros acontecimientos significativos en la primera fase de la lucha por la emancipación de México son los siguientes: la toma de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato; la batalla y triunfo insurgente en el monte de las Cruces; la abolición de la esclavitud mediante decreto emitido por Hidalgo en Guadalajara, Jalisco; la aprehensión de Miguel Hidalgo y Costilla y los principales jefes insurgentes en Acatita de Baján, Coahuila; la ejecución de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, así como el posterior fusilamiento del Padre de la Patria, ocurrido la mañana del 30 de julio de 1811. 

La muerte de estos caudillos no suprimió los anhelos de libertad de un pueblo cansado del insoportable yugo español. Tras la muerte de Hidalgo, le correspondió a José María Morelos y Pavón liderar el movimiento independentista en las montañas del Sur, logrando importantes triunfos para su causa, uno de ellos la captura del puerto de Acapulco, así como la instalación del Congreso de Anáhuac, el 13 de septiembre de 1813. En el Congreso de Chilpancingo, como también se conoce al primer parlamento constituyente, se emitió la declaración de independencia de la América septentrional del trono español. En el discurso inaugural, Morelos dio lectura a los Sentimientos de la Nación, un documento que comienza estableciendo los principios de la soberanía nacional y popular, pero que, a la semejanza de la Constitución de Cádiz, siguió privilegiando a la religión católica mediante la idea de religión única, sin tolerancia para ninguna otra. 

Pese a que el Siervo de la Nación favoreció de manera importante a la Iglesia católica en sus Sentimientos de la Nación, las autoridades de la Iglesia católica no suprimieron el edicto de excomunión que, en contra de éste, emitió el obispo Abad y Queipo, el 22 de julio de 1814. Morelos, poseedor de admirables dotes militares, fue fusilado el 22 de diciembre de 1815. 

Tras la ejecución del insigne caudillo insurgente, la lucha por la emancipación de México parecía extinguirse; sin embargo, Vicente Guerrero seguía en pie de lucha en las montañas del sur, haciendo honor a su apellido. En 1818, fue nombrado General en Jefe de los ejércitos del Sur por el remanente del Congreso de Anáhuac, la Junta de Jaujilla.

El 9 de noviembre de 1820, el virrey Juan José Ruiz de Apodaca envió una oferta de indulto a Guerrero a través de su señor padre, Pedro Guerrero. Tras escucharlo, Vicente Guerrero se dirigió a sus hombres delante de su progenitor: “Este venerable anciano es mi padre; viene a ofrecerme en nombre de los españoles empleos y recompensas que nunca aceptaré. Yo he respetado siempre a mi padre, pero la patria es primero”.

El 24 de febrero de 1821, tras el abrazo de Acatempan que ponía fin a las hostilidades de más de 10 años, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero firmaron el Plan de Iguala, un pronunciamiento político que declaraba la independencia de México, pero sin incluir los ideales políticos y/o sociales de Hidalgo y Morelos. Al referirse a este plan, el libro Historia de México, legado histórico y pasado reciente, señala: "su contenido demuestra que la intención del grupo que apoyaba a Iturbide era separarse de España para conservar sus riquezas y privilegios". A partir de ese momento los combatientes se unieron al Ejército Trigarante, cuya entrada triunfal en la ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, logró la consumación de la independencia de México. 

Twitter: @armayacastro


sábado, 18 de julio de 2015

MANCERA Y EL ESTADO LAICO

Por Armando Maya Castro
Los acercamientos de Miguel Ángel Mancera con el cardenal Norberto Rivera Carrera han sido comentados y criticados en medios de comunicación y redes sociales, sobre todo cuando se realizó la campaña de desarme voluntario en la Ciudad de México

Los alcaldes de las grandes metrópolis del mundo han sido convocados al Vaticano por la Pontificia Academia para las Ciencias. El objetivo: participar "en un encuentro sobre cambio climático y esclavitud moderna", señala una nota de la agencia noticiosa Notimex.

A este encuentro asistirá Miguel Ángel Mancera Espinosa, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, quien fue objeto de severas críticas cuando acudió a la misa de inauguración del pontificado del papa Francisco, misma que tuvo lugar el 19 de marzo de 2013.

Las críticas contra Mancera en ese tiempo se debieron a que su viaje al Vaticano constituyó una evidente violación al carácter laico del Estado mexicano, algo que en los últimos años se ha vuelto muy común entre los miembros de la clase política mexicana.

Esta situación se da a pesar del artículo 40 constitucional, y de que nuestras autoridades protestaron –al asumir sus cargos– cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan.

Por la amenaza que representa para nuestro planeta y su biodiversidad, siempre estaré a favor de las acciones que se realizan para combatir el cambio climático, un tema importante, que se ha convertido de unos años a la fecha en un problema de seguridad a nivel mundial. Sin embargo, estoy convencido de que las autoridades de gobierno, entre ellas Miguel Ángel Mancera, deben realizar dichas acciones al margen de la Iglesia católica, una institución que intentará, seguramente, capitalizar a su favor la más reciente encíclica del papa Francisco, titulada “Laudato Si”, la cual ha sido calificada de “histórica”, por ser la primera vez que un pontífice romano emite un documento dedicado a la protección del medio ambiente.

Antes de aceptar la invitación vaticana, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal debió pensar en lo que él es: un funcionario público en un Estado laico, obligado a mostrar respeto absoluto a la separación del Estado y las Iglesias, una razón por la cual no debería acudir al llamado que ha hecho el Vaticano a los alcaldes de todo el mundo.

Conociendo la forma de proceder de nuestros políticos, tenga usted la seguridad que Mancera viajará al Vaticano restándole importancia a las leyes de México. Lo hará en nombre del combate al cambio climático, una actividad que se puede y debe hacer manteniendo una sana distancia de la Iglesia católica, algo que al parecer nunca ha podido hacer el jefe de gobierno de la Ciudad de México. Afirmo lo anterior porque hace unos meses, Mancera eligió la Basílica de Guadalupe y la Catedral Metropolitana para llevar a cabo las acciones de desarme voluntario, un trabajo que, a pesar de las críticas y del Estado laico, se llevó a cabo en instalaciones católicas y de la mano del cardenal Norberto Rivera Carrera.

Vuelvo al tema de la cumbre sobre cambio climático para señalar que en el Vaticano ya todo está listo para que el papa Francisco reciba en audiencia a los alcaldes de setenta grandes ciudades de todo el mundo. Esta recepción se llevará a cabo el próximo miércoles, luego de que los alcaldes asistentes participen, los días 21 y 22 de este mes, en la conferencia “Esclavitud moderna y Cambio climático: el compromiso de las ciudades”.

Twitter: @armayacastro


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sábado, 11 de julio de 2015

CINCO DÉCADAS DE INTOLERANCIA RELIGIOSA EN CHIAPAS

Por Armando Maya Castro 

En Chiapas, los católicos tradicionalistas siguen violentando las libertades fundamentales de los evangélicos que viven en ese estado de la República Mexicana, ubicado geográficamente en el extremo sureste de nuestro territorio, en la frontera con Guatemala. 

Estos casos de violencia religiosa en dicha región del país no son nuevos. Se vienen cometiendo con frecuencia desde mediados de los años sesenta, a pesar de nuestras leyes y de que Chiapas es, desde hace ya varios años, el estado menos católico del país, según datos del INEGI. 

A los innumerables casos de intolerancia religiosa, que en un lapso de cinco décadas han producido la expulsión de más de 40 mil evangélicos de varias comunidades chiapanecas, debemos añadir el más reciente caso de intolerancia por motivos religiosos: el arresto de cinco tzotziles -tres de ellos menores de edad- detenidos el pasado miércoles 8 de julio. Este arresto se perpetró porque en Tzeteltón, municipio de San Juan Chamula, existe un acuerdo arbitrario e intolerante, firmado por las autoridades, el cual consiste en que "los pobladores que se conviertan en protestantes deben pagar una multa de cinco mil pesos y en caso de negarse, realizar trabajos forzados y abandonar su vivienda", informa una nota publicada en el portal de un diario de circulación nacional. 

Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que el acuerdo en cuestión atenta contra los derechos humanos de los habitantes de Tzeteltón y de los cinco evangélicos arrestados, quienes tienen el derecho de exigir justicia y la anulación de cualquier acuerdo que limite o menoscabe su libertad de tener o de adoptar las creencias religiosas de su elección. 

Entiendo que esto último es bastante complicado en un estado como Chiapas, donde las autoridades han permitido el avance y arraigo de la intolerancia religiosa, y que casos como el que nos ocupa, en agravio de los miembros de la Iglesia Jesús es el Camino, queden en la más vergonzosa impunidad. 

Señalo lo anterior porque en la misma nota se informa sobre otro caso de intolerancia religiosa que sigue impune y sin solución. Se trata del caso de "53 indígenas evangélicos desplazados de las comunidades de La Florecilla y Los Llanos, municipio de San Cristóbal y San Gregorio, municipio de Huixtán, [quienes] cumplieron un mes en plantón en la Plaza Catedral de esta ciudad para exigir el cumplimiento de una minuta firmada en diciembre pasado por las autoridades estatales para su reubicación, pues ya no pueden retornar a sus localidades", refiere.

Como usted recordará, en diciembre de 2014, las autoridades de Chiapas se comprometieron, mediante la firma de una minuta, a reubicar a 40 evangélicos de la comunidad de Los Llanos, municipio de San Cristóbal de las Casas, expulsados en enero de 2010 por los católicos tradicionalistas. Según el convenio, la reubicación debió darse el pasado mes de abril, pero nada de esto ha ocurrido, por lo que los desplazados decidieron "instalarse en plantón por tiempo indefinido, hasta que se cumpla lo pactado en la minuta", declaró el líder evangélico de Alas de Águila, Esdras Alonso González.

Mientras estos actos deplorables ocurren en el estado de Chiapas, en Bolivia el papa Francisco pidió perdón por las ofensas y crímenes que la Iglesia católica cometió contra los pueblos indígenas durante la conquista de América. Lo que no dijo el Pontífice romano en su súplica pública de perdón, es que su Iglesia, la católica, sigue cometiendo en varios países -entre ellos México- atropellos semejantes a los que cometieron los católicos en el siglo XVI, el siglo en que se llevó a cabo, de manera arbitraria, la imposición del catolicismo en nuestro continente. 


Twitter: @armayacastro

Publicado el 10 de julio de 2015 en el diario El Occidental 

sábado, 4 de julio de 2015

A 239 AÑOS DE LA INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

Por Armando Maya Castro
       Hoy, los estadounidenses celebran a lo grande su independencia, aunque no todos (Foto: Shutterstock)

Un día como hoy, pero de 1776, los Estados Unidos de América declararon su Independencia definitiva de la Gran Bretaña, logrando que las trece colonias unidas se convirtieran en  trece estados libres e independientes.

Alfonso Rodríguez Moreno, en su obra Origen, evolución y positivización de los derechos humanos, señala que la Declaración de Independencia Americana –redactada por el abogado Thomas Jefferson, con el apoyo de Benjamin Franklin y John Adams– pondera “la tolerancia religiosa, la libertad individual y el consentimiento de los principios político-jurídicos fundamentales”.

Comparto a continuación la conclusión de este importante documento, en el que los cincuenta y seis firmantes coinciden al señalar que es necesario que las colonias anuncien su separación y disuelvan sus lazos con el Reino Unido: “Por tanto, los representantes de los Estados Unidos de América convocados por el Congreso General, tomando como testigo al Juez Supremo del Universo de la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas colonias unidas son, y deben serlo por derecho, estados libres e independientes que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica y que toda vinculación política entre ellas y el estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta: y que, como estados libres o independientes tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los estados independientes...”.

La Declaración en comento, además de poner fin a la dominación inglesa, “enfatizó una serie de aspectos propios de la ideología democrático-liberal tales como el que los hombres han sido creados iguales y, por lo tanto, tienen una serie de derechos inalienables como son: la vida, la libertad y la felicidad", subraya Carlos Araya Pochet en su obra Historia de América en perspectiva latinoamericana.

Este autor señala, en el libro antes mencionado, que "la Declaración de Independencia aceleró la confrontación", y agrega: "En efecto, en ese mismo año (1776) los funcionarios británicos fueron sustituidos por gobernadores norteamericanos. Sin embargo, como resulta comprensible, Inglaterra no se resignó a perder sus colonias, y los Estados Unidos debieron prepararse para resistir a su poderosa Metrópoli".
Fue el general George Washington, al mando de las milicias estadounidenses, quien logró conducir a éstas a la victoria en las cercanías de Saratoga (1777), asegurando así la independencia de Estados Unidos de América.

Este logro histórico del pueblo estadounidense, que el día de hoy será celebrado con desfiles, actos memoriales y fuegos artificiales, es uno de los acontecimientos más relevantes del siglo XVIII, el cual enriqueció también a “otros movimientos libertarios como fueron la Revolución Francesa y la emancipación de las colonias de América Hispana, Portuguesa y Francesa”.

Mientras los estadounidenses celebran a lo grande su independencia, conviene que tengamos presente que Estados Unidos es una nación donde todavía existen marcadas distinciones entre ciudadanos e indocumentados, una situación que riñe con el texto de la Declaración. Y lo digo no sólo por las torpes declaraciones del racista Donald Trump en contra de los inmigrantes mexicanos, sino por un sinnúmero de situaciones que viven nuestros compatriotas en suelo norteamericano.

Olvidémonos de Trump, de quien no vale la pena ocuparnos, y hablemos un poco más sobre la Declaración de Independencia de Estados Unidos, un texto que, como señalé en párrafos anteriores, fue signado por cincuenta y seis representantes de Estados Unidos, de los cuales ocho eran inmigrantes, destaca el ex presidente John F. Kennedy en su libro Una nación de inmigrantes. Sobre este punto en particular, Jorge Ramos, en su libro Tierra de todos: nuestro momento para crear una nación de iguales, manifiesta: "Está claro, entonces, que en el espíritu de la declaración estaba el incluir a todos, inmigrantes y no inmigrantes".

Otro aspecto digno de mención es el siguiente: a doscientos treinta y nueve años de la independencia de Estados Unidos, algunos afroamericanos estadounidenses consideran que nada tienen que celebrar el día de hoy, pues cuando su país se independizó de la Gran Bretaña, la esclavitud aún existía. Para quienes piensan en esto, así como en los frecuentes casos de racismo que tienen lugar en el vecino país del norte, esta fecha no ha sido ni es sinónimo de celebración, tampoco del fin de la represión.

Twitter: @armayacastro

Publicado en El Occidental, el día 4 de julio de 2015