Por Armando Maya Castro
Los enemigos del carácter laico de la educación siguen procurando el retorno de la instrucción religiosa a las escuelas públicas (Imagen: Infórmate Salta). |
A pesar de las encíclicas papales que demuestran la postura tradicional de la Iglesia católica sobre la educación, existen voces que afirman, sin poder demostrarlo, que esa institución no es enemiga del carácter laico de la educación laica.
En mi columna de este día intento demostrar cómo diversos papas han condenado la educación laica en diversos momentos de la historia. Uno de ellos fue Giovanni María Mastai-Ferreti (Pío IX), quien emitió en 1864 la encíclica “Quanta cura” con su apéndice “Syllabus Errorum”, un compendio de 80 errores, en donde se condena el matrimonio civil, el divorcio, la enseñanza laica y todas las conquistas de la doctrina liberal.
Redondo (1993) señala que "las condenas del liberalismo por Pío IX en la ‘Quanta cura’ y en el ‘Syllabus’ vinieron motivadas directamente por la nueva Constitución mexicana de 1857 y, sobre todo, por las Leyes de Reforma de Benito Juárez, de 1859”.
Cuando el General Porfirio Díaz Mori asumió la presidencia de la República, el 23 de noviembre de 1876, la Iglesia católica empezó a recuperar parte de su antigua influencia en materia educativa, política y económica. El crecimiento en el número de escuelas e instituciones católicas fue uno de los privilegios que el régimen porfirista concedió al clero de la época.
Al respecto, David Guerrero Flores, Investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), en su artículo “Estado, Iglesia y educación laica”, refiere que “el Estado porfiriano se inclinó por la conciliación con la Iglesia católica, permitiendo al clero el manejo de numerosos centros educativos. Además de las escuelas adscritas a las parroquias del clero secular, diferentes órdenes religiosas, entre las que destacaron lasallistas, jesuitas, maristas, salesianos, josefinas, teresianas, guadalupanas, ursulinas y hermanas de la caridad, desplegaron una intensa actividad magisterial”.
A lo largo de la dictadura porfirista, el legado de Benito Juárez y los hombres de la Reforma, incluida la educación laica, dejó de representar una amenaza para la iglesia católica, una institución que durante 33 años tuvo libertad casi plena de impartir enseñanza confesional en los centros educativos de la época.
A partir de la promulgación de la actual Constitución, las cosas cambiaron y la tensión entre la Iglesia católica y el Estado fue la nota dominante. El Congreso Constituyente de 1917 desconoció la personalidad jurídica de la Iglesia católica y redactó diversos artículos que aislaron a la jerarquía eclesiástica de los espacios educativos que durante el porfiriato le fueron favorables para sus fines educativos.
Tras la promulgación de nuestra Carta Magna, el clero católico mexicano reaccionó en contra del contenido de los artículos 3ª y 130, en los que se reiteraba la educación laica y la separación Estado-Iglesia. Las protestas del episcopado, pero sobre todo la encíclica Divini Illuis Magistri, de Pío XI, demostraron por enésima vez que la postura de la Iglesia católica en relación con la educación laica seguía siendo exactamente la misma que en la época del Syllabus.
Achille Damiano Ambrogio Ratti estaba un convencido de que el laicismo era causante del deterioro de las costumbres sociales. Por ello emitió la Divini Illuis Magistri, una encíclica que advertía sobre los supuestos peligros de la educación llamada laica o neutra, que según el clero, intenta excluir a Dios y a la religión de la enseñanza.
La encíclica en cuestión enseña, entre otras cosas, que la escuela laica excluye la religión y es, en consecuencia, “contraria a los principios fundamentales de la educación”. El documento de Pío XI renueva y confirma las declaraciones de Pío IX y León XIII sobre el carácter laico de la educación, así como “las prescripciones de los Sagrados Cánones en que la asistencia a las escuelas acatólicas, neutras o mixtas, es decir, las abiertas indiferentemente a los católicos y a los no católicos sin distinción, está prohibida a los niños católicos, y sólo puede tolerarse, únicamente a juicio del Ordinario, en determinadas circunstancias de lugar y tiempo y con especiales cautelas...”.
Actualmente, la postura de la Iglesia católica sigue siendo opuesta a la educación laica y en favor de la educación religiosa. Eso explica por qué dicha institución se interesó tanto en la aprobación de la reforma del artículo 24 constitucional, con el objeto de reconocer la enseñanza religiosa en los establecimientos de educación pública.
Publicado en la edición impresa de El Mexicano de Tijuana, el 19 de octubre de 2017.