jueves, 3 de marzo de 2016

SPOTLIGHT Y EL LAMENTO DEL VATICANO

Por Armando Maya Castro


'Spotlight': en primera plana y en pocas salas. El anterior fue el título de una nota publicada en el portal del periódico El Universal, el viernes 22 de enero del presente año. La nota refería el poco éxito taquillero del filme que el pasado 28 de febrero se llevó el Óscar a la Mejor película de la 88 edición de los premios que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. 

En Primera plana –como se conoce Spotlight en Hispanoamérica– refleja el trabajo de un grupo de reporteros al interior de The Boston Globe, el periódico estadounidense que mediante varios reportajes destapó, en 2002, el escándalo de pederastia clerical y su encubrimiento por parte del cardenal Bernard Law de la Arquidiócesis de Boston, quien fue obligado a renunciar luego de conocerse que había encubierto a más de 150 sacerdotes pederastas, a quienes trasladaba de una parroquia a otra, en vez de tomar medidas drásticas. 

El poco éxito taquillero que tuvo en México Spotlight tiene que ver con un cambio de actitud por parte de la Iglesia católica respecto a las películas que exhiben su condición. En el caso específico de Spotlight, la Iglesia romana procedió de manera distinta a como lo hizo con El crimen del padre Amaro, una película que intentó censurar, prohibir y boicotear. Como usted recordará, estimado lector, este intento de censura terminó acrecentando el interés de la gente, lo que convirtió a este filme en un fenómeno de taquilla.

En el caso de En primera plana, el Vaticano actuó de manera distinta porque quiso evitar que se repitiera lo ocurrido con la película dirigida por Carlos Carrera y protagonizada por Gael García Bernal. En esta ocasión no hubo ningún intento de censura para frenar en México la exhibición de Spotlight. Por el contrario, el Vaticano ha señalado que la película en cuestión “no es anticatólica”, al tiempo de lamentar que “en la narración no se [dé] espacio a la lucha larga y tenaz que Joseph Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como papa, emprendió contra la pedofilia en la Iglesia”, señala un artículo publicado el pasado lunes en L’Osservatore Romano.

Al enterarme del lamento del Vaticano no pude evitar preguntarme: ¿de qué lucha nos habla el periódico nacional de la Ciudad del Vaticano? Lo digo porque, desde hace algunos años, las víctimas de abuso sexual presentaron una demanda judicial en contra de Benedicto XVI, acusándolo a él y a otros responsables del Vaticano de “haber tolerado y hacer posible el camuflaje sistemático y extenso de violaciones y crímenes sexuales contra niños en el mundo entero”. 

No dudo que alguien pueda argumentar, en defensa del papa emérito, que las acciones contra éste son injustas, argumentando que fue el único papa que obligó a Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, a abandonar sus responsabilidades sacerdotales al “invitarlo” a retirarse a la vida privada, luego de conocer “las acusaciones de varios ex sacerdotes, ex seminaristas y alumnos por abusos sexuales cometidos en su contra cuando eran menores de edad”. 

La realidad de Ratzinger en este particular es que, siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recibió una carta que contenía la confesión que Juan Manuel Fernández Amenábar hiciera en su lecho de muerte al sacerdote Alberto Athié. En la misiva, Athié informaba al Vaticano –por conducto del obispo Carlos Talavera– los diversos abusos perpetrados por Maciel en agravio del legionario Fernández Amenábar. Al tener conocimiento del caso, Ratzinger se limitó a comentar: “Lamentablemente no podemos abrir el caso del padre Maciel, porque es una persona muy querida por el Santo Padre [Juan Pablo II]; ha ayudado mucho a la Iglesia y lo considero un asunto muy delicado”. 

Desde la congregación a su cargo, Ratzinger pudo haber hecho muchas cosas en defensa de las víctimas inocentes. Sin embargo, prefirió privilegiar el silencio y ocultamiento de clérigos del talante moral de Maciel, uno de los mayores depredadores sexuales de la Iglesia católica en México. Esta situación impidió la aplicación de la ley y fomentó la impunidad clerical, causante de la crisis que hoy por hoy azota a la Iglesia católica.

Twitter: @armayacastro 

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